Unicorniocienta

Una cena muy graciosa y saludable.

Unicorniocienta estaba bajando los escalones que daban a su ático con toda delicadeza de no partirse otro hueso o pasar el ridículo. Tenía un vestido negro que llevaba la espalda afuera y dejaba ver su brasier negro a la vista de todos, unos adidas blancos con rayas negras y el pelo suelto, lacio y las marcas del tubi por donde empezaba su pelo. Iba apurada caminando cuando escuchó voces a lo lejos; provenían de afuera, al parecer allí estaba Pizzella hablando o casi gritando de emoción. Al salir pudo ver cómo le hablaba a André y Katia sólo reía dentro del carro.

—¿Pero no me puedes decir a quién esperas? ¿es una princesa? ¿o podría ser una plebeya? Pero no, eso es lo más cliché y absurdo que le pasaría a un príncipe. —preguntaba dando su humilde opinión de paso mientras lo grababa con su cámara de hacer videos para YouTube gorro.

—Sólo te puedo decir que.... —miró por encima de ella y vio a Unicorniocienta parada en la puerta—.... Que aunque no tenga sangre de reyes es una bonita princesa, como todas las mujeres. —dijo recalcando lo último y se dirigió a esta—. Que buen disfraz. —bromeó al estar cerca.

Unicorniocienta rodó los ojos a la vez que Pizzella casi dejaba caer su quijada al piso de la impresión. Simplemente apagó la cámara al ver que a quien esperaba era Unicorniocienta, lo más seguro era que grababa para su cabal de YouTube presumiendo a sus seguidores que el príncipe André había estado en la entrada de su casa.

—Que te digo, no soy de ir a restaurantes. Sólo a bares. —murmuró muy bajito para que su hermanastra no la escuchara. Encogiéndose de hombros.

—¿Que te paso en la mano? —le preguntó asombrado al verle el vendaje de su mano.

—Nah, no es nada importante, solo es una pequeña quemadura de agua

caliente. —mintió con la segunda sonrisa más falsa que había puesto en toda su vida.

—Ten más cuidado la próxima vez. —sonrió ligeramente asintiendo mientras que fue a despedirse de la hermanastra de Unicorniocienta. —Bueno, hasta aquí llegamos. Un gusto conocerla, linda Nutella, Pizza Ella...

—Pizzella. —le corrigió un poco molesta—. Me puedes buscar en mis redes como "Pizza Bella". Pero mi pregunta es, ¿cómo conoces a... —miro de arriba a abajo a su hermanastra que había llegado junto a André—... A Unicorniocienta? Eres un Príncipe. —expresó algo incrédula.

—Así es la vida querida Pizzolla, nunca sabes con quien te puedes topar. Pero algún día que venga con calma tal vez te cuente. —le abrió una las puerta de atrás a Unicorniocienta y se montó en la parte del conductor de su auto.

—¡Me llamo Pizzella! ¡PIZZELLA! —le corrigió mientras que este encendía el auto y se iba a toda velocidad—. ¡Y que no se te olvide buscarme en mis redes sociales como Pizza Bella!

—Hoy seré su conductor. ¿A dónde quieren ir a cenar, bellas damas? —preguntó mientras se estacionaba en un lado de la calle vacía.

Unicorniocienta confusa miró a Katia la cual se volteó hacia atrás para verla porque estaba sentada delante al lado de André. Las dos se miraron y pusieron unas caras de pervertidas que solo ellas entendían, mientras que André mirándolas por el retrovisor arrugaba la frente haciendo notar que no entendía nada de lo que pasaba.

—Vamos a un bar. —ordenó Katia después de unos minutos de suspenso.

—¿Qué? Esos lugares no son para unas damas como ustedes... —Unicorniocienta lo miró con el ceño fruncido—. Ok, está bien. —dijo al fin y arrancó el auto.

Nota cinco. Prestar más atención a lo que me dicen antes de hablar. se recordó asimismo Andre pensado en lo primero que la chica de tenis y vestido le había dicho

André puso música de reggaeton viejo mientras que Unicorniocienta cantaba a todo pulmón y Katia sólo cantaba en voz baja una de tres palabras que decía y creyéndose una profesional solo por cantar el coro. André se dirigió a dos bares que estaban cerrados hasta que cruzó por frente a uno y Unicorniocienta lo mando a detenerse.

—¿Qué pasa? —preguntó bajando el volumen a la música.

—Ese, ahí... —señaló a su izquierda un bar—, venden barato, bueno, y el dueño es mi amigo. —aseguró mientras trataba de abrir la puerta del carro.

—No creo que ya ese señor sea tu amigo. —avisó André poniendo seguro a las puertas—. Aquella noche que te llevé a casa.... Mejor ni querrás saber. —dijo arrancando el auto de nuevo.

—¿Qué? ¿Qué pasó? —preguntó—. ¡Dime! —exigió y este paro el coche de inmediato.

André no estaba muy seguro de decirle pero por su insistencia sabía que debía decirle o si no estaría todo el camino con ella gritándole. La conocía muy muy poco, pero con ese carácter ya sabía lo que iba a pasar.



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En el texto hay: humor, cenicienta, romance amor

Editado: 21.03.2020

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