Unicorniocienta

Hadas y maullidos.

—¡Como las odio! —gritó sentada en el lodo.

Unicorcienta llorando sin consolación se paró y se fue a la casa, el lodo le resbalaba del vestido, se quitó los zapatos y caminó descalza hasta la gran casa. Cuando llegó fue directo al ático dejando afuera de la casa los zapatos para no ensuciar más el piso de lodo. Al subir al ático se quitó el vestido y lo tiró por la ventana con mucho enojo, de baño y se puso la pijama, con la pijama puesta y el pelo mojado se fue a la cocina y tomó unas cuantas cervezas luego una copa y fue hacia el jardín trasero de la casa.

Allí se sentó en un pequeño banco y empezó a llorar, quejarse y enojarse mientras bebía cervezas como si no hubiera mañana.

—Mi pelo, gasté 250$ pesos en el puto salón para que luego lleguen y me lo arruinen así sólo porque sí. —se tomó otra copa entera—. No sé porque Mamá y Papá murieron y me dejaron huérfana con estás brujas. Me tuve que morir junto con ellos.

Mientras lloraba sin consolación y bebía una luz apareció de la nada, Unicorniocienta muy sorprendida al ver esa luz tan radiante miró hacia detrás volteandose completamente, allí estaba una señora joven. Con un vestido azul por encima de las rodillas, pelirroja, era muy delgada y sonreía pero lo que más la sorprendió era que volaba. Sí, volaba, ella miró su Copa y las tres botellas que estaban a su izquierda tiradas y vacías. Creyó que había bebido demasiado y se frotó los ojos varias veces pero la señora seguía ahí, sonriéndole como una idiota.

—¿Quién carajos eres y qué quieres? —dijo esta cuadrándose de repente con una botella vacía en manos derecha, lista para defenderse de cualquier ataque hacia ella.

—Bueno. Aquí es donde te digo que soy tu hada madrina. —dijo la señora cansada y moviendo sus manos mientras rodaba los ojos.

—¡Espera! ¿Las hadas madrinas no son gordas, más viejas y rubias? —preguntó Unicorniocienta confusa—. Sí que se ha perdido la moral en estos años.

La señora se sintió halagada por esa insinuación de que le dijeran "Joven" en pocas palabras. Se le subió el ánimo y planteó en su rostro una gran sonrisa con los dientes blancos al aire.

—Sorry si no soy lo que te esperabas, ahora las hadas madrinas nos estamos cuidando porque muy pronto vendrá la competencia de Fitness Fairy donde las mejores esculturas como yo van a participar. —dijo con un aire de adolescente engreída. Le extendió una pequeña tarjeta en manos—. Toma, puedes votar por mi en esa página.

Unicorniocienta confusa y sorprendida agarró la tarjeta y se la guardó en un bolsillo de la pijama que llevaba puesta. Esta iba a preguntar pero la nada madrina habló de una vez sin dejarla hablar.

—Por cierto, cuando vayas a tirar algo por la ventana mira bien hacia abajo primero. —Ella le preguntó el por qué de eso que le había dicho—. Pues... ¡Porque el bello vestido lleno de lodo me cayó en la cabeza dejándome toca sucia como un cerdo! Tuve que irme y darme una ducha para venir donde ti y que puedas ir al baile. Malagradecida.

La hada madrina se había alterado y Unicorniocienta se asustó. Estaba tambaleándose cuando la hada madrina pronunció unas palabras en Japoneses y Chinas y ésta perdió los efectos del alcohol.

—Estoy aquí porque irás al baile hoy, serás la más bella mujer después de mi obviamente. —agregó—. En ese baile.

Después de una pequeña charla ella pronunció otras palabras rarísimas que sólo ella entendía y la cambió de ropa, ahora tenía un vestido rosa oscuro, unas zapatillas rosas claro, hermosas de cristal, con el pelo recogido en un moño muy alto.

—¿Y no me puede cambiar estas zapatillas por unos tenis Adidas? —preguntó mientras la hada se negaba—. ¿Y por unos Jordan?

—Marima.... Digo jovencita. —corrigió antes de meter la pata—. ¿Cómo se le ocurre que con un vestido, peinado y maquillaje tan elegante le pondría unos zapatos Adidas o unos Jordan? Esto es un baile elegante no una fiesta de disfraces.

—Odio las zapatillas, si usted es mi hada madrina lo debe de saber. —atacó enojada-. Además los Adidas están de moda, ¿qué le pasa?

La mujer respiro profundo para no caerle a bofetadas o algo, no sabia como de tantas jóvenes decentes y educadas le tocó esa cosa.

—¿Y no tiene un transporte para ir? —preguntó cambiando de tema y mirando hacia todos lados.

Después de darse cuenta que no había carruaje para ella ir al baile. Convirtió una sandía en el carruaje, tres gatos en los caballos que llevaban el carruaje y una rata quien era el señor que conduciría el carruaje.

Unicorniocienta iba por todo el camino escuchando los maullidos de los caballos-gatos, pues a la hada se le olvidó quitarles los maullidos. Cada ves que el ratón-señor les golpeaba con su látigo ellos hacían maullidos. Eso parecía un zoológico lleno de animales que salieron mal de un experimento de un loco o algo así. Así fueron por todo el camino hasta llegar al castillo.



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En el texto hay: humor, cenicienta, romance amor

Editado: 21.03.2020

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