Demian
—Es mejor que me vaya, para que puedas trabajar tranquilo.
—Cinco minutos más, por favor. – Merian suelta una pequeña carcajada, pero por suerte no hace ningún intento por separarse.
Tras unos segundos de cómodo silencio, unos golpes en la puerta ponen fin a nuestra tranquilidad. Sin tener nada de ganas, me separo del pequeño y cálido cuerpo de mi chica, para acomodarnos como es debido.
—Adelante. – mi voz sale un tanto molesta, no tengo interés por ver a nadie.
Mi respiración se queda atascada y siento como la sangre abandona todo mi cuerpo. No estoy preparado para enfrentar esto estando Merian presente. Ya me hice la idea de que me tomaría mi tiempo antes de hablar con ellos. Pero jamás pensé que se tomaría la molestia de venir hasta aquí por cuenta propia.
—Buenos días cariño. – es mi madre la que toma la delantera, parece una mujer totalmente diferente a la de siempre. Tiene su rostro bañado en tristeza y me parte el alma verla en aquel estado, pero su cara cambia, cuando sus ojos se quedan clavados en la pequeña mujer que se encuentra a mi lado, sosteniendo mi mano con fuerza.
—Mamá, ¿qué te trae por aquí? – pregunto con verdadera confusión.
—Yo...quería hablar contigo. – nunca en mi vida he visto a mi madre tan nerviosa, siempre ha sido una mujer con mucho carácter.
—Tú dirás. – Merian se levanta nerviosa, por un momento me había olvidado de su presencia.
—Será mejor que me vaya. –murmura. Sé que debería presentarle a mi madre, pero, no creo que sea le mejor momento.
—Nos vemos en casa y si tienes pensado ir a otro sitio, avísame por favor.
—Creo que llamaré a Alexis para salir y luego iré a casa. –asiento con una pequeña sonrisa antes de soltarla.
—Te quiero.
—Y yo a ti, muchísimo. –vuelve a darme un pequeño beso en la mejilla antes de darse la vuelta para poder abandonar la habitación. No sin antes dedicarle a mi joven madre una pequeña sonrisa.
—Siéntate donde quieras, ¿quieres algo de beber? – niega como respuesta mientras toma asiento.
—Nunca te había visto tan feliz – Olvida el pasado, olvida el pasado, los reproches no ayudan a pasar página.
—Ahora tengo un motivo para serlo. – me sincero, mientras tomo asiento en el sillón situado frente al sofá.
— ¿No es un poco joven para ti?
—Eso no es ningún problema para nosotros, así que no, no es demasiado joven para mí. –poco a poco estoy intentando hacerme creer que me merezco estar con Merian, la edad nunca será un obstáculo en nuestra relación, hasta ahora las cosas han ido bastante bien, quitando lo de ayer.
— ¿A qué has venido mamá? – pregunto queriendo ir al grano.
—Quería pedir disculpas, tu padre y yo no podemos estar más arrepentidos por el comportamiento que hemos tenido a lo largo de estos años – noto el arrepentimiento en su voz, pero, unas simples disculpas no podrán arreglar todo el daño causado.
—No será fácil mamá, nunca hemos sido una familia de verdad. Me cuesta creer que queráis emendar vuestros errores. – me limito a decir. No pueden llegar tras treinta y seis años y pedir perdón, la vida no es tan fácil como la quieren aparentar.
—Haré lo que esté en mis manos para ganarme tú perdón. Tienes que venir a casa con ella, tú padre estará encantado de conocerla. – lo dudo. Puede que mi madre esté arrepentida, pero, ¿mi padre? nah, no lo está en absoluto.
—Puede que nos pasemos este fin de semana. – o puede que no. No lo sé.
—Me tienes que avisar antes, para prepararlo todo.
— ¿Te parece bien el sábado o el domingo?
—El domingo será estupendo, os esperaremos ansiosos. – su alegría me pone los pelos de punta. Una mujer fría, dura y estirada como ella, se quiere convertir en la mejor madre del mundo de un día para otro, si, claro.
Tras aquel leve intercambio de palabras, mi madre se levanta dispuesta a irse, pero, una pregunta que lleva tiempo en mi mente sale disparada hacia ella. Tiene que saber algo
— ¿Han sabido algo de James? – hace años que no sé nada acerca de él.
—Sabemos que se ha casado hace unos años y que ya tiene dos hijos, pero nunca los hemos visto, sigue sin perdonar a tú padre. – la poca información que me ha brindado me hace feliz. Me alegra que haya sido capaz de formar una familia teniendo en cuenta lo ocurrido con nuestro padre.
—Me alegro por él. – de verdad lo hago. Es mi hermano o medio hermano, de todas formas, el sentimiento hacia él, es el mismo.
—Mejor me voy, seguro que tienes trabajo pendiente.
—Nos vemos el domingo mamá.
—Nos vemos entonces, dile a tu novia que estoy ansiosa por conocerla. –
Merian
— ¿Me estás diciendo, que ese hombre tan atractivo no ha intentado nada de nada? – pregunta Alexis en voz alta, casi gritando por la sorpresa.
—¿Por qué no gritas más alto? creo que las personas del último piso no ten escuchado. – siendo sincera, me da igual que los demás nos esté escuchando. Deberían meterse en sus asuntos y no estar pendientes de conversaciones ajenas y eso va para la anciana que nos está mirando con verdadero interés.
— Lo siento, pero, de verdad no ha intentado...– no termina de formular la pregunta, no hace falta.
— No Alexis, el grandullón sigue sin querer desenvolver mi regalo. Sigo teniendo el lazo bien atado, con dos nudos para ser exacta. – hablar en clase no es lo mío, este asunto no me está haciendo mucha gracia, pero, a mi mejor amiga le está encantando.
— Y eso te tiene loca ¿verdad? – llevamos meses juntos y sigue diciendo que quiere que lo nuestro sea algo real, apasionado y perfecto. Cualquier mujer estaría encantada de tener en sus vidas a un hombre como él, pero, hay ocasiones en la que me gustaría que se dejara llevar.
— Pues claro que me tiene algo irritada, entiendo que no quiere precipitarse, pero no puede tocarme como lo hace y luego decirme que aún es demasiado temprano – sueno como una niña caprichosa, pero, cualquier mujer en mi lugar se habría vuelto loca. Además, suele pasarse el día sin camiseta por culpa de la calefacción y eso no ayuda.