Under My Wings

36-. Por su bien

Viernes en la noche:

Sentado en un viejo escritorio de roble, le di una profunda calada a mi Lucky Strike. Exhalé el humo lentamente, a la vez que le echaba un ojo a la pila de documentos que tenía en frente. Mis informantes habían notado algo muy preocupante: los Igmis ya nos superaban en número, y según se rumoreaba, estaban preparándose para empezar una guerra contra nosotros. Hacía poco que habíamos comenzado a diezmarlos en secreto, pero, aun así, seguían siendo una amenaza considerable, y para empeorar las cosas, ya comenzaban a sospechar de nuestros planes.

Antes de mudarnos a esta ciudad, le entregué las llaves de mi otra casa a Mel para que pudiese encerrar a todos los enemigos que capturara; y durante un experimento reciente, descubrió que, al separarles las alas del cuerpo, pierden sus poderes, y esto, como era de esperarse, nos facilitó muchísimo el trabajo que teníamos por delante. A su vez, al llevar a cabo este procedimiento, todos los recuerdos relacionados con su especie o sus poderes, se evaporan sin dejar ningún rastro. Como si nunca hubieran existido.

También descubrimos que, al ser arrancadas de su portador, se envuelven en llamas hasta el punto de quedar hechas cenizas, las cuales, al ser mezcladas con Zafiro molido, u otra piedra preciosa cuyo color natural sea el azul; crean una extraña combinación que, al ser ingerida por un Eismis, potencia al máximo sus poderes.

Volviendo al punto, la víctima vuelve a llevar una vida completamente normal, e incluso podría decirse que pasa a ser otro humano común y corriente. Sin la más mínima consciencia de lo ocurrido.

Hasta los momentos, nos habíamos encargado de unos cincuenta y seis Igmis; o al menos, esa era la cantidad de la semana pasada. No teníamos ni siquiera un mes llevando a cabo el plan, pero funcionaba mucho mejor de lo que esperábamos. El único detalle era que, a juzgar por los informes, necesitaría mi presencia directa. Después de todo, no podía tomarse a la ligera...

De repente, mi teléfono comenzó a sonar, y al ver el nombre de Mel en la pantalla, decidí atender de inmediato.

—Mel, ¿cómo estás?

—Todo está mal, Craig, peor de lo que crees.

—¿Qué ocurre? ¿Nos están atacando? —pregunté con una mezcla de curiosidad y preocupación.

—Aún no, pero será solo cuestión de tiempo hasta que lo hagan.

—¿Por qué lo dices?

—Hablé con varios de nuestros informantes; en la base Igmis ya se rumorea que somos los responsables de sus desapariciones y hay investigaciones en proceso. Aún no tienen pruebas contundentes, pero tarde o temprano hallarán algo.

—Eso no importa —sonreí—. Tú lo has dicho, no tienen pruebas y no las tendrán, así que todo quedará en eso, rumores.

—Tal vez no las tengan, pero sabemos que han intensificado su entrenamiento y declararon un estado de alerta media. Estoy seguro de que sabes lo que significa.

—Lo sé, lo sé —me llevé las manos a las sienes y traté de calmarme un poco—. Esto se pondrá mucho más difícil de lo que esperaba

—Deberías venir por unos días y ayudarme con todo esto. Si nos descubren y se llega a desencadenar una guerra, no podré hacerme cargo de todo.

—Cierto —asentí—. Así podremos asegurarnos de acabar con toda la evidencia.

—¿Qué tan pronto puedes llegar?

—Mañana estaré allá, tú solo asegúrate de preparar el equipo de caza.

—¿Estás seguro de lo que dices? Creo que sería mejor no llamar la atención. Ya han empezado a sospechar y...

—Solo quiero cazar a un Igmis en específico —hice énfasis en esta última palabra y continué—. Luego de lograrlo, nos alejaremos de todo esto por un tiempo.

—Espera, ¿te refieres a ese chico? Creí que estaba muerto.

—Yo también lo creí, pero antes de mudarnos, lo atrapé tratando de llevarse a Eve —gruñí recordando aquella escena.

—En ese caso, tendremos que terminar con lo que empezamos.

—Así se habla.

—Solo asegúrate de que, durante el tiempo que, pase lo que pase, nadie entre o salga del sótano.


 

Eran las cinco de la mañana y ya estábamos los tres en el aeropuerto. Luke ya sabía el propósito real de nuestro viaje, sin embargo, le hice creer a Eve que íbamos para concretar algunos negocios. Apenas podía contener la emoción cuando se lo dije, y sabía el porqué de esto con solo echarle un vistazo rápido a su mente. Estaba enamorada de esa basura Igmis. Por supuesto, su felicidad era importante, pero él no le convenía, y si no se alejaba, tendría que separarlos a mi manera.




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