—Lucifer — Susurro — Lucifer, despierta.
—Mmm... No quiero — Gruñe y yo ruedo los ojos — sé que rodaste los ojos.
—Vamos, levanta. Ya me bañe y vestí.
—Lo sé — Dice con los ojos todavía cerrados.
—Quiero que te levantes. Ahora, Lucifer — Le agarro de la mano pero el inmediatamente se aparte y me da una mala mirada.
—No me toques — sus ojos se tornan oscuros y su mandíbula se tensa — No me vuelvas a tocar, nadie lo ha hecho y tú no serás la excepción.
—¿Qué tienes?, No entiendo, ¿por qué tus ojos se vuelven negros por momentos? — se levanta y ahora yo tengo que levantar mi vista porque soy más pequeña que él.
—Deja se hacer preguntas — replica.
—¿Cómo dejó de hacer preguntas?, No te conozco. Sabes cosas de mí y no sé como sabes todo eso. No me das una señal, vienes aquí con tus chistes malos y tu cara bonita y... — me cubre la boca.
—¿Te quieres callar?, No te digo nada porque no hay nada que decir, deja de preguntar, te he dicho que soy Lucifer y confórmate con eso.
—Si no me dices quiero que te vayas de mi habitación y no vuelvas. No me hables y tampoco me busques — Él sonríe. Pero esa sonrisa no le llega a los ojos.
—No puedo. Te voy a seguir buscando hasta el maldito cielo y sabes porqué — niego — Porque ese es mi deber. Tengo que hacerlo y tú de mí, no te escapas tan fácil.
—¿Quién diablos eres?
—Tú misma lo dijiste. El diablo — Esa maldita sonrisa.
—Déjame en paz, vete. No te quiero, no se quien eres y tampoco me interesa. Sólo... Déjame... En... Paz — digo pausadamente.
—No me quiero ir — Esa voz dulce de él vuelve y me inunda los oídos — No me alejes.
—¿Qué eres?
—Te he dicho demasiado. Soy un demonio — Responde sin una pizca de gracia en su voz ni semblante.
—Es que yo no te veo así. Tú pareces cualquier cosa menos un demonio o Lucifer — suspira y baja la cabeza.
—Soy eso y más. Soy un demonio llenó de infiernos y mil sombras sobre mí —.
—¿Por qué yo? — Eso es lo que quiero saber.
—No sé — es lo único que dice.
—Está bien. Iba a dar una vuelta, ¿Quieres?
—¿Me estas invitando? — vuelve el Lucifer feliz.
—Sí. Pero ¿tú no te cambias?
Se entra en mi baño y frunzo el ceño, sale de esté con una ropa diferente. Abro mi boca, ahora tiene unas botas negras, un suéter negro y unos vaqueros negros con cadenas. Se ve lindo.
—¿En qué piensas? — Se acerca a mi y me mira fijamente a los ojos — dime — me pide, No despega su mirada de la mía.
Miro a todos lados y Luego vuelvo a él — ¿Qué haces?
Él carraspea y niega con una sonrisa fingida. Miro a todos lados y no veo a mi tía por ningún sitio y decido salir.
—¿la llevo a algún lado? — Pregunta, Arturo con un semblante más serio.
—No, gracias. Camina, Lucifer — se despide de Arturo con la mano y una sonrisa y yo empiezo a caminar.
Caminamos sin decir ni una sola palabra, eso sí es bueno. Cada vez que pasa un hombre por mi lado y me mira Lucifer se encarga de mirarlo mal. Tararea una que otra canción y se vuelve a callar. De vez en cuando hace una que otra cosa de locos y vuelve a caminar normal, admito que Lucifer por momentos me da risa. Pero por otros me da un miedo que es de muerte.
—¿Violet? — Miro al chico que pasó al lado de mí y No puede ser — ¿te acuerdas de mí?
—Agramon, ¿Verdad? — Asiente — tú eras mi vecino.
—Sí. Que hermosa estas, por poco y no te reconocía, me enteré de lo de tus padres, de verdad lo siento — Sonrío triste.
—Ese vuelo fue que arruinó mi vida. Dicen que fue un sabotaje, pero si me llegó a enterar de quien fue que hizo eso... Juró que soy capaz de lo que sea — Lucifer empieza a toser exageradamente y yo lo miro con el ceño fruncido.
Deja de toser y le da una mirada a agramon — Un gustó. Soy Lucifer. Pero tú me puedes llamar Lucifer.
—Bueno... Hola Lucifer — Agramon le tiende la mano pero Lucifer sólo la mira y se la deja tendida — bueno, fue un gustó volver a verte, Violet.
—Sí, Ojalá nos volvamos a ver — digo y Él sonríe y luego le da una mirada a Lucifer. ¿Qué pasa?
Ahora que me doy cuenta los dos tienen nombre de un demonio. Esto es muy raro. Agramon camina en la dirección que iba y nos vuelve a dejar solos a Lucifer y a mí.
—Se puede saber ¿Por qué le dejaste la mano tendida? — Le pregunto de mala gana a Lucifer.
—No me gusta que me toquen y aparte viste como te miraba, te quería comer con los ojos — masculla.
—¿Estás celoso?
Él suelta una risa sarcástica — ¿Celoso?, Que caiga un rayo si estoy celoso — Mira para todos lados y suelta un suspiro y sonríe. Justo cuando íbamos a empezar nuevamente nuestro caminó cae el rayo.
—Cayó el rayo — Le digo con una sonrisa — No te preocupes, nunca me interesó.
—O sea que nada de nada — niego — Nada de nadita.
—No, luci. Nada de nada, sólo fuimos amigos o somos — Sus hombros se relajan.
—No me cae para nada bien — me pongo frente a él y lo miro raro. Sus ojos están oscuros pero esta sonriendo.
—¿Qué te traes?
—Nada, pequeña. Sigamos.
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Desde que estamos en el parque sentados en el césped. Porque sí, nos tuvimos que sentar porque a Lucifer le dolían los pies, desde hace rato está con sus chistes malos. Pero algo que no entiendo ¿Habrá alguien que lo soporte?, Sí, yo. Y lo que más me estresa es que sigue diciendo que es Lucifer, nadie dice eso. A menos que quiera que piensen que está loco.
—¿Te puedo hacer una pregunta?
—Para qué me preguntas, claro que puedes. Violet — Dice con una sonrisa plantada en su rostro.
—¿Por qué mi tía no te pudo ver y yo sí? — La sonrisa desaparece de su rostro — me dijiste que me lo ibas a contar. Dime.
—Te dije eso para que te calmaras. Pero no puedo decir más de lo que ya he dicho, lo siento. No vas a entender —.
—¿Eres un ángel o un demonio?
—Soy un demonio que no se cansa de hacerle daño a las personas. Eso soy, violet.