Único Motivo

Capítulo 1

Abro los ojos muy lentamente. Una fuerte luz hace que los vuelva a cerrar de inmediato. Después de unos segundos, consigo abrirlos bien. Observo mi alrededor y todo resulta ser de un color blanco como la nieve.

Espera.

«¿Después de morirte te reencarnas en otra persona?», pienso al recordar el último acto que cometí.

Siento algo molesto en los brazos e intento quitármelos, pero una mano me detiene en cuanto toco un cable.

—Cariño—habla una voz muy conocida—, estás bien, Dios, que milagro. ¿En qué pensabas? ¿Cómo se te ocurre? 

—¿Mamá?— inquiero.

Es la primera persona que se me viene a la cabeza, por lo que es lo primero que pregunto.

—Sí, cariño, sí, soy mamá— afirma—. ¿Estás bien? ¿Necesitas algo?

No contesto. Aparto la mano cuando intenta cogerla entre las suyas. Me duele la cabeza muchísimo, siento que me mareo cada vez que pestañeo. 

Ni la muerte me quiere.

Alguien da unos ligeros golpes a la puerta y luego de eso, entra. Veo a mi hermana y a mi padre mirándome con cara de pena y lo odio. Cuando estaba mal les importaba muy poco y me miraban con cara de asco todo el tiempo. Ha tenido que pasar todo esto para que se dieran cuenta de lo mal que estaba, que era verdad y no mentira. Nunca lo fue.

Ahora ya no necesito que me miren con lastima, no estuvieron para mí cuando les necesite y les pedí ayuda. No quiero que ahora estén detrás de mí a cada rato preguntándome si estoy bien y que me observen con tristeza siempre.

—No me miréis con esa cara— ruego sin alguna emoción y con la voz dura.

Ellos se sorprenden por mi tono, al parecer no se lo esperaban. Y en realidad, ¿qué creían? ¿Qué si no moría y me despertaba iba a ser todo como antes? ¿Qué iba a ir a darles abrazos y decirle lo mucho que los quería mientras que ellos fingían que les importaba? ¿Qué una vez saliera de aquí olvidaríamos todo e intentaríamos ser la familia perfecta?

—¿Cuánto tiempo voy a estar aquí y por qué no me he muerto?— cuestiono intentando sonar lo más segura posible y no quebrarme en el acto—. Suponiendo que tirándome de lo alto de un edificio de 7 plantas era más que suficiente para matarme.

Todos me miran como si estuviese loca, y lo estoy, pero a mi manera. Tengo una mente loca que piensa y actúa por mí.

—No juegues así con la muerte, cariño— habla mi padre y yo suelto una risa irónica—. No sabes lo que dices, podías haberte muerto de verdad y no es gracioso.

—Debería de haberme muerto, pero no lo he hecho ¿por qué?

Mis padres no dicen nada, se quedan callados mirando a la nada.

—En cuanto vi tu comportamiento me empece a asustar, no eras tú, decías cosas que no entendía y por tu comportamiento y por como hablabas, supe tus intenciones. Preocupada, llamé a papá y él por lo visto aviso a la ambulancia— explica mi hermana—. Cuando te...tiraste eh...la ambulancia ya estaba abajo preparada para detener tu caída. Obviamente, al tirarte de un piso tan alto y, aunque no hayas llegado al suelto eso también tiene sus repercusiones. Estuviste en coma por tres semanas. Gracias a Dios que la misma caída no hizo que te murieras.

—Te tendría que dar las gracias por haberme "salvado"— hago un gesto formando unas comas en el aire—, por no dejar que me matara, pero no te estoy agradecida. Por fin iba a poder estar en paz y me lo has arrebatado. Pero ¿sabéis?, si tanto queréis que esté viva os cumpliré este sueño, haré un esfuerzo. Será un reto, y así, será más divertido.

—La vida no es un reto, Ailén— gruñe mi padre.

—Pues para mí sí— se lleva la mano a la frente y niega—. Soy Ailén Bradley y para mí vivir será un reto que tendré que superar— anuncio—. Mirad que es difícil vivir con una mente como la mía, pero voy a hacer un esfuerzo para cumpliros este sueño.

Me observan con cara de horror.

—Ahora necesito descansar y preferiblemente sea sin vosotros aquí a mi lado, por favor y gracias— comento.

En cuanto se van y cierran la puerta, me derrumbo. 

No sé de donde he sacado esa fuerza para poder hablar así sin que se me corte la voz o sin derramar una sola lagrima. Mi sarcasmo oculta genial mi lado sensible. Está claro que no les volveré a mostrar a mi lado triste y vulnerable, ¿no? Ni a ellos ni a nadie. No quiero llegar a estar peor de lo que ya estoy ahora mismo. Sí, estoy mal y lo sé, pero yo tomé una decisión que no respetaron y bueno, aquí estamos.

****

Después de varios días en el hospital, vuelvo a casa. 

Apenas salgo de mi cuarto, solo para ir al baño, ducharme y comer. Estoy en mi habitación todo el día: leyendo, viendo diferentes películas y series, y durmiendo. 

Levanto la cabeza bruscamente al oír la puerta abrirse y mis padres acompañados de mi hermana, entran. 

—¿Qué?— pregunto.

—Mira, Ailén, lo hemos estado pensado por mucho tiempo y hemos tomado una decisión— empieza a hablar mi madre—. No ha sido una decisión fácil, para nada, pero es lo mejor para ti y ende, para nosotros. No estás bien y necesitas estarlo, por ti y por todos los que te rodeamos. Hemos hecho de todo para poder ayudarte, pero no cambia nada y no sé si es porque de verdad no funciona o, es porque tú no quieres que funcione.

Frunzo el ceño.

—¿Qué...?

—Vas a ingresar a un hospital psiquiátrico— suelta mi padre y todos clavamos la mirada sobre él—. Lo siento, estabas dándole muchas vueltas— le dice a mi madre.

—¿Qué? ¡No! ¡No pienso ir a un sitio donde van los locos!— chillo.

—Tú, eres una loca— habla Eiden—, vas a ir al lugar indicado para ti. A ver si empiezas a estar bien y pensar como una persona normal de una maldita vez.

¿Me duelen sus palabras? Sí, pero hago como si no. No entiendo el enfado de sus palabras, puede que sea por la forma en la que le hablé en el hospital, pero no estoy muy segura

—No te preocupes, mi amor. Iremos a visitarte casi todos los días, además ya hemos estado allí y los trabajadores son muy amables. Te vas a recuperar y te va a gustar mucho, ya lo verás.




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