Unicorniocienta

Aquella mañana

—Abre esos ojos.

—No me jodas... Lo más seguro ya se murió. —supuso su amigo al recordar la cólera que le hizo pasar hace unas horas atrás.

Ya tenían un buen rato tratando de despertarla, hasta que a Erick se le ocurrió una estrategia.

—Michaely está aquí.

—¡¿Dónde está ese hijue....?!

Michaely agarró una media que tenía al lado y se la metió en la boca. —¿Quieres que las locas se despierten?

La chica que dormía con medio cuerpo fuera de la cama abrió a todo los ojos y se sacó rápido la media de la boca.

—Asco. ¿Estás loco? —exclamó tirando saliva al piso.

—Te dije que estaba sucia. —dijo Erick a Michaely mientras que este se escondía detrás de su amigo al sentir la mirada de Unicorniocienta—. Mira, la cosa está así, ya robamos la llave y tu cuarto está abierto, así que nos ahorramos el show para cuando salgamos de aquí, ¿si?

Unicorniocienta asintió, rápido se bañó, se puso un pantalón jean, unos zapatos negros, un suéter y encima un abrigo, fue a la esquina de su cama y cogió su mochila con su ropa. Hizo todo en unos treinta minutos muy deprisa.

—Vamonos. —avisó mientras caminaba al frente.

Sus dos compañeros se quedaron atrás mirándose uno al otro mientras que uno habló primero.

—¿No te vas a peinar? —preguntó Nick haciendo que esta se volteara a verlos a ambos.

Se dió una mirada rápida al espejo, miró su pelo todo envuelto en lo que debería de ser un moño pero parecía un nido de aves mal hecho, arrugó la frente y despreocupada se alzó de hombros.

—Estoy bien así, vamonos.

Los dos se miraron mutuamente y compartiendo su despreocupación se fueron detrás de ella hacia la salida, la verdad es que hay que admitir que salir de allí fue súper fácil; no había ni una mosca despierta, hasta se le cayó el vaso bebiendo agua y nadie se levantó, y como ella es humana y tenía que permanecer hidratada y alimentada se robo toda la comida que aguantó la mochila más unas cuantas cosas que se llevó en dos fundas, no sabía a dónde se iría y si iba a estar debajo de un puente lo estaría pero hartandose y haciendo lo que su estómago le pidiera. Al salir de la casa miró a todos lados, según lo que Michaely le había dicho cuando salieron eran las 4 de la madrugada, no sabía para donde ir o que, no conocía la dirección de ninguna de las mujeres del salón ya que sólo las veía en el salon, pensó en ir a la casa de la vecina del frente pero ahí mismo lo descartó ya que mientras más lejos se fuese mejor, no quería estar allí cuando la madrastra se enterara que la dejó sin una sopita en su cocina.

Hasta que pensó en irse al pueblo de Katia para esperarla allí y hablar con ella, pero claramente no podía ir allí por dos sencillas razones; quedaba lejos y no tenía ni un peso. Así que decidió ir a buscarla, sería arriesgado, pero la única que la podía ayudar era ella. Y cuanto antes la buscara era mejor para largarse de allí.

Con apenas las luces de los faros iba caminando por medio de la calle con Michaely y Nick encima de su mochila la cual sólo sostenía con su hombro derecho.

—Cómo es que se llama la tipa... —preguntó Nick

—Katia, y no es una tipa, es mi amiga. —le corrigió.

—¿Y por qué vamos a pedirle ayuda?, ¿que no tienes amigos o qué? —preguntó Michaely.

—Sí tengo amigos, tengo muchas amigas.... Lo que pasa es que no se donde viven, además ella es super buena onda.

Ambos rodaron los ojos no creyéndole. Seria algo ilógico pensar que una persona tan ocupada como una princesa se hiciera amiga de aquella chica y la ayudara. Ellos ya conocían a la gente de esa clase social mejor de lo que cualquiera pudiera pensar.

La madrugada era muy fría, le dio gracias a Dios por llevar abrigo puesto a pesar de que era primavera porque sino estuviera muerta del frío, su camino fue largo más de lo normal. Sólo pensaba en no hallarse a André cuando entrara al castillo o a la familia de él, la verdad es que ir a casa de alguien a contarle sus problemas personales no era algo que la hiciera feliz, hasta llegó a pensar en esperar a la mañana siguiente o algo, pero puso su mente en blanco y siguió su camino.

Al llegar vio a los guardias en la entrada, había pensado hasta en cómo saltar aquel muro, pero nunca en que hubieran guardias.

—¿Y ahora qué haremos? —preguntó Michaely viendo como Unicorniocienta se acomodó en un banco cerca.

—Espera. —dijo sacando una bolsa pequeña de la mochila.

—¿Esperar qué? —pregunto Erick de brazos cruzados y una pose de doña casi por mandarle un chancletazo a su hija malcriada.

—Esperar a que se duerman o se vayan, lo que suceda primero. Tengo hambre y sueño, no cené... —dijo bostezando mientras sacaba unos panes y un jugo de la bolsa.

Los dos se miraron entre sí, dándose cuenta de que arriesgaron su pellejo para que esta chica dependiera de otra chica que posiblemente ni le importara si respiraba o no, incógnitas de la vida.

TRES UNICORNIOS MÁS TARDES....

Ya eran las 8am y Katia aún no sabía que había sucedido en la cita que tuvo André con Unicornicienta, estaba en su cuarto mientras veía cosas en Instagram pero aún las dudas seguían ahí, así que parándose de su cómoda silla dejó su móvil en la mesa y salió a paso firme por la puerta hacía la habitación de André, ya estaba imaginando lo hermoso que tuvo que ser todo, ella estaba segura que ellos sentían algo más que la amistad que se decían que tenían. Ya los imaginaba agarrados de la mano mientras caminaban por toda la ciudad, que hermoso...

—André, soy Katia, ¿Puedo entrar? —preguntó tocando la puerta con los nudillos a lo que escuchó un 'sí' de dentro y abrió la puerta de inmediato—. Estoy tan intrigada con lo que habrá pasado en la cita, que no puedo esperar para que me cuentes.

André estaba tirado en su sofá grande acostado boca arriba en una pijama completa color verde con Peluche encima de su barriga lamiéndole la cara, mientras él sólo sonreía con pesadez sin ánimos.



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En el texto hay: humor, cenicienta, romance amor

Editado: 21.03.2020

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