Un domingo, Oliver llevó a Enola a un pequeño parque. Aunque la lluvia amenazaba, ambos se sentaron sobre una manta impermeable y compartieron un picnic improvisado.
—¿Quién dijo que la lluvia arruina los planes? —rió Enola—. Esto es perfecto.
—Es nuestra lluvia —dijo Oliver—. Solo nuestra.
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los sueños se hacen reales, se revelan con cada farol, entre luces y sombras surge un gran amor
Editado: 22.10.2025