Demian
Estoy sentado en el frío suelo de mi apartamento, mirando por la ventana sin en realidad ver nada. Es más, de media noche y por más que intento descansar, algo no me permite hacerlo como es debido.
Todos los acontecimientos que han sucedido hace apenas unas horas, casi consiguen acabar conmigo. Cuando recibí aquella llamada de Isabela desde el móvil de Merian contándome lo que había sucedido, no tardé ni un segundo en dejarlo todo para salir corriendo y llegar hasta ella. Estuve a punto de perder la cordura cuando vi a Meri en el estado en el que la encontré. Verla tan dolida y afectada con lágrimas deslizándose por sus rosadas mejillas, hizo que mi pecho se apretara de manera desgarradora. Me he maldecido una y otra vez, por mi culpa ella estaba y todavía está sufriendo. Jamás había tenido tanto miedo de perder a alguien. Solo de volver a recordar lo ocurrido, la piel se me eriza y mi respiración se acelera.
Hice mal y llevaré el resto de mis días esa carga sobre mi espalda. Aún no me creo que me haya perdonado, ninguna otra mujer lo habría hecho, ni yo mismo habría tenido piedad conmigo mismo. Pero ella es demasiado comprensiva, dulce y sobretodo está llena de bondad. No la merezco, siempre seré consciente de ello, pero al día de hoy se me hace imposible vivir sin su presencia. Haré lo que haga falta, para que todo lo que ha pasado, solo sea un amargo recuerdo, lucharé por volver a tener de nuevo su plena confianza.
Suelto un pequeño suspiro antes de levantarme del suelo y volver a la habitación de invitados. He dejado a Meri dormir sola, para no agobiarla. Por ahora las cosas tendrán que ser así, y lo acepto.
Justo antes de adentrarme en la vacía y fría habitación, un grito proveniente de la habitación principal hace que mi sangre se congele. No tardo ni un instante en echar a correr a toda prisa hasta allí, abro la puerta de golpe y veo a Meri fuera de la cama intentando controlar su respiración. Al verme parado en la puerta, no tarda en llegar hasta mí envolviendo los brazos alrededor de mi cuerpo, mientras entierra su rostro en mi pecho.
— ¿Estás bien? – pregunto con cierta preocupación.
—Sí, pero me asustó el no haberte encontrado a mi lado.
—Pensaba que era mejor darte tú propio espacio, al menos por un tiempo.
—No lo hagas.
La coja en brazos para volver a la cama. Me acomodo sin despegarla de mi cuerpo.
—Siento todo lo que ha pasado, yo...
—Tranquilo, no quiero hablar sobre eso y menos ahora, ya habrá tiempo, no te atormentes más, por favor.
Ninguno de los dos vuelve a hablar, hasta que minutos después siento su lenta respiración. Sentir su olor durante toda la noche se ha vuelto algo adictivo y por muy egoísta que suene, me alegra saber que soy el único hombre que ha tenido la suerte de estar tan cerca de su cuerpo. Es la única mujer que ha conseguido que me interese tanto por alguien, muchas han intentado atraparme, pero todas me eran indiferentes, hasta que ella llegó.
Merian
Anoche al volver a su casa después de todo aquello, ninguno de los dos soltó palabra. No sabíamos cómo volver a empezar una conversación. Fue el momento más incómodo que hemos vivido desde que nos conocemos. Sé que él solo quería darme mi espacio para poder asimilar todas las revelaciones. Pero poco después de haberme quedado dormida, un mal sueño hizo que al final me quedara de nuevo dormida, pero en sus brazos.
—Buenos días, cariño.
—Buenos días. – le devuelvo el saludo algo indispuesta.
—Demian ha tenido que irse, pero ha prometido llegar al medio día.
—De acuerdo. – me siento un poco decepcionada al saber que no está en casa. Tenía la leve esperanza de poder hablar con él.
Me gustaría poder hacerle muchas preguntas, pero no sé si eso sería algo apropiado. Esta mujer conoce a ese hombre mejor que nadie, es una de las pocas personas que podría contarme todo lo que me gustaría saber.
—Tienes que entender que las cosas siempre son complicadas, tú mejor que nadie lo debe de saber. –ha empezado a hablar sin que yo pregunte nada, por un parte le agradezco que lo haga. No sabría cómo empezar dicha conversación.
—Lo entiendo muy bien, pero podría haber confiado en mí, lo habría escuchado y apoyado más que nadie.
—Creo que acaba de darse cuenta de eso. Demian siempre ha sido un hombre con las ideas muy claras pero sus padres siempre han sabido cómo jugar con él. Nunca quiso decepcionarles. Hace unos años, empezó con los trámites del divorcio, pero, esa mujer se ha negado a todo, prolongando el proceso hasta hace pocos días.
—¿Nunca ha sido feliz con su mujer y con sus hijos?
—La relación que mantuvieron siendo unos adolescentes fue buena, pero, un día ella desapareció sin dejar rastro – hace una pausa y toma una bocanada de aire antes de seguir con el relato. — Al cabo de unos meses volvió embarazada, insistía en que el padre era Demian, así fue como acabaron casándose, las dos familias habían decidido por él. Cuando se quiso hacer la prueba de ADN, ya era demasiado tarde, se había enamorado de los bebés y solo quiso intentar que fueran una familia Y el resto ya lo sabes. – asiento cuando ella da por finalizado el pequeño resumen de aquella pesadilla.
—Tuvo que haber sido muy duro para él. – afirmo en voz baja.
—No te lo ha ocultado para hacerte daño, simplemente tenía miedo de perderte y actuó sin pensar. – me levanto decidida a irme, no sin antes darle un gran abrazo a Nancy.
Cojo la gruesa chaqueta y decido cambiar las zapatillas por unas botas negras. No pienso esperar hasta el mediodía, aún faltan unas horas, y necesito hablar con Demian en este mismo momento. Puede que tenga cosas que hacer y que yo solo consiga molestar, pero no voy a aguantar sin poder hablar con él. Al estar en plena calle, el frío viento hace que mi cara se ponga roja, en ocasiones odio ser tan blanca. Paro el primer taxi que veo y en cuando estoy dentro, le doy al hombre la dirección de la empresa de Demian.