Unicorniocienta estaba en el ático tendiendo la cama donde había dormido. Mientras cantaba una canción de Chayanne.
—En palabras simples y comunes yo te extraño, en lenguaje terrenal mi vida eres tú, en total simplicidad seria yo te amo, y en un trozo de poesía tu serás mi luz, mi bien el espacio donde me alimento de tu piel que es bondad, la fuerza que me mueve dentro para recomenzar y en tu cuerpo encontrar la paz. —dió media vuelta con un desodorante en la mano simulando que era un micrófono—. Si la vida me permite a lado tuyo crecerán mis ilusiones no lo dudo si la vida la perdiera en un instante, que me llene de ti para amar después de amarte...
La mañana era cálida y bonita. Unicorniocienta estaba muy felíz bajando las escaleras del ático donde vivía. Bajó corriendo a toda velocidad con una escoba en manos y de repente ¡bum! cayó al piso.
—¡Demonios! Necesito unos zapatos nuevos. Ya estos se rompieron y se me ven hasta los dedos de los pies. —
Se quejó ésta en medio del dolor moviendo los dedos que le salían de los zapatos. Se apoyó del piso y con la escoba en manos se paró.
Oía unos gritos desde las habitaciones que estaban en el segundo piso y quejándose se fue hacia allá media coja por el estrallón.
—¿Qué quieren malditas perras? —se quejó al entrar en la habitación donde estaba su madrastra y sus hermanastras.
Las tres se quedaron viéndola muy enojadas.
—¡Perra eres tú, maldita criada de cuarta!
—Mira puta sirvienta mejor traemos algo de comer. —Ordenó la madrastra levantándose de la cama.
Unicorniocienta fue muy enojada hacia la cocina. Buscó entre la nevera unos panes los abrió por medio y le puso salami, queso y catchu.
—Demonios, no hay limones.
Quejándose se fue hacia el árbol del patio de frente de la casa y se subió en el árbol sin miedo a que le vieran la ropa interior por su vestido corto. Tiro muchos limones hacia abajo y luego bajó ella. Por suerte eran las 12pm y nadie estaba por las calles.
Después terminó de hacerles el desayuno a su madrastra y sus hermanastras y se los llevó al cuarto donde estaban. En la tarde no halló que comer así que se puso a limpiar y a limpiar...
Después de unas horas tocaron el timbre y ella desde el ático bajó corriendo a toda velocidad, Y de nuevo ¡bam! Cayó como un tomate al piso.
—¡¿Qué tienen contra mí, putos escalones?!
Gritó enojada y luego se fue hacia la puerta y la abrió con una sonrisa más falsa que las nalgas de kim kardashian.
—Hola, ¿qué se le ofrece?
El hombre largo que por su ropa parecía el vocero o algo así del reino y claro lo confirmó cuando leyó en una pequeña placa "Vocero Real" como si lo hicieran pasar por "Vocero falso", pero bueno eso ahora no iba al caso... El hombre alto y raro del reino habló sin medir palabras, con una voz horrorosa de niña.
—El rey ha convocado que toda muchacha joven, bonita, sin acné y en edad de casarse del pueblo asistan al baile que se convocará esta noche a las 10:30 de las noches para elegir a su futura nuera y reina de este pueblo.
El hombre terminó y le pasó una hoja donde decía algo parecido pero con más detalles. Después se apartó y desapareció, bueno, no desapareció. Se fue a la casa de la vecina de al lado. Una puta que no tendría futuro.
Ella empezó a gritar de sorpresa, no dejaba de gritar con mucha felicidad hasta que Anaspizza, Pizzella y la madrastra bajaron las escaleras furiosas.
—¿Qué pasa aquí? ¡No me dejas hablar por nota de voz con los inútiles ancianos con los que luego me cansaré y les sacaré todo su dinero! —gritó la madrastra enojada.
—¡Yo estaba haciendo mis vídeos sensuales para las redes! —gritó Pizzella.
—¡Y yo estaba viendo 50 sombras de Grey! ¡ESTABA VIENDO LA PARTE ERÓTICA, MALDITA CRIADA!
Unicorniocienta se calló y se quedó con la hoja en manos y la vista hacia el piso. Explicó que era lo que decía la hoja ya que ninguna sabían leer, las tres se pusieron locas como ella antes.
—Por fin, ¡Sabía que este día llegaría! —gritó de la alegría esa cruda vieja.
Unicorniocienta no se aguantó y tuvo que hablar:
—Madrastra, pero usted no puede ir porque es más vieja que la abuela del Rey.