“This kind of fate was meant for me”
No esperé que, lo primero que Taylor fuera a decirme ese día lunes de exámenes, sería: “Tal parece que Andy quiere hablar contigo, pero no sabe cómo acercarse a ti”. Tengo una carpeta con archivos de la policía sobre Máscaras Blancas. Sí, pueden ser archivos basura, por eso mi papá me los brinda, y es que son de esos archivos a los que cualquiera puede tener acceso, pero no, lo más importante para nuestro líder, en este momento, es hablarme de Blackburn. Vale, después pensé que, tal vez, no quería tensarse más, menos en esa semana en donde todos estábamos pendientes de los exámenes.
—Vale, lo tendré en mente —le dije—. Ahora, si él te mandó a decírmelo, pues ya lo ha hecho mal —reí—. Él es el que quiere hablar conmigo, ¿no? Entonces que se acerque él.
Taylor solo rio y se fijó en la hora. Ya eran las ocho, deberíamos irnos a nuestras respectivas salas a rendir los exámenes. Al cierre de año, todos los días se rendían de uno a dos exámenes, dependiendo de cuántas materias tenías. Lunes y martes daría dos, y luego, solo uno por día. Todos empezaban a las ocho de la mañana y, al tener dos exámenes, saldría, a más tardar, al mediodía. Ya se sentía un ambiente de vacaciones.
Mis amigas ya estaban en la sala, yo me había hecho a un lado para hablarle a Taylor. Una vez adentro del aula, tomé asiento detrás de Mandy y esperé a rendir el examen. Toda mi semana fue así, de examen en examen, terminé agotada y ansiosa por conocer el resultado.
Con mis amigas escuchábamos comentarios de todos los tarados diciendo que “este año había estado aburrido y que, esperaban, que el siguiente tuviera más adrenalina”. Mandy y yo intercambiamos miradas cansadas en ese momento. ¿Es que de verdad podía haber gente así de ridícula? ¿Qué es eso de “adrenalina”?
—Es que no están hablando de carga académica, eso es obvio —comenté.
—No te amargues —dijo Flora para calmarme un poco—, solo no tomes en consideración lo que dijeron.
—Entiendo a Pandora —dijo Mandy—, después de haber estado ese horrible día —bufó—, cuando quedamos encerradas por culpa de Máscaras Blancas, ¿quieren más adrenalina?
—Es una universidad, no un campo de batalla —dije.
El resto de las chicas se mantenía en silencio. Estábamos en la cafetería disfrutando de un merecido jugo de frambuesa luego de aquellos tortuosos exámenes. Ninguna tenía ánimos ni fuerza para irse de fiesta, al menos no ese día, pero ya habíamos quedado para mañana en mi casa.
Y fue el viernes, a las once de la mañana, cuando ya con mis amigas nos estábamos retirando para ir a nuestras casas a descansar, que escuché la voz de Andy tras de mí diciendo mi apellido.
—Thurman, ¿podemos hablar?
Mis cosas seguían en la mesa, yo le estaba dando un sorbo a lo que me quedaba de jugo de frambuesa. Vaya, no pensé que verlo ahí, con su camiseta roja, descubriendo sus brazos con uno que otro tatuaje, me pondría tan nerviosa como ese día.
—Sí, vale, de todos modos, ya me estaba yendo a casa. ¿Te parece ir hablando de camino?
Mis amigas se despidieron de mí manteniendo algo de distancia, pude ver que hacían ciertas señas, yo solo suspiré, tal parece que no recordaban que les pedí, por favor, que no lo hicieran.
—Me parece bien —me dijo.
Arreglé mi camiseta verde, luego acomodé mis jeans y tomé mis cosas. Algunos estudiantes se quedaban en los jardines, en un círculo social, disfrutando y celebrando que terminó todo. ¿Cómo podían? Yo no hallo la hora de llegar a mi casa, tirarme en mi cama y dormir hasta mañana, a menos que me gane la ansiedad y las ganas de estar atenta a la plataforma para revisar mis notas.
—¿Y bien? —le dije—. No cuentes con que tendremos mucho tiempo para hablar.
—La verdad es que solo quería preguntarte algo.
Andy no me miraba, y yo evitaba hacerlo también. Guardé silencio, quería que él fuera el que iniciase la conversación, después de todo, él me pidió hablar, no fue al revés. Me di cuenta de que sobó su nuca, estaba nervioso, no lo culpaba. Yo también estaba condenadamente nerviosa.
—Dije que no iba a presionarte —empezó a hablar cuando ya estábamos llegando a los jardines centrales—, ya sabes, con eso de que me gustas.
Ah, carajo, que lo dijera de nuevo me dio cosquillas.
—Pero, solo quiero que sepas que no quiero forzarte a nada, ¿okay? Sin embargo, no puedo evitar sentirme un tanto desplazado. Y sí, quizás es solo la manera en la que yo me siento, pero aun así... —chasqueó la lengua—. Quiero saber si mi sola presencia te molesta, es todo.
Íbamos llegando a la salida, a unos pocos metros de la puerta donde los guardias cumplían con su labor de controlar la entrada y salida. Debía hablar, claro que sí, pero, ¿qué le podía decir? No estaba preparada para este tipo de conversación, menos con él.
—Blackburn, nunca quise que te sintieras así.
Ambos detuvimos nuestro paso por unos segundos, pero seguimos avanzando, y es que estaríamos interrumpiendo el paso de alguien más y, por si fuera poco, estábamos expuestos frente a todos con una conversación que no debería ser escuchada por nadie más que nosotros dos.
—Fue mi culpa, quizás sí te estaba evitando.
Nos despedimos de los guardias y caminamos en silencio hacia el semáforo para ir a la parada. Volví a mirarle y me di cuenta de que él hizo lo mismo. No pude evitar reír, él me sonrió ya más cómodo, no se le veía tan tenso como al principio.
—No quiero que te alejes de mí —dije y suspiré—. Pero, como te dije, quiero esperarme un año antes de formar una relación con alguien. Si no estaba a tu lado, si evitaba hacerlo, fue porque mis ganas de estar cerca de ti podrían confundirme y solo provocarme más daño —le volví a mirar, él no apartaba sus ojos de mí—. Quiero tener el corazón completamente sano antes de empezar algo contigo.