Capitulo 1

Elegante, delicado y siempre sonriente, así es como recuerdo a Bendt, lo conocí hace aproximadamente 10 años. Aunque al principio, entre nosotros no había más que una bella amistad, hace un tiempo que mis sentimientos hacía él empezaron a surgir, y una vez que lo hicieron, jamás pararon.

Bendt había sido mi mejor amigo por años, lo conocía tanto como él a mi, y eso fue lo que me hizo enamorarme de él. Lo conocía perfectamente, conocía todas las cosas buenas en él, y también las que se podrían considerar malas. Si tuviera que decir que había algo malo en él, diría que una de ellas era su insaciable necesidad ayudar a los demás, pero nunca a sí mismo. Él siempre se guardaba sus problemas para él, pues no quería suponer una carga para nadie más. Él siempre aparentaba estar bien.

Hace un par de meses, fuimos a acampar juntos.

Era su cumpleaños y él siempre me había insistido para que lo hiciéramos, yo siempre me negaba pues acampar no es algo que a mi me agrade en lo absoluto, sin embargo, accedí a hacerlo pues sabía que era algo que él llevaba deseando mucho tiempo. Pero lo importante de aquel día no fue acampar, sino que fue el día en que me encontré enamorado de él por primera vez.

Honestamente, no detesté aquella experiencia, fuimos a un bosque que se encuentra a las afueras de nuestra cuidad, hicimos una fogata y nos sentamos frente a ella un rato, mientras hablábamos de distintos temas que honestamente, ya no recuerdo con claridad.

El calor de la fogata, quizá...

Vi su sonrisa y de pronto, me pareció que era la sonrisa más bella que jamás había visto. Llevaba una barba de un par de días que lo hacían lucir muy guapo. El fuego se reflejaba en sus ojos, azules como el mar. No pude dejar de admirarlo, aun por más que lo intentara.

"Gracias, por venir aquí conmigo, sé que no te gusta hacerlo y aun así lo hiciste." Sonrió, mientras decía eso me miraba fijamente con una expresión que demostraba gratitud, sus ojos brillaban de una manera especial y yo lo veía realmente feliz. ¿Lo estaba? En ese momento me levanté y me senté a su lado para darle un suave abrazo que hizo que mi corazón se acelerara.

"No es nada, además, estoy disfrutando estar aquí contigo."

Eso fue todo lo que dije antes de que cambiáramos de tema. Fue una noche agradable, sobre todo porque estaba en compañía de él. Desde ese momento, no pude evitar enamorarme cada día más y más de él. Por eso, un día decidí confesarle mis sentimientos, tenía mucho que perder y eso me asustaba mucho, pero no podía seguir fingiendo que solo era un amigo para mi.

Preparé todo para aquel día, sería el día perfecto y todo iba a salir bien, pero nunca pensé que todo podría cambiar tanto y tan repentinamente...

La tarde anterior al día en que se lo confesaría salimos a caminar a un parque que está cerca de mi casa, hablamos de muchas cosas, que ya no recuerdo completamente o que quizá solo no me he empeñado lo suficiente en recordar, pero si algo no olvidé fue lo ultimo que me dijo antes de despedirse.

"Gracias por todo lo que has hecho por mi. Te quiero mucho, Frank, recuérdalo siempre por favor." Lo abracé, aunque un poco extrañado por sus palabras, pues parecía que no se estaba despidiendo de mi por un día, sino que se estaba despidiendo de mi para siempre. Me despedí de él como siempre, aunque un poco extrañado por sus palabras.

Volví a mi casa para repasar mis planes otra vez para asegurarme de que todo fuera conforme al mismo. No planeaba nada extravagante, quería llevarlo a pasear por la cuidad y por la noche llevarlo a un lago donde le confesaría mis sentimientos. Si todo salía bien, podríamos quedarnos a acampar cerca del lago, tal y como lo hicimos el día que me enamoré de él.

Pero llegó el día, y nada parecía ir bien. Bendt no respondía mis mensajes y eso me preocupó demasiado, él no solía hacer eso, no por tantas horas.

Lo había citado a las 4:00pm para salir, eran las 7:00pm y seguía sin responder, así que decidí ir a su casa. Con un mal presentimiento, me subí al auto y conduje lo más rápido que pude.

Me bajé corriendo y sin cuidado. Toqué varias veces la puerta y nadie atendía.

Me asomé por las ventanas pero no había nadie ni nada adentro, algunas cortinas estaban cerradas y eso me impedía ver al interior de la casa. Volví a tocar la puerta, esta vez con más desesperación y con lagrimas empezando a brotar de mis ojos, estaba muy nervioso y temía que algo le hubiera pasado.

Tomé mi teléfono y marqué al número de Dahlia, la mamá de Bendt, quien por suerte atendió al instante. No recuerdo las palabras de aquella conversación de manera exacta, pero le dije que estaba preocupado por Bendt y le resumí la situación, me dijo que no podía ir a la casa en ese momento, pero que podría encontrar la puerta trasera abierta y entrar a la casa por ahí si lo encontraba necesario.

Y sin dudarlo lo hice, salté una pequeña puerta que daba al patio trasero de la casa y entré, tal y como lo dijo Dahlia, la puerta estaba abierta. Subí corriendo al cuarto de Bendt, gritando su nombre y sin recibir ninguna respuesta.

Cuando llegué a su puerta mis manos temblaban, mi corazón palpitaba tan fuerte que podía escucharlo, en ese momento todas las posibilidades pasaron por mi cabeza, temí lo peor y me quedé inmovilizado, no podía abrir la puerta pues si algo malo había pasado, en el momento en el que abriera la puerta no iba a haber vuelta atrás, cualquier cosa que hubiera pasado sería real y no estaba listo para nada.

Con las manos temblando, empecé a girar la perilla poco a poco. No podía mirar, pero tenía que hacerlo. En ese momento, tenía los ojos cerrados por el miedo.

Me armé de valor y los abrí, pensando que podía simplemente estar exagerando. Tenía la esperanza de que abriría los ojos y vería a Bendt, completamente sano y salvo.

Pero no eran más que eso, esperanzas...

Cuando abrí los ojos, lo ví. Pero... No lo vi como esperaba verlo. Jamás te imaginas que de un día a otro, te encontrarías a tu mejor amigo, aquel que siempre pareció estar lleno de felicidad, colgado a mitad de su habitación.