Unas flores para un corazón roto

39: D e s a p e g o / S e l e n e

“La tercera y última enseñanza que nos deja el invierno es el desapego, quizás la enseñanza más difícil de todas. Tiene dos vertientes importantes, el dejar ir para poder crecer o dejar ir porque ya es tiempo, el desapego es la clave para poder ser feliz de verdad, para poder alcanzar tu futuro, para poder disfrutar tu presente, el desapego es dejar de necesitar, de depender, es poder comenzar a vivir plenamente. Es por el bien de ambas partes, el desapego es parte la vida y no hay que tenerle miedo, aunque sea doloroso, es aceptar que todo tiene un principio y un final”—Selene.

Los días siguientes la noche en la que todas convivimos con en él, en el patio transcurría con calma, con cierta paz asfixiante, Roy parecía que cada día estuviera mejor con ciertas recaídas, pero sin duda algo mejor, sin embargo, todas sabíamos lo que eso significaba, solo era el presagio de lo que estaba a punto de ocurrir, todas lo sabíamos, incluso el.

No me imagino que debe estar pasando por su cabeza, que es lo que piensa una persona justo antes de morir. Que piensa una persona cuando el tiempo fue tu enemigo, estar en cama mientras vez las manecillas del reloj avanzar, debe ser una pesadilla ya que sabes que mientras mas giran significa que menos tiempo te queda en este mundo. Jackie y Vanessa estaban en la veterinaria, por lo que me dijeron por teléfono es un día muy ajetreado en el trabajo, Ember tenia pocos minutos de haber partido al pueblo, quería cocinar para todos así que fue por los insumos necesarios, me ofrecí a ir en vez de ella, pero que en esta ocasión dijo que estaba bien, que seria ella la que iría.

Algo me decía que la cena solo fue una excusa para no estar aquí, no la culpo, estar en esta casa y ver que el amor de tu vida esta muriendo, que poco a poco la vida se está apartando de su cuerpo, debe ser algo extremadamente doloroso. Es una agonía que tanto ella como yo estamos viviendo, solo que simplemente no lo puedo demostrar, estoy destinada a sufrir en silencio.

Me quede en la sala de estar contemplando por los grandes ventanales la nieve que caía, una nostalgia invadía mi corazón, me sentía prisionera de un desamor, me sentía tan sola e impotente por no poder hacer nada, por no poder ayudar a Roy, por haber sido un impedimento para que el fuera feliz, si tan solo hubiera dejado a un lado mi rencor, el quizás podría haber tenido unos últimos meses dolorosos. Camine con dirección al baño, quería lavarme el rostro para no delatar que pase varios minutos llorando, al verme en el espejo me sentí diferente, sentí como si la chispa que en algún momento de mi vida tuve se hubiera esfumado. Estaba a punto de bajar por las escaleras, pero vi la puerta de la habitación de Roy entreabierta, así que entre.

Una luz tenue cubría todo su rostro, camine lentamente hacia a él, al encontrarme a unos cuantos centímetros cerca de el me di cuenta que estaba durmiendo, al posar la palma de mi mano sobre el me di cuenta que estaba ardiendo, vi unas cuantas muecas de dolor al seguir inspeccionando su temperatura, solo unos minutos me bastaron para regresar con sus antibióticos y un balde de agua fría con un paño, lo ayude a poder sentarse para tomar su medicamento, una vez que lo consiguió tragar, lo volví a dejar acostado para ponerle el paño cubierto el agua en su frente.

Después de varios minutos de estar cuidándolo pude notar en su rostro cierto alivio, lo cual me hizo sentir más tranquila, me quedé aún más tiempo junto a el para asegurarme que todo estuviera realmente bien, al parecer de nuevo había caído en un sueño profundo.

—Roy…Roy—lo llame delicadamente, esta completamente privado, estaba a punto de irme, pero un nudo en mi estomago me decía que era el momento, que era ahora o nunca.

Tome una de las sillas que estaban junto a la ventana, la coloque de tal forma que al sentarme pudiera ver su rostro, un gran silencio se apodero del lugar, solo se podía escuchar nuestras respiraciones, después de algunos minutos de un amargo silencio, me dispuse a hablar.

—Perdóname—mi voz fue como un susurro ahogado—Perdóname por no dejarte ser feliz, no sabia por todo lo que estabas pasando y yo solo complique aun mas las cosas, por mi culpa perdiste la oportunidad de tener unos últimos meses llenos de amor y de paz.

Con cada palabra que pronunciaba mi corazón se rompía más y más, sentía como las lágrimas se deslizaban por mi rostro, como estaba ahí tan sola y rota. Me sentía por alguna extraña razón responsable de la forma en la que se encontraba ahora.

—Se que…se que no soy el amor de tu vida, sé que en ningún momento lo fui, pero…—mi voz se quebraba como un cristal con cada palabra pronunciada—Pero sin importar que, tú siempre serás el amor de mi vida.

Me quede ahí sin decir más, solo deje que las lagrimas seguirán su curso, que empaparan todo mi rostro, sabia que estaba loca, loca al guardar esperanza, loca por esperar que el abriera sus ojos y me dijera que estaba equivocada, que el si me amaba, que los momentos que pasamos juntos son los mejores momentos que paso en la vida. Estaba ahí sin decir ni una sola palabra más, cuando lo vi moverse, giro lentamente su cabeza, me miraba fijamente, sus labios temblaban, quería hablar.

—¿Ember?—pregunto muy débilmente, pensé que mi corazón no podía romperse más, pero siempre encuentra nuevas formas, siempre—¿Ember? ¿Ember eres tú?

—Enseguida volverá—susurre lentamente, dudo en decir quien era yo pero al final cedi—Soy Selene.

Abrió completamente los ojos, esperaba ver la desilusión en su rostro, esperaba que me viera con algún tipo de rencor, pero no fue así, parecía confundido, pero algo agradecido de que yo estuviera ahí.  




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