Unidos por el destino ©

Capítulo 23

Demian

Han pasado dos días desde que mi hermano ha intentado ponerse en contacto conmigo y todavía no me puedo creer lo que estoy a punto de hacer. Hace años que me hice a la idea de que las cosas nunca podrán estar bien entre los dos, y me ha sorprendido mucho que haya decidido dar el primer paso. Su historia es un tanto triste y fácil de resumir. Nuestro padre dejó a su madre al conocer a la mía cuando él tenía cinco años, conforme pasaban los años la relación con papá nunca mejoró y todo empeoró cuando me tuvieron a mí. Intentamos llevarnos bien, pero, él no podía estar cerca de nuestro progenitor y por ese motivo se alejó de mí.

— ¿Diga? – hacía ya veinte años desde que no escuchaba su voz. Ahora es un hombre de cuarenta y un años, si lo viera por la calle sería incapaz de reconocerle.

— Hola James, soy Demian.

— No creí que me devolvieras la llamada.

— Y a mí me sorprendió mucho que me hayas llamado, ¿ha pasado algo?

— Nada de lo que preocuparse, digamos que solo quería volver a saber de ti y también disculparme, ya sabes...

— No hay nada por lo que tenga que perdonarte, entiendo tus razones y las respeto.

— Siempre has tenido un buen corazón enano, a ver si podemos reunirnos pronto para ponernos al día.

— ¿Por qué no vienes este domingo?, hemos madurado y creo que podrás estar en presencia de nuestro padre, hemos quedado todos juntos.

— Me lo pensaré hermano. Tengo que dejarte, hablamos otro día.

— De acuerdo, espero verte pronto, nos vemos.

Parece que todas las cosas que siempre me han tenido con el corazón en un puño, están empezando a resolverse poco a poco.

— Muchacho, alguien está muy interesado en hablar contigo. –la voz de Nancy logra sacarme de mis pensamientos, reclamando mi atención.

— Pues dile que pase. –la mujer asiente antes de desaparecer por la puerta del despacho, dejándome un tanto intrigado.

Pero, todas mis dudas se disipan ante la presencia de cierto adolescente. Lucas. Una sonrisa paternal se instala en mi rostro, puede que las cosas nunca hayan ido bien entre nosotros, pero jamás he dejado de verlos como hijos.

— Siento molestarte, solo quería hablar contigo.

— Jamás vais a ser una molestia para mí, ya lo sabes, así que mejor vamos a la cocina a que nos preparen algo caliente para beber.

El chico asiente con una sonrisa mientras avanzamos hacía la cocina. Mi ceño se frunce ante la música que proviene de la cocina. Los dos nos paramos en seco al ver a Merian en mitad de la cocina, haciendo no sé qué cosas mientras baila al compás de la música. Está vestida de manera cómoda con una de mis camisetas, junto con unos pantalones un poco sueltos que le llegan hasta un poco más abajo de los muslos. Lleva el pelo recogido en un moño y los pies descalzos.

— Deja de mirarla de eso modo, enano. – Lucas pega un pequeño salto al escuchar mi voz.

Gracias al timbre de mi voz, Meri pega un pequeño grito. Al girarse de cara a nosotros, solo ve a dos hombres nacidos en distintas épocas, babeando por la misma mujer. Por lo menos, el chico tiene buen gusto.

— Hola– su lado tímido sale a flote en el momento en el que sus ojos observan con recelo al atractivo adolescente, que la sigue mirando con demasiada intensidad.

— Lucas ella es Merian y te recomiendo que dejes de mirarla de esa manera. –le doy una inofensiva colleja para que salga de su idiotez de una vez por todas.

Una pequeña carcajada sale de mi chica y yo la acompaño mientras Lucas se frota la nunca, mirándome molesto por mi acto tan inesperado.

— Lo siento tío, no he podido evitarlo. –asiento con una sonrisa y con la cabeza le indico que se siente en una de las sillas que hay a un lado de la barra de desayunos.

Los dos nos acomodamos frente a la barra, mientras siento la mirada de Merian sobre nosotros.

— Dime chico, ¿de qué querías hablar? – antes de hablar, Lucas, mira de reojo a Merian que sigue metida entre fogones. Por el agradable y dulce olor creo, que está preparando aquella increíble tarta de manzana que tanto me enamoró.

— Puedes hablar de cualquier cosa, no hay nada que esconder. – al terminar de hablar, Meri se gira avergonzada.

— Será mejor que os deje a solas.

— No te preocupes, no es nada que no puedas escuchar. – asiente, mientras se vuelve para terminar sus cosas.

— Nos vamos de la ciudad, mamá ha decidido darle otra oportunidad a papá y este quiere que nos mudemos lo más lejos posible de ti. Nunca le gustó saber que prácticamente nos has criado y que mi madre lo haya dejado a un lado para estar contigo, ella ha aceptado y mañana por la noche nos vamos. – mi boca se ha secado por completo al escuchar sus palabras, puede que la relación que he mantenido con ellos nunca haya sido muy buena, pero el amor que siento por ellos es sincero, siempre lo fue.

— Le he dejado la casa y una buena cantidad de dinero, ella sabe que lo he hecho para que no os aleje de mí.

— Papá ha logrado convencerla de irnos, por cierto, siento los problemas que ha podido causar mi hermana...al parecer toda va bien entre vosotros. – mi confusión sigue aumentando, al escuchar eso último. Al mirar a Merian veo como le hace señas mal disimuladas a Lucas para que no siga hablando.

— ¿Qué tiene Silvia que ver en esto? ¿Y cómo sabes que hemos tenido problemas? – Merian se levanta para volver a lo que estaba haciendo, sin mirarme a la cara y Lucas parece que tampoco está dispuesto a soltar palabras.

— Creo que no soy el indicado para hablar sobre el tema, pensé que lo sabías, pero si no es así es mejor que lo habléis en privado. – se levanta y sale de la cocina, dejándonos a solas.

Merian al fin decirme contar lo que pasó aquel día. Silvia y su abuela fueron las encargadas de joder las cosas. Por eso, ella no quiso dar nombres.




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