Al día siguiente, Oliver esperaba a Enola en el puente sobre el Támesis, bajo un paraguas azul. La lluvia era ligera, y la ciudad brillaba con reflejos dorados y anaranjados.
—¡Hola! —exclamó Enola, sorprendida—. No esperaba verte tan temprano.
—No podía dejar pasar la oportunidad de caminar contigo —dijo Oliver—. Londres siempre se ve mejor en compañía.
Caminando bajo el paraguas compartido, ambos comenzaron a hablar sobre sus sueños más profundos. Oliver confesó que deseaba viajar por el mundo fotografiando ciudades y Enola reveló que escribía cuentos que nunca mostraba a nadie.
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los sueños se hacen reales, se revelan con cada farol, entre luces y sombras surge un gran amor
Editado: 22.10.2025