Unicorniocienta

Una tarde soleada.

Canciones de Chayanne, nadie en la casa y un montón de ropa lavando. Qué más podía pedir (además de ser independiente, tener a sus padres vivos, ser rica, casarse con alguien, tener muchos enamorados, que Zayn Malik volviera a 1D, comprar una tienda de dulces solo para ella, conocer a cantantes de baladas, nacer en los años ochenta, y no tener hermanastras) para que aquel día fuese más perfecto, pues ella no lo sabía. Estaba súper feliz de que la madrastra se fuese a quién sabe qué hotel a encontrarse con un nuevo viejo para estafar, que Anaspizza se fuese con sus amigas de pasadía, Pizzella se fuera a grabar (o eso era lo que ella pensaba la última vez que la vio) y que Magali se fuera de la ciudad quién sabe para dónde a hacer quién sabe qué. Era muy feliz estando sola en aquella casota hasta se sentía la dueña y señora, de los aires sacó al gato a escobazos sucios de la casa, se había ganado unos dos arañazos, pero no se comparaba con la felicidad de verlo por ahí y engrifándose como el diablo cuando la veía venir. Lo único que le molestaba era tener unas tres fundas enredadas en la mano izquierda para no mojar la venda mientras sacaba la ropa de lavar y la pasaba por el suavitel.

¡Debes brindar amor para después pedir, hay que perdonar para poder seguir!.. —cantaba a todo pulmón madre tierra mientras sacaba la ropa de lavar para meterla al secador—. ¡recuerda que tenemos solo un viaje de ida, y hay que darle gracias siempre a la vida! ¡A LA VIDAAA!

Cantaba como loca de la alegría. Aquella canción la llenaba de esperanzas y mucha felicidad, estaba segura que todos los vecinos estuvieran quejándose más de su voz de chiva pariendo, pero ellos tenían que entender que él era Chayanne, aquel Chayanne que nunca pasará de moda. Así que siguió mientras agarraba su cubeta con ropa y se iba al jardín de adelante a tender porque el de atrás estaba que no cabía ni un brasier.

Cuando estés perdido y no sepas donde vas... Recuerda de dónde vienes y qué bien te sentirás, siempre que llueve escapas, son consejos de mamá que con la bendición de tus ancestros llegarás. —gritaba a todo pulmón.

Estaba tendiendo la ropa mientras que todos los que pasaban por allí se quedaban mirándola como si le hubiera crecido dos piernas más, mientras que pocos simplemente pasaban sin darse cuenta de las bailadas de aquella chica.

Caer es permitido y levantarse es obligado...

No tires piedras al vecino si de cristal es tu tejado... —siguió una voz conocida.

Perro que ladra no te asustes, nunca te morderá... —siguió Unicorniocienta abriendo los ojos al ver a aquella conocida.

—Dile eso al perro de la Josefa que casi me deja sin pié. —dijo la anciana indecisa en si reír o enojarse.

Unicorniocienta rió a carcajadas mientras que le dio un apretón de abrazo a la doña frente a ella.

—Ay Mireya, usted siempre dañando las canciones, tan bien que íbamos. -se quejó terminando el abrazo-, además deje el drama, es un chihuahua número cuatro no un perrote de esos negros que tienen collar de púas.

La doña la miró de arriba a abajo indiferente. —Dile eso a la loca de Josefa que me deja corriendo con su perro detrás mientras ella reía sentada en su cómoda mecedora. Por eso es que está más sola que tú. —afirmó.

—Ay por favor, nadie está más sola que Josefa... Mejor ayúdeme a tender mientras me dice que hace por estos lados. —sugirió cambiando de tema.

La doña empezó a ayudarla a tender ropa sin ningún problema, claro, sin mencionar que tenía que ponerse de puntitas para alcanzar el alambre ya que parecía la mamá de los siete enanos.

—Pues estaba visitando a Helen y me vine para tu casa, temía encontrar a la araña esa ya que la última vez que vine me echó como si fuera un perro sólo porque le sugerí ponerle un color más alegre a las paredes de la prisión esta. Pero suerte que te encontré a ti. —rió por lo bajo.

—See, ella me comentó algo... Pero no me diga que Helen se mudó otra vez... —dijo y la doña le asintió con la cabeza—. Demonios, si por cada vez que Helen se mudara le dieran cinco pesos de seguro ahora mismo tuviera a Shakira lavándole la ropa y a Maluma fregando los platos.

—Su récord ha sido tres meses y diez días. —le hizo saber—, pero sabes, me dijo que me esta era la última vez, aunque eso lo ha dicho más veces de las que puedo contar...

Las dos se pusieron al día con las cosas que les habían pasado últimamente y los chismes del salón ya que todas preguntaban qué le había pasado a Unicorniocienta porque esta tenía días sin pasarse por allí. Al cabo de una hora la doña se fue dejando a Unicorniocienta con poca ropa por lavar ya que mientras ella iba lavando la doña le tendía. Ante todo la ayuda entre colegas. Cuando Unicorniocienta terminó de lavar la ropa estaba seca por aquel calor infernal que hacía, mientras escuchaba Best Song Ever de One Direction aunque lo que más cantaba era él coro, debía de admitir que no sabía inglés, así que con todo gusto y emoción esperaba el coro.



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En el texto hay: humor, cenicienta, romance amor

Editado: 21.03.2020

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