Caminaba algo confusa y perdida, a lo que alguien salió corriendo de la casa, se oía la preocupación y el alivio y le dio aquel abrazo tan fuerte que le sacó todo el aire.
—Estuve muy preocupada, hija. —le expresaba a lo que le quitaba el pelo de la cara para verla bien—. ¿Por qué tardaste tanto?
—Eh…
—Unicorniocienta. —gritó Katia a lo que su madre le abrió el camino y esta le dio otro abrazo—. Nos dejaste tan preocupados. Hasta llamé a André, creo que le debo avisar que ya estás de regreso.
Katia le cedió espacio a la madre de Unicorniocienta para que estas siguieran hablando a lo que ella se fue a llamar a André.
—En serio, estuve muy asustada. —le aclaró.
—Es que, no sé… —decía mirando hacia el piso e imaginando todo lo que pasó—. Fue de pronto, Pizzella quería secuestrarme o algo así, me puso un tranquilizante y me caí, luego desperté en una choza, estaba amarrada. —le mostraba sus brazos con las marcas de las sogas—. Pero pude gritar, lo suficientemente fuerte como para que el chófer me escuchara y me salvara… Nunca había estado tan aterrada, me quiero ir lo más pronto posible de aquí. —empezó a llorar abriendo los brazos a su madre.
A la mujer se le partía el alma de solo pensar que perdería otra vez a su niña que no pudo evitar soltar unas lágrimas, y con más razón se irían de allí. Pero lo que más le horrorizaba era que su propia sobrina tratara de matar a su prima, la hija de la hermana de su madre. Y si eso era su hija, no quería saber de que era capaz Carmelita.
—Tranquila, ya mañana nos iremos… —trataba de calmarla mientras le daba golpecitos en la espalda.
Las dos entraron a la mansión y la chica se quedó mirando aquellos lujos, no sabía lo feliz que le hacía ver aquella mansión por dentro como si fuese de ella, y no se imaginaba cómo sería su futuro reino. Su madre personalmente la llevó a su habitación para poder sentarla ya que ella no quería estar sola pensando que Pizzella estuviese por allí.
Después de darse un baño y ponerse la pijama más sexy que encontró estaba haciendo poses a su espejo, de su blusa corta de tela fina negra y un short que le hacía ver la parte baja de sus nalgas Katia tocó la puerta a lo que esta se echó a la cama y se arropó de cabeza a pies para luego decirle que pasara.
—Hola. —saludó cerrando la puerta detrás de ella para luego irse a sentar en una esquina de la cama—. André me dijo que está muy preocupado por ti…
Ella no contestó sonriendo con los labios ladeados.
—Mira, él me contó todo… Sé que lo amas, pero al menos habla con él antes de que se vaya…
—¡¿André se va?! —preguntó sobresaltada.
—Sí, y lo peor es que ni me dijo a donde…. Estoy muy preocupada por ustedes, amaba su relación. No quisiera verlos distanciados. —le expresó un poco triste.
Estaba preocupada, de todo el sermón y consejos que Katia le daba ella simplemente pensaba en André, cómo se fue sin antes ni siquiera besarlo… Pero tal vez eso solo sería algo malo de todo lo bueno que vendría en su nueva vida de mañana en adelante…
TRES UNICORNIOS MÁS TARDE....
Se había levantado lo más temprano de toda su vida, no podía dormir sin pensar que nunca más volvería a ver a André, tenía la oportunidad y tal vez fuese la única en su vida. Así que a las cuatro de la mañana se levantó y robando las llaves de uno de los coches para servicios se fue a buscarlo, lo justo era que se fueran ambos y reinarán en aquella nueva tierra, no podía vivir pensando que del chico que estuvo enamorada aún antes de nacer se iba a ir así de la nada. Llegando al palacio los oficiales no la dejaron pasar con el auto así que se bajó y después de darles el sermón como quiera no la dejaron pasar ya que había llegado a las seis de la mañana y no era hora para visitas porque aún dormían todos allí.
Pudo ver como una luz se acercaba y salía por las orillas de el portón. Salió un auto con los vidrios subidos y no se podía ver el conductor, al salir el carro se paró y se pudo ver a André con ropa deportiva salir de inmediato corriendo hacia ella.
Le dio un abrazo muy fuerte sabiendo que era el último. A esta le encantó esa sensación, apoyando su barbilla sobre su hombro y sonriendo como nunca, se sentía importante, pero luego recordó que era ella quién era importante ahí fue cuando se le bajaron los ánimo.
—¿Qué haces aquí? —preguntó apartándose de ella algo confundido.
—Vine por ti. —le aclaró acariciando su rostro con sus manos frágiles.
Y mirando aquellos labios tan definidos que la enloquecian se acercó con brusquedad para darle aquel beso, pero este se apartó de inmediato sosteniendola por los hombros.
—No. —negó firme—, estuve pensando en lo que me dijiste… —bajó la cabeza—. Creo que tenías razón. Esto no funcionará.
Maldecía tanto por dentro pensando en qué le dijo, al parecer fuese lo que fuese funcionó demasiado como para terminar con lo que tenían.
—No, no. Fue mi culpa, no supe valorar lo que tenía. En serio, te amo. —decía desesperada
—Trataré de arreglar mi vida y hacer mi propio dinero, mi propia vida. Aprenderé a trabajar honrado, y cuando esté listo vendré por ti.
—Vámonos juntos… —le propuso ya no sabiendo lo que decía.
—¿Qué? Me dijiste hace rato… —negó con la cabeza—. Ya no importa. Cada uno necesita aprender por sí mismo.
No entendía por qué decía nada de eso, pero lo que sí sabía era que necesitaba de él, necesitaba de él para darse cuenta de que todo lo que hizo no fue en vano… Pero aún llorando él sólo se fue, como si el viento se lo llevara sin poder ni siquiera voltearse a verla mientras se iba. Ella quedó allí, con dos guardias mirándola como si estuviesen en el momento del drama de una película mientras fingían no mirar, entonces esta terminó gritando todas las groserías que se sabía a todo pulmón.
TRES UNICORNIOS MÁS TARDE....
Había llegado a la mansión y se había dormido, era aún muy temprano y no había pasado mucho desde que se acostó cuando escuchó a alguien tocar la puerta y le accedió el pase.