—Pero hijo no puedes irte para el pueblo así como si nada y sin protección. —le repitió su padre por quinta vez—. Tratas de buscar a una chica cuando aquí hay miles que pudieras desposar como tu esposa no pue...
—¡Papa! —interrumpió el príncipe sobresaltado por la osadía de su padre—. Es mi decisión y ya la tomé. Así que creo que es mejor ya no hablar más del tema.
El príncipe André siempre obedecía a su padre en todo, lo amaba, pero a veces le molestaba que su padre creyera que él podía ser un mujeriego, antes que un príncipe con muchas libertades él se consideraba un hombre, un hombre que respetaba a las mujeres y así mismo. Cuando era pequeño su madre siempre se encargó de inculcarle buenos valores y ahora de grande no los echaría a la basura sólo porque sí.
Su padre cansado de estar diciéndole lo mismo sólo calló... Estaba triste, no lograba entender a su hijo, pero aún así no podía convencerlo porque así era el príncipe, cada que se le metía algo en la cabeza nadie se lo sacaba. Sin más que decir éste con su cara más seria y esos ojitos de perro arrepentido se acercó a su hijo e iba a disculparse por tratarlo como si fuese un niño cuando André le tomó la delantera.
—Me cuidaré, pero como sé que no estarás tranquilo me iré con Kiker para que no te preocupes. —dijo este con una sonrisa ladeada de brazos cruzados enfrente de su cama.
Su padre sólo asintió aún con su cara y arrepentimiento mientras no pronunciaba una sola palabra.
—Oh, ya, venga acá. Cambie esa cara. —dijo André acercándolo para darle un apapacho como si los papeles se intercambiaron y él fuese el padre abrazando a su pequeña criatura—. Aunque a veces seas muy sobreprotector te quiero, papa.
—Yo también te quiero hijo mío. —dijo recibiendo bien el abrazo—. Y por ello...—cambio de inmediato su expresión terminando el abrazo y entrecerró sus ojos formándose varias arrugas alrededor, y con cara pícara—. Quiero que te aproveches y bueno si te reencuentras a la señora que vino la vez con la última chica que entrevistamos pues me traes su número, ya sabes...
Andre en vez de sorprenderse no aguantó y explotó de risa, sin dudas su padre nunca cambiaría, y ya era súper tarde para hacerlo cambiar.
TRES UNICORNIOS MÁS TARDE...
—¿Entonces ya me puedo ir? —preguntó a su madrastra mientras le pasaba su café frío.
—Sí, pero cuando terminen contigo te vienes de una vez. Y si me vuelvo a enterar que te fuiste a casa de alguien sin avisarme ya verás —advirtió tomando la taza de café con la delicadeza más posible en este mundo.
Ya eran las ocho y pico, casi las nueve de la mañana y esa mujer sólo pedía y pedía... Primero pidió que le arreglara la habitación, luego que limpiara los dos baños; el de su habitación y el de la sala, luego que arreglara las habitaciones de sus hijas, luego que limpiara la sala como mínimo, para que luego le hiciera un café y lo dejara enfriar por veinte minutos como a ella le gustaba y después que despolvara la habitación para huéspedes disque porque llegaría gente a quedarse ¡ella ni tenía amigos o familia! claro además de su hijas ya que ninguna de las tres comentaron algo de su familia materna...
Unicorniocieta iba hacia la salida con cara triunfal ya que su madrastra le dio el permiso, cosa que casi siempre le negaba. La alegría duró poco hasta que al oir otra vez la voz de esa vieja su cara cambió a un tono que solo ella podía hacer de odio y temor por que cambiara de opinión.
—Si me dices que no podré ir y me mientes o pones hacer algo más te hago tragar el café con todo y taza. —murmuro entre dientes enfrente de la puerta de salida.
—¿Qué dices criada? —preguntó su madrastra al no poder escuchar claramente lo que murmuraba.
—¿Qué si quiere que le lleve la taza que ire a la cocina a beber agua? —mintió con una sonrisa exagerada.
La madrastra negó, de inmediato se puso incómoda y algo nerviosa, era muy raro ver a esa reencarnación del demonio nerviosa o mejor dicho incómoda... Surgió curiosidad en el rostro de Unicorniocienta y entrecerró los ojos.
—Te quería...Te quería. —se aclaró la garganta—. Te quería preguntar si anoche llegue... Algo mal, quería saber si dije o hice algo que no va con mi conmigo, tu me entiendes. Es que no recuerdo mucho o mejor dicho nada de anoche. ¿Hice algo indebido?
Unicorniocienta por fuera estaba con el ceño fruncido, la cara más sería que podía tener pero por dentro moría de la risa, sólo recordar cuando a las cinco y algo de la mañana estaba gritando como loca disque que no quería ensalada y que quería empanadas y muchas frases absurdas que decía... Aunque no la dejaba dormir mucho esta si que se reía como loca y cuando sintió algo que chocó contra el piso y luego su madrastra grito "Quiero mi ranita, mamá. No se la de a Corni" le había sorprendido y asustado ya que no sabía si se trataba de ella ya que el señor del colmado le decía así o a alguien más... Pero la asustó más cuando fue a tocar su puerta a golpes a las seis de la mañana gritando a todo pulmón "Nunca debiste nacer, te odio, odio a Corni. ¡Las odio a las dos!". Nunca ella le abrió la puerta pero en la mañana se dio cuenta que esta loca estaba rayándole la puerta con un cuchillo para que saliera, eso sí que le dio miedo.
—No, no, ni se preocupe llegó de lo más normal anoche. —mintió otra vez con temor en sus ojos.
La madrastra se relajó como sí se había quitado un peso de encima y volvió con su cara normal de constructora mal pagada.
—Ok, te puedes largar criada.
La joven rodó los ojos y tomo su rumbo anterior, esa mujer era tripolar porque bipolar le quedaba muy pequeño. Mientras iba bajando las escaleras se cruzó con el gato raro de la bruja esa todo paso en cámara lenta pudo observar como este la miraba como si la conociera, como si la odiara y no quisiera saber de ella. Luego sin darle importancia se fue hacia el otro lado de la gran sala y subió las escaleras que la guiaban hacia el ático. Al entras se dirigió a su cama y se agachó en frente de esta, jaló una cajita que estaba adornada con la palabra BTS y unos chinos al lado de la palabra, que le habían regalado en una feria a ella no le gustaba BTS pero era el mejor disfraz para su monedero contra los robos.