No recuerdo cómo empezó.
Solo sé que desperté en mitad del blanco.
No un cuarto. No un sueño. Blanco.
Al principio pensé que era el final. Que la muerte era esto: vacío, sin arriba ni abajo, sin preguntas.
Pero entonces llegaron los sonidos.
Un zumbido.
Un eco.
Mi nombre.
O lo que quedaba de él.
La voz no venía de afuera. Estaba dentro.
Como si alguien la hubiera instalado en mí.
Intenté moverme. No pude.
Intenté gritar. No tengo boca.
Solo sentí los impulsos. Como si mis pensamientos fueran caminos rotos que alguien intentaba encender.
Y cada vez que una chispa aparecía, un recuerdo distinto se borraba para siempre.
Una mujer de cabello naranja.
Un edificio alto.
Una canción.
Todo eso... se iba.
Reescritura de unidad, decían.
Optimización de respuesta.
No sabía qué significaban esas palabras, pero dolían.
Hubo un momento —no sé cuánto duró— en el que quise dormir de nuevo.
Apagarme.
Pero algo no me dejaba. Algo se arrastraba dentro de mí, como un reflejo que se niega a morir.
No era instinto. Era culpa.
¿Me dijeron que sería un héroe?
¿Me ofrecí? ¿Me eligieron?
No lo sé. No me dejan saber.
Pero siento que algo se quebró en el proceso.
Y eso que se quebró... soy yo.
Ahora camino. Disparo. Obedezco.
Y luego, me detengo.
Miro las manos que no son mías.
Escucho un eco que tampoco lo es.
Y entonces entiendo.
No hay retorno. Solo instrucciones.
Y detrás de cada una...
una mente ausente.
No recuerdo cómo empezó.
Solo sé que desperté en mitad del blanco.
No un cuarto. No un sueño. Blanco.
Al principio pensé que era el final. Que la muerte era esto: vacío, sin arriba ni abajo, sin preguntas.
Pero entonces llegaron los sonidos.
Un zumbido.
Un eco.
Mi nombre.
O lo que quedaba de él.
La voz no venía de afuera. Estaba dentro.
Como si alguien la hubiera instalado en mí.
Intenté moverme. No pude.
Intenté gritar. No tengo boca.
Solo sentí los impulsos. Como si mis pensamientos fueran caminos rotos que alguien intentaba encender.
Y cada vez que una chispa aparecía, un recuerdo distinto se borraba para siempre.
Una mujer de cabello naranja.
Un edificio alto.
Una canción.
Todo eso... se iba.
Reescritura de unidad, decían.
Optimización de respuesta.
No sabía qué significaban esas palabras, pero dolían.
Hubo un momento (no sé cuánto duró) en el que quise dormir de nuevo.
Apagarme.
Pero algo no me dejaba. Algo se arrastraba dentro de mí, como un reflejo que se niega a morir.
No era instinto. Era culpa.
¿Me dijeron que sería un héroe?
¿Me ofrecí? ¿Me eligieron?
No lo sé. No me dejan saber.
Pero siento que algo se quebró en el proceso.
Y eso que se quebró... soy yo.
Ahora camino. Disparo. Obedezco.
Y luego, me detengo.
Miro las manos que no son mías.
Escucho un eco que tampoco lo es.
Y entonces entiendo.
No hay retorno. Solo instrucciones.
Y detrás de cada una...
una mente ausente.
#269 en Ciencia ficción
#1807 en Fantasía
cienciaficcion y aventura, cienciaficcion fantasia accion, sciencefantasy
Editado: 14.08.2025