Underclass Hero

Capítulo XIV

We are breathingwhile you're sleeping

El cuadernillo y las libretas que encontramos con Mandy, resultaron ser simples planos de la universidad, además de ideas vagas anotadas como resumen de las reuniones. Sin embargo, esos apuntes no nos servían de mucho con el problema de la actualidad, al cual, se le estaban sumando otras aristas.

Aristas que se volvían más complicadas de tratar, porque no abarca solamente a un cambio dentro del ámbito educativo, pasaba a ser un cambio a nivel país de toda índole. De todas maneras, eso es otro tema. El libro se lo llevó Mandy, lo metí a la fuerza a su mochila, ya que yo tenía las libretas y cuadernillo. Me parecía que era un arreglo justo.

El lunes, a la hora del receso, estuvimos buscando a alguno de los otros miembros, y vimos a Lee, con un hoodie amarillo, con un vaso de café en la mano y sonriéndole a cada quien pasaba a su lado. No sé si es porque los conocía o porque, simplemente, era una persona muy amigable. Nos vio y le hicimos señas de saludo, las cuales fueron correspondidas por él, así que nos acercamos, sin tomar cierta importancia de los llamados de las chicas, salvo una, claro.

—¿Qué tal, chicas? Parecen animadas, incluso considerando que estamos por cerrar el semestre y se vienen los exámenes finales —dijo sonriendo, antes de beber un poco de su café.

—Lee —dijo Mandy—, lo encontramos.

—¿Qué cosa? —inclinó un poco su cabeza.

Mandy y yo intercambiamos una mirada de duda, ¿sería que Lee no estaba al tanto de la existencia de ese libro? ¿Eso era posible? En ese momento, el mal verso vino a mi cabeza, como la táctica que debía usar para hacerle entender sin revelar tanto detalle.

—“Lucho para brillar...”

Y no pude seguir hablando, porque la reacción de Lee me dio a entender que sí sabía de lo que hablábamos.

Shhh —nos pidió, colocando un dedo sobre sus labios—, cuidado con esa información.

Ups.

Miramos alrededor, pero no había nadie lo suficientemente cerca como para haber escuchado, ya que las más cercanas eran las chicas, sentadas en la banca tras nosotras, a casi siete pasos, los otros estudiantes que venían, no se encontraban lo suficientemente cerca.

—Bien, entonces si ya lo tienen, la idea es que lo atesoren como si del Santo Grial se tratara. Aquel libro de gramática les ayudará bastante —en ese momento, ya había gente pasando junto a nosotros—. Es muy completo y puede ayudarlas a entender el origen de algunas reglas. Tiene algunas hojas que no son de mucha utilidad, pero los primeros capítulos son los más importantes y relevantes. Léanlo, si quieren le piden ayuda a una de sus amigas —nos guiñó un ojo—, es posible que alguna esté interesada en leer ese libro con ustedes.

—¿Solo debemos leerlo? ¿Y después qué hacemos con él? —pregunté—. ¿Devolverlo a la biblioteca?

—Cielos, no —negó con la cabeza—. Como dije, deben cuidarlo. Ese libro volverá a la biblioteca cuando, el próximo año, tengamos nuevos miembros —se quedó un momento en silencio, el cual aprovechó para beber de su café, y al parecer se quemó—. Eso lo entenderán el próximo año, chicas. Lo importante es que lo lean, se tomen todo el tiempo que quieran para hacerlo, en serio. Recuerden que tendremos una junta, el martes, a las once con quince, entiendo que no tienen examen a esa hora, ¿no? ¿O tienen inconvenientes?

—No hemos faltado a clases —dijo Mandy—, así que si faltamos no significará un problema para nosotras, solo si esta es...

—Es una ocasión especial —la seriedad que tenía Lee en su rostro, en ese momento, era algo preocupante—, es la junta previa a la manifestación.

—¿Manifestación? —pregunté, arqueando una ceja—. ¿Ya van a actuar?

—Por supuesto, pero no de la manera que los imbéciles que cubren sus rostros con mascaritas blancas lo hacen. Además, debemos designar a quiénes irán a la marcha del jueves.

—Vale, nos vemos mañana, entonces, ¿en la sala de...? —pero Mandy fue interrumpida.

—Disculpa, pero creo que no tengo tu número de teléfono, ¿no? —ambas negamos.

—Andy tiene nuestros números... -dijo Mandy—. ¿No se los ha dado?

—El tuyo lo tengo —respondió Lee, Mandy se desconcertó un momento—, Andy me lo mandó —me miró a mí—. El tuyo no lo tengo.

—Ese grandísimo hijo de puta —mascullé mientras sacaba mi móvil—. Dame el tuyo, después le mando tu contacto a Mandy.

—De acuerdo —sonrió Lee—. De paso, te mandaría los números de Chris, Wilson y Taylor.

—Vale —le correspondí la sonrisa y me puse a anotar su número.




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