Unidos por el destino ©

Capítulo 32

Demian

¨ —No pareces estar muy contento, ¿Qué ha podido cambiar en tan pocas horas?

Desde que has entrado con aquella muchacha, no han dejado de murmurar.

 ¿Y? no veo dónde está el problema, pensé que esta mañana habíamos aclarado todo.

Lo siento, sabes que el mundo al que pertenecemos la imagen es muy importante.

Ese mundo es una mierda, solo quiero que Merian esté tranquila y deje de pensar que mi relación con ella está empeorando la nuestra.

Y puede estar tranquila, pero de momento será mejor que no participéis en los eventos que tu madre organizará.

 A ver si lo he entendido, ¿me estás diciendo que aceptas lo que tengo con ella, pero no nos quieres en tu casa cuando estén presentes toda esta panda de estirados?, ¿es eso?

No te lo tomes mal por favor, hay que mantener la buena imagen de la familia y los demás no entenderán que esa muchacha está contigo porque te quiere y no por el dinero.

Tanta hipocresía es difícil de ver, pero yo la estoy presenciando en primera fila gracias a mi padre.

— ¿Estás bien? – dejo de pensar en lo sucedido noches atrás, ante la voz de Sandro.

—Sí, ¿a qué venía esa llamada tan misteriosa de antes?

—Solo quería avisarte de que hemos decidido acoger a Jacob en nuestra familia. – una gran sonrisa se apodera de mi rostro, demostrando lo feliz me siento ante la gran noticia.

En la mañana de Navidad su familia y él nos acompañaron a visitar a los niños del orfanato. Intuía que algún niño conseguiría conquistarlos. Supe que no estaba errado al ver la conexión que se había formado entre el pequeño Jacob y ellos en poco tiempo. Ese niño al fin podrá vivir la vida que todo niño tiene derecho de vivir. No hay mejor familia para él.

—Es la mejor noticia que me podrían haber dado. Felicidades. – nos damos un rápido abrazo, antes de volver a retomar nuestros asientos.

Nos pasamos el resto de la tarde hablando de la adopción y cuando se llevará a cabo. Dado que ya son padres y gracias al estilo de vida que tienen, todo será bastante rápido. Una asistente social tendrá que pasar a revisar la casa en la que viven, para asegurarse que está adaptada para la crianza de una niña. Y después solo tendrá que dar el visto bueno y todo se podrá llevar a cabo en uno o dos meses.

— ¿Han averiguado algo sobre lo pasó en el piso de Meri? – niego frustrado ante su pregunta.

—No han podido averiguar nada, no hay testigos ni tampoco huellas. – no quiero confesar mis sospechas en voz alta, no, hasta que esté seguro de ello.

—Voy a decir que te creo...– el sonido de un coche interrumpe nuestra conversación.

—Por fin están en casa. – Lisa y Meri han estado fuera toda la mañana, comprando cosas para la fiesta de Nochevieja que se va a celebrar en casa de mis amigos, dentro de un par de horas.

—Espero que tu mujer no haya invitado a toda la comunidad, he tenido suficiente con la gran fiesta que dieron mis padres el otro día.

—Le dije que no invitara a mucha gente, lo que menos quiero es ver a decenas de personas pasearse por mi casa, seremos los más allegados.

—Menos mal, la fiesta en casa de mis padres me ha quitado las ganas de seguir celebrando estos días.

—Supongo que esta noche será peor, no entiendo dónde pueden conocer a tantas personas y como pueden recordar todos sus nombres –suelto una carcajada al ver su cara de espanto.

—Han tenido toda una vida en pescar ¨amigos¨, son personas que van a ese tipo de fiestas solo para fardar y mis padres no se quedan atrás.

—Me alegro de no haber nacido en una familia rica.

Me encojo de hombros sin decir nada, la verdad es que este hombre ha tenido que luchar por ser quien es a día de hoy. En el momento en el que nuestros caminos se cruzaron supe que aprendería mucho de él y hubo veces en las que había deseado tener su vida. Desde siempre sus padres han sido las personas más amables del mundo, le han tratado con cariño y le han apoyado en todas sus acciones sin juzgarlo. Sandro se ha dedicado a recompensarlos por todo lo que han luchado para que él pueda ser el gran hombre en el que se ha convertido.

—¡Ya hemos llegado! – las chicas aparecen con un par de bolsas cada una, al verlas, nos ponemos de pie para liberarlas de ese peso extra.

— ¿Por qué habéis tardado tanto? –al dejar las bolsas sobre la encimera, me giro con la intención de saludar a mi chica.

—Alexis ha tenido un pequeño ataque de ansiedad y he tenido que salir disparada arrastrando a Lisa conmigo. – me explica tras unos minutos. Esla razón por la cual han tardado más tiempo en volver.

— ¿Ya se encuentra mejor?

—Ahora sí, van a venir en un rato.

—Me alegra saber eso, por cierto, ¿vas a querer ir a casa para cambiarte?

—No, Lisa me ha llevado a casa para recoger todo lo que voy a necesitar, quiere que la ayude con lo que le queda por hacer... ¿me estás escuchando? – parpadeo unas cuantas veces al escuchar su risa, he dejado de escucharla nada más verla, está preciosa con las mejillas sonrojadas por el frío.

—Lo siento, pero en lo único que puedo pensar ahora mismo es tener al menos unos momentos a solas contigo. – eso último lo he dicho en voz baja para que solo ella me pueda escuchar.

—Ya estás tardando en inventar alguna excusa. –esas palabras son música para mis oídos.

—Chicos nos tendréis que disculpar, intentaremos llegar a tiempo para la fiesta, al menos eso espero –cojo a mi chica y cuelgo su frágil cuerpo sobre mi hombro para después salir por la puerta sin dejar que esos dos puedan protestar.

—Te estás comportando como un troglodita – sus palabras van acompañadas de una risa de lo más contagiosa y por eso mismo no puedo evitar reírme también.

—Lo siento pelirroja, es un instinto que me sale solo cuando estoy a tú lado. – su risa se hace más fuerte y no puedo evitar sentirme feliz.




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