—¡Corre que tengo que hacer un víd.... —gritaba a lo que vio por la ventana a Unicorniocienta barriendo la entrada de la casa. De inmediato abrió la puerta-. Miren quien está aquí... La arrimada, creí que ya te habías quedado por ahí. O mejor... Que ya nunca regresarías. -divulgó apoyada en la puerta.
Unicorniocienta la miró rodando los ojos. —¿Qué carambolas quieres? Vete a hablar mierda a otro, no estoy de humor.
Pizzella rió fuerte dirigiéndose hacia ella, agarró la escoba y se la tiró hacia un lado cruzándose de brazos con una sonrisa burlona.
—¿Recuerdas que me debes una? O no me digas que fue Rayas quien grabó a mi madre y lo subió a mi canal de YouTube y después puso aquellos estados en mis redes. Porque si fuese así sería un gato súper inteligente ¿no?.
Unicorniocienta puso la palma de su mano derecha en su frente cerrando los ojos. Hace una noche había esperado que ella se diera cuenta con muchas ansias y ahora las ansias se volvieron un fuerte enojo del que sabía que ella no era la que debía alzarse porque aunque le molestara sabía que Pizzella tenía todas las razones de enojarse y actuar así.
—¿Y ahora no dirás nada? —preguntó riendo. Pero su sonrisa duró poco cuando vio detrás de Unicorniocienta—. Me las pagarás... —dijo y se fue de allí.
—¿Qué carajos fue eso? —preguntó al aire viendo como Pizzella caminaba a paso rápido hacia la casa.
Se quedó mirando como la loca chica pelirroja golpeó la puerta muy fuerte detrás de ella. Unicorniocienta miró a su derecha y vio la escoba a lo que se fue a buscarla restándole importancia a las locuras de su hermanastra.
—Hola Corni. —saludó la señora misteriosa.
Unicorniocienta dio un brinco del susto que se dio al escuchar aquella mujer llamar de la nada detrás de ella
—¡¿Está loca?!, cómo carajos llega así de la nada por detrás. -dijo muy enojada y con una mano en su pecho-. Y me llamo Unicorniocienta, no Corni. —le dejó claro rodando los ojos.
La señora abrió los ojos y se quedó allí observándola, no sabía qué hacer o decir así que después de haber pasado toda la mañana soportando que Unicorniocienta le dijera "extraña" "mujer rara" o "desconocida" decidió presentarse, claro, sólo haría una parte de su presentación porque aún no era hora de que Unicorniocienta supiera quien era, necesita una aprobación primero.
—Me llamo Magali, pero me puedes decir Maga o Li como pocos me conocen. —dijo riendo. Dejó sus compras en el césped para darle la mano.
Unicorniocienta simplemente respiró hondo y dejó que el susto se fuera para luego darle la mano a la ahora "no tan extraña mujer que camina semidesnuda por su no casa". Al darsela sintió confianza y protección, pero ella no podía sentir aquello porque ni la conocía no sabía cómo era posible aquello, pasar del odio a aquel extraño cariño de la nada. Después de intercambiar miradas unicorniocienta se puso modo perrita chihuahua oliendo por todo su alrededor hasta que se acordó....
—¡El arroz con leche! —gritó y salió disparada hacia la cocina.
TRES UNICORNIOS MAS TARDE
—Está bueno. —dijo Magali aprobando el arroz con leche—. Aunque le faltó un poco de azúcar. -admitió.
Unicorniocienta sonrió de oreja a oreja y exclamó un fuerte "¡sí!" que se oyó por toda la casa.
—Entonces ya se los puedo llevar ¿no? Porque estoy aprendiendo a cocinar cosas más allá en un curso de cocina que me dan en el salón. -dijo sacando arroz con leche en una vasija grande-. No voy casi siempre al salón aunque ahora mismo me veas con este horrendo tubi de colores, pero cuando voy hacer las compras del mercado me paso por allá, ellas me dan recetas y las apuntó en ese cuaderno. -señaló con la vista un cuaderno que estaba decorado con un arcoiris encima de el comedor de la cocina.
Magali alzó ambas cejas.
—¿Y qué harás con eso? —preguntó refiriéndose al arroz con leche en la vasija ya tapada.
Unicorniocienta puso un plato debajo de la vasija para que esta no le quemase los dedos al estar tan caliente y le respondió:
—Es que ayer se han mudado una parejita de ancianos aquí en frente y les voy a dar la bienvenida, ayer no pude así que hoy me aprovecho. —le informo saliendo de la cocina hacia afuera.
Magali la dejó ir mientras que sonreía al ver que aquella chica era humilde y tan buena con las personas.
—Unicorniocienta, deja eso. Necesito que hablemos. Y Maga, déjanos solas. —le avisó la madrastra al bajar las escaleras, mientras que Magali se iba de ahí no muy confiada en lo que hiciera la madrastra.
—Necesito llevar esto ahora, no puedo.... —Se paró al ver la madrastra llegar a donde ella-. Les voy a dar la bienvenida a los vecinos nuevos.