Faltaban unos cinco minutos para que fueran las ocho y todavía no se le quitaba la diarrea y el dolor de barriga, al final aquel desayuno no estaba envenenado, pero sí que tenían muchos laxantes. Cuando terminó de vaciar por séptima vez su estómago se paró y buscó la tableta donde después de averiguar todas las vueltas entró a las cámaras donde o primero que vió fue una hermosa cena, hasta parecía navidad en pleno verano, había un pavo grande en medio de la mesa, dos platos, velas, un vino, dos copas y dos sillas. La mesa tenía un hermoso delantal color rojo vino.
Levantó la vista de la tableta rodando los ojos viendo por la ventana, pudo observar la silueta de alguien caminar hacia la casa, al pasar por una lámpara pudo confirmar que era el mismísimo Príncipe André, caminaba con un estilo propio, estaba vestido formal sólo que esta vez el traje era negro y en la mano llevaba una rosa amarilla, se le iba a caer la quijada al ver como se molestaba en llegar así sólo para cenar con alguien que prácticamente no conocía.
Al no verlo más se fue directo a la cámara que mostraba la entrada; cuando aquel timbre sonó una señora de avanzada edad con un delantal delicado y un traje abrió la puerta, a simple vista se veía que era una empleada.
—¡Una sirvienta!. —exclamó ahora sentada en la cama al ver lo rápido que la suplantaron.
Anaspizza de inmediato se volteó hacia detrás pero no sin ante con el control apagar todas las luces, solo dejando ver la luz de las largas velas en el medio de la mesa. Eso fue raro.
—Hay cosas cursis y estúpidas y luego está esto —soltó con cara de asco.
—A eso les llaman cliché —le informó Michaely al lado de ella en la cama comiendo un pedazo de pan más grande que su cabeza.
Unicorniocienta se volteó rápidamente al ver aquellas ratas a su lado comiéndose aquel pedazo de pan acostados en dirección hacia la tableta como si estuviesen en un cine comiendo palomitas mientras miran una película la cual por sus caras han visto más veces de lo que pueden contar.
—¿Qué mierda es un cliché? —preguntó confundida.
Michaely miró a Erick para que este pusiera atención y respondiera por él.
—Según San Gugle se refiere a una frase, expresión, acción o idea, que ha sido usada en exceso hasta el punto en que pierde la fuerza o novedad pretendida.
Unicorniocienta frunció el ceño.
—Erick quiso decir que es algo muy usado, que siempre se repite de la misma manera tal como las películas de el popular y la fea. Ya déjenme ver que él ha llegado a la sala a encontrarse con su amada.
Los tres la observaron la pantalla.
André ya había entrado a la gran sala, se veía un poco nervioso, no dejaba de mover la rosa entre sus manos, estaba como Unicorniocienta la primera vez en aquel castillo, toda perdida. Aunque aquello no se podía comparar con aquel castillo de cuentos de hadas, ella podía jurar o hasta cortarse el dedo meñique de su pie el cual era el que menos le sirve a que solo el cuarto de él es más grande que aquella sala.
—Está nervioso —dijo Michaely masticando su pan.
—Primero ahogate con el pan antes de volver a decir eso.
—Y tú estás celosa Te entiendo, sentí eso cuando mi penúltima novia me dejó porque aquella rata podía conseguir más quesos que yo.
Unicorniocienta miró al techo y volvió la vista a la ventana, estaba enojada, estaba enojada, no se podía reír, de eso no, tenía ganas de tirarse unas buenas carcajadas, pero no podía porque por dentro sentía algo super extraño que la llenaba de odio. Podía ver como André se arreglaba el pelo y se pasaba la mano por aquel traje maravillosamente perfecto, pero quiso pensar que así era la gente de dinero, super arreglada.
—Eh... Buenas noches —saludó muy normal regalandole una sonrisa a Anaspizza.
—Y aquí es cuando sus miradas se cruzan y crece el amor a primera vista de ambas almas que son distintas, pero se complementan. Que...
Tanto Erick como Unicorniocienta se quedaron mirándolo como si estuviera recitando un poema en chino.
—Eh, ¿qué ha sido eso? —preguntó su amigo boquiabierto—. Cuando te conocí tú no eras así.
Michaely les sonrió, casi, casi, casi mostraba vergüenza.
—Oh, es que últimamente eh estado leyendo unos libros bien clichés. Se me ha pegado lo cursi, aunque también soy humano, déjenme ver historias ya creadas de mil maneras. Donde Tasha y yo tenemos un final feliz. —dijo esto último poniéndose una pata en su pecho como ofendido.
—Superala, chico. —aconsejó Unicoriocienta media asustada.
Este le cortó la mirada como toda una diva ratona y siguió viendo las cámaras. El príncipe ya estaba sentado con una ahora incómoda sonrisa y la rosa amarilla estando en manos de Pizzella.
—¿Entonces también estabas allí?
—Sí, pero ni tuvimos tiempo de interactuar, que lastima ¿no?.
—Pues sí pe...
—Pero lo importante ahora es el presente. ¿Aún busca chica para casarse?.
André se quedó pálido, mudo por unos segundos cuando por fin habló tartamudeando. Un príncipe tartamudeando, sí, eso era lo último.
—No, ya... Ya estoy comprometido. Lo anuncié hace unos días por mi instagram. ¿No me sigues?. —sacó su móvil lo desbloqueó y lo extendió hacia ella—. Este es.
André sabía que aunque no estuviera enamorado de Katia tenía que aparentar y hasta le servía para estas clases de conversaciones.
—Oh sí. Wow, tienes muchos seguidores. ¿Por qué yo no tengo tantas notificaciones así?
Andre río y guardó su móvil.
—Lo que pasa es que ahora sólo uso twitter y como no lo usas. —se encogió de hombros.
—Esto es más aburrido que ver a un perro cagando, porque al menos me puedo divertir viendo la cara del perro cuando no le sale pero esto es completamente aburrido. —recalcó sin despegar la vista de la tableta.
TRES UNICORNIOS MÁS TARDE....
Unicorniocienta puso cara de asco oyendo aquello. Y así pasaron unas dos horas, viendo y oyendo como aquellos dos individuos hablaban de las redes sociales, de Maluma, CNCO y actores estadounidenses de los cuales ni sabía que existían, no sabía porqué la madrastra quería que viera aquella estupidez de cita pero ya después vería si andaban juntos o no. Tenía que haber beso en aquella despedida o abrazo de un minuto para ser una cita disque romántica, o al menos así creía ella.