Unidos por el destino ©

Capítulo 16

Demian

"Estoy enamorada de ti..."

Cada palabra de aquella frase resuena en mi cabeza una y otra vez haciendo que mi corazón se llene de la felicidad que tanto ansiaba. Esa mujer ha conseguido que no necesite nada más que su dulce presencia para sentirme pleno.

Hemos pasado la tarde en la piscina interior del hotel, porque la lluvia nos ha impedido salir a disfrutar del día. Verla enfundada en aquel bañador blanco de dos piezas ha sido una tortura. Para mi y para unos cuantos hombres que han intentado disimular. Pero no los puedo juzgar. Esas curvas están hechas para enloquecer a cualquiera, en algunas ocasiones se me olvida que la dueña de esas curvas tenía apenas dieciocho años.

A las nueve hemos quedado para cenar con mis amigos. Miro el reloj que ya marca las 20:26. Aun disponemos de algo más de tiempo antes del encuentro. Tengo que reconocer, que estoy algo nervioso al pensar en la velada. Me han prometido intentarlo y confío en ellos, porque saben que esto es muy importante para mí.

Suspiro sin muchas ganas de levantarme de la cama. Volteo la cabeza al escuchar la voz de Merian. Está hablando con Alexis y parece feliz de poder hablar al fin con su amiga; a pesar de la diferencia de horario que las separa. La contemplo mientras da vueltas por la habitación de manera pausada, mientras ríe y hace alguna que otra mueca graciosa.

La cabeza me da vueltas al pensar en el momento en el que mis padres lleguen a conocerla. Eso me recuerda la pequeña charla que mantuve con mi querida y dulce madre al teléfono.

La mujer no paraba de gritarme y reprocharme, al parecer Rebeca se ha dedicado a divulgar sobre el divorcio. No entiendo tanta sorpresa por su parte. Llevamos con este escándalo alrededor de un año y al fin he conseguido lo que tanto ansiaba. Librarme de ella de una vez por todas.

Levanta de una vez, dormilón.

Hemos quedado a las nueve, tenemos tiempo.  su sonrisa me deslumbra. Abro los brazos como invitación y por suerte, no se lo piensa mucho. Acomoda su cabeza en mi pecho, mientras acaricio suavemente su espalda.

Se me hará difícil al volver a casa y no tenerte a mi lado por las noches–cierro los ojos aliviado de poder escuchar esas palabras.

¿Y quién dice que no podemos quedarnos juntos por las noches?  murmuro contra su pelo. Solo se encoge de hombros sin decir nada.

Escúchame bien, estamos juntos y eso significa que puedes estar las 24 horas del día metida en mi casa o yo en la tuya, así que no quiero que te preocupes por eso, no pienso dejarte sola ni un segundo en cuando volvamos a casa.

Nos adentramos en el restaurante del hotel y tengo que reconocer que ya son las 21:10. Estuvimos a punto de quedarnos dormidos, pero, el mensaje de Sandro lo ha impedido. Siento como la Merian aprieta la mía con algo más de fuerza. Está nerviosa. Yo también.

Todo estará bien, lo prometo.  asiente algo más convencida.

De acuerdo, vamos allá.

Damos los últimos pasos que nos faltan para situarnos delante de mis amigos. Parece que algo no va muy bien entre los dos ya que parece que están teniendo una pequeña y discreta discusión. Espero que Sandro no monte un espectáculo esta noche.

Buenas noches.

 ¡Demian! – me saludo Lisa con efusividad.

Sandro solo nos dedica un leve movimiento de cabeza, su actitud me está haciendo perder la paciencia, está siendo un completo capullo. Y eso que me dijo que iba a hacer lo posible para intentar conocer a Merian.

 Lisa, Sandro, ella es Merian. – mientras Lisa la recibe con los brazos abiertos, su marido decide adoptar una actitud distante, algo que consigue cabrearme.

Merian

 ¿Qué estás estudiando?  Lisa no ha parado de hablar en toda la velada, algo que ha conseguido apaciguar mis nervios, es una mujer muy agradable.

Me decidí por medicina, pediatría para ser más específica. Me gustan los niños.  termino por decir. Al parecer nuestra conversación ha conseguido llamar la atención de los dos hombres con los que compartimos mesa.

Eso dice mucho de ti, en un futuro serás una madre increíble. – sus palabras logran revivir mis nervios, esos que ya daba por muertos. Aunque, no lo niego, ser madre es uno de mis mayores sueños.

Es temprano para hablar sobre el tema, ahora estoy metida de lleno en las clases y en el trabajo. – la mujer asiente de acuerdo con mis palabras con una media sonrisa. Desvío la mirada con la intención de mirar a su marido, que lleva un buen rato sin hablar.

 ¿Vas a seguir trabajando? – su pregunta no puede parecerme más estúpida.

 Por supuesto, ese trabajo me ha sacado de más de un apuro y debo mucho a los dueños.  aquellas personas me han brindado su ayuda cuando más lo he necesitado y pienso cumplir con mi deber.

Antes de que alguno de los dos vuelva a ponerme alguna pregunta más, me levanto no sin antes disculparme con los presentes. Necesito un respiro.

Pongo las manos debajo del grifo mojándolas y antes de llevarlas al rostro, les quito el exceso de agua. Suspiro aliviada en cuanto el agua hace contacto con mis mejillas, que se encuentran demasiado calientes, más que de costumbre. Aquellos dos eran demasiado intensos y parecía como si estuviera formando parte de un interrogatorio más que en una cena amistosa y por no hablar de las miradas de Sandro. Me coloco el pelo sobre el hombro derecho antes de abandonar aquel baño tan lujoso, emprendo el camino con pasos tranquilos intentando no tropezar por culpa de los zapatos que había elegido para la velada. Eran bonitos y no había que ser muy listo para saber que eran caros, la suela roja los delataba. Sigo avanzando por el gran pasillo, pero, al doblar la esquina me doy de bruces con el cuerpo de un hombre.




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