André iba a dar una explicación con un poco de lógica para todos pero luego cayó en la idea que cayéndole bien a la madre de su futura esposa o algo parecido no ayudaba con lo que quería hacer.
—Pues así ando yo toodo el día en mi casa. Es que estamos en una parte del mundo tropical. —se excusó encogiéndose de hombros con una sonrisa.
—Ah, entiendo... —dijo la señora mirando sus pies—. Tienes buen pedicura de pies, ¿dónde te lo hacen así? —preguntó.
André abrió los ojos mirando confusa y sorprendida a la señora, miró a Katia levantando ambas manos encogiéndose de hombros ahogando una carcajada.
—Son hechos exclusivamente por mis zapatos... Y una vez cada tres meses con una estilista. —admitió.
—Dame su número pa....
—¡Ya! ¿pueden hablar de pies en otro momento? —interrumpió Katia riéndose—. ¿Te puedes retirar mamá? —preguntó.
La señora miró confusa a Katia sobre su hombro y luego miró a André.
—Luego se lo paso. —dijo este a modo de respuesta por su mirada.
—Luego me lo das. —afirmó y se fue—, que no se te olvide—avisó cerrando la puerta detrás de ella, para abrirla otra vez al segundo—.Un hombre con pedicura vale mucho la pena, anota eso Katia.
Esta vez cerró la puerta sin esperar respuesta. Entonces al instante Katia se estalló de risa como nunca en su vida, su maquillaje se le iba poco a poco mientras las lágrimas pasaban por sus mejillas rojas, no de dolor ni vergüenza sino de burla, no podía hablar porque cuando miraba los pies de André estallaba otra vez. André por su lado no sabía si reírse con ella, asustarse o llamar a un médico, entonces ahí fue cuando su perro todo peludo salió de entre las almohadas y sintió un alivio al saber que ahí no escondía algo feo Katia, ya estaba empezando a pensar mal.
—Él... El perri... Tu.... —se le entrecortaba la voz cada vez que se estallaba de la risa
André se sentó junto a la descontrolada Katia y agarró a Peluche entre sus brazos. —¿Crees que necesite una ambulancia?, tengo miedo. —susurró en el oído del perro.
Después de unos diez minutos André pudo calmar a la chica, estaba completamente relajada después de unos tres vasos de agua sin mencionar la que le hecho en la cara de su boca. Peluche descansaba en los pies de Katia, al parecer había desarrollado mucho cariño por ella.
—Peluche te quiere mucho. —comentó mientras lo veía en su regazo y ella pasándole la mano por su pelaje blanco.
—Tiene días en mi habitación. —le comunico sonriéndole al animalito. —Ah, por cierto, toma. —rebuscó en las almohadas hasta lanzarle un zapato todo roto y babeado—. Me lo trajo hace unas horas.
André sonrió negando con la cabeza mientras también acariciaba a Peluche, era el zapato por el cual casi le da un ataque al corazón hace poco menos de una hora y al final quien lo tenía era el famosísimo roba y destroza ropa de Peluche.
—Iba a preguntarte si por ese zapato viniste así, pero me has contestado mi pregunta. —confesó Katia ahogando una risa—. Oye, por cierto. Tenemos que hacer algo para no seguir con esta boda. —dijo cambiando repentinamente de tema poniendo su rostro serio.
André rió un poco estúpido.
—Menuda genia con la que me quieren casar. —bromeó irónico recordando que por ese tema venía.
Katia ignoró aquello para luego dejar a Peluche en la gran alfombra blanca y acomodarse más al lado de Andrés para seguidamente mirar por ambos lados, inclinar la cabeza hacia Andrés y hablar en tono de voz bajo:
—Esto es lo más absurdo, ridículo, estúpido y vergonzoso que me ha hecho pasar mi padre en toda mi vida. —admitió.
—Oye, oye, tampoco es que sea tan horrible casarse conmigo. —respondió ofendido poniendo su mano en su pecho.
Katia al instante trató de disculparse por hacerlo sentir mal, pero no podía permitir que sus padres hicieran aquello. Los dos se pusieron a pensar en algo para salir de aquello vivos y solteros, después de unos veinte minutos Katia fue la que reaccionó contándole su plan maestro para no casarse.
—¡Ya lo tengo!, contrataremos un padre falso para que nos case y cuando todos piensen que somos marido y mujer "irnos de Luna de Miel" pero en verdad nos iremos a Francia y cada quien por su lado ¡buajaja! . —tiró un grito muy alto de bruja triunfadora con una cara de malicia que sólo la hacía ver como una niña haciendo un plan para robarse las galletas de su abuela.
Andrés estaba sorprendido por aquella imaginación y abrumado al darse cuenta con que clase de loca lo querían casar, podía enojarse o simplemente ignorar aquella idea pero mejor optó por reírse sin control.
—Funcionaria. —respondió entre risas—. Pero con lo poderosos que son tus padres de seguro nos hablarían antes de que buscáramos lugar donde quedarnos. —se encogió de hombros.