Unicorniocienta

Borracheras y peleas.

—¡Negra inmunda! —gritaba la madrastra cuando abrió de golpe la puerta.

—¡Era muy fea! ¡¿Por qué se fijó en ella?! —se quejaba Pizzella mientras caminaba detrás de su madre.

Todo salió mal para ellas, el Príncipe no había visto a Pizella, y no le puso asunto a Anaspizza por aquella chica misteriosa y roba prometidos.

Unicorniocienta apenas salía del baño de servicio con el pelo mojado y su cara pasó de india a blanca por tanta agua que se había echado. Aún no podia superar como hacia algunas horas estaba hablando con una rata en algo así parecido a una calabaza formada en carruaje mientras trataban de escaparse de la seguridad de reino. "¿Cómo carajos a una persona normal le ocurren esas cosas tan raras?" se preguntaba cada vez que podia. Ella no se percató de que las brujas y la bruja mayor —su madrastra— estaban en casa, tratando se buscar un escondite para que la bruja mayor no le preguntara por qué se bañaba a las 3am de la madrugada se escabulló por la cocina, buscó una bolsa de basura y ahí echó los trapos rotos que quedaron del vestido, y la zapatilla plateada poniéndola dentro del cesto de basura.

—¡Mamá una muerta! —gritaba Pizzella a la vez que sostenía una escoba y la agarraba escobazos.

Era de madrugada y la cocina tenia las luces pagadas, mientras Pizzella mataba a unicorniocienta a escobazos como si de una gallina se tratase esta decía todas las groserías que veían a su boca mientras las gritaba alguien llegó a la cocina, y de repente se prendió la luz, definitivamente eran la bruja mayor y Anaspizza.

—¡Pizzella! —esta paró casi de inmediato al escuchar quien pronunciaba su nombre, dedicándole una sonrisita a Unicorniocienta. —¿No vez que es la imbécil de la mucama? Una muerta seria más bonita. —terminó de decir esta.

Gracias por su ayuda, maldita vieja. Pronunciaba una y otra vez Unicorniocienta en su cabeza con sarcasmo.

Las dos chicas no se veían bien físicamente, estaban borrachas por lo que Unicorniocienta pudo notar tenían el maquillaje todo desarreglado y feo como si se hubieran hecho un mar de lágrimas,  y su madrastra estaba casi igual que ellas, claro sin mencionar que esta no tenía el maquillaje dañado ni nada, pero se veía que también se dio sus tragos.

—Están borrachas. —pensó unicorniocienta en voz alta.

—¡No estamos borrachas! Y tú...—la señaló de arriba a abajo con su dedo—. Tú vete a ordenar la casa o bañar al gato, no sé.

Al inmediato de que la bruja mayor terminara de hablar el gato levantó la cabeza donde descansaba bonito y salió corriendo de la silla donde estaba, con toda la prisa posible para largarse de allí. Unicorniocienta sólo se reía mientras veía a su madrastra tambalearse y empezar a cerrar constantemente los ojos de la borrachera.

La bruja mayor se había dado cuenta de la burla de unicorniocienta, así que empezó a regañarla y amenazarla con tareas absurdas y todo eso, sus hermanas se dieron por vencidas con la borrachera que se cargaban y se fueron a su habitación pero como no podían ni moverse mucho sólo cayeron a la cama y ahí quedaron mientras que la madrastra de Unicorniocienta sólo se quedó allí en una silla donde estaba el gato anteriormente en el comedor que estaba en la cocina y ahí cayó la última rendida. Tenía parte de su cuerpo descansando con mal posición encima de la mesa mientras que estaba literalmente dormida encima de la mesa. Unicorniocienta se quedó allí y la observó por un rato mientras que esta pronunciaba su nombre entre sueños constantemente mandándola a hacer tareas de la casa.

—Vieja frustrada, ni durmiendo deja de pensar en mí. —habló la chica muy bajo para no despertarla y que sus ordenes se hicieran reales—. Aunque...

Mientras la observaba bien tuvo una brillante idea para de paso vengarse de ella y del su intento fallido de YouTuber de su hija, pizzella.

Fue al patio oscuro y buscó unas cuentas botellas de cerveza de las que se había bebido anteriormente, y las colocó al lado de su madrastra, mientras que halló dos que esta dejó sin abrir y pues abrió una y las dos juntas se las puso al lado aunque la que había abierto se la puso como si la agarrara con la mano. Le puso los lentes oscuros que Anaspizza había dejado en la sala y le pintó los labios de color rojo chillón, le puso algunos adornos de fiesta encima y para darle toque a su look le dañó su moño alto de señora dejando su pelo negro y largo por sus hombros hasta su espalda. Luego sin problemas fue había la habitación de sus hermanas donde estaba Pizzella encima de su cama tirada, buscó el celular y vio como le pedía la contraseña de inmediato, esos iPhone podían ser caros y toda la cosa, pero ella los manejaba bien. Así que sin problemas puso en contraseña "YouTuberNumberOnela sabia porque un día intencionalmente observó como esta ponía su contraseña, y lo único que se preguntaba era ¿A quién carajos se le ocurría poner esa contraseña? Ah verdad, a Pizzella.



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En el texto hay: humor, cenicienta, romance amor

Editado: 21.03.2020

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