Unidos Por Siempre

Capítulo 13

Ahí sentados en el césped a la misma distancia de, donde lanzaban piedras miraban como Margarita volaba libremente y se preguntó ¿Cómo era capaz de volar? Sabía que todos los espíritus podían volar, pero no sabía cómo lo hacían. Si usaban el viento o era una habilidad que se les otorgaba a los espíritus.

—Derek ¿tú sabes cómo puede volar Margarita? Pienso que solo fluye con el viento. O solo es una habilidad que se les otorgan a los espíritus.

—La segunda es la correcta. Y el vuelo lo controla con su mente —explico Derek y ella lo observo —por ejemplo, si ella le dice a su cuerpo que vuele lo hace.

—Entonces es igual a nosotros.

—En cierto sentido. Nosotros caminamos y ella puede volar.

El sueño de todo ser humano es poder volar libremente como las aves, sin depender de aparatos que lo permitan. Preguntándose si la humanidad pudiera volar, que cambios ocurrirían. Por ejemplo. El transporte ya no tendría que seguir los caminos llenos de curvas por lugares peligros, ya no habría accidentes de tránsito. ¿Qué clase de deportes aéreos existirían? Imagino el futbol, el básquet, el voleibol, el tenis, el béisbol. Todos los deportes en una versión aérea. Talvez seria incluso más emocionante ver cada uno de esos deportes en su versión aérea.

—Sería interesante —dijo ella.

—¿Qué cosa? —pregunto Derek.

—Ver un partido de futbol o básquet en su versión aérea.

—Talvez. Imagina el futbol, lanzarse tras del balón a una altura de cincuenta o cien metros al fondo. La adrenalina, estaría al tope.

—Hey —interrumpió Margarita al ver lo cómodos que estaban ellos —entonces ya descubrieron ¿Por qué Sofí puede verme?

—Todavía no —respondió Derek.

—Subamos por ahí —señalo Margarita la subida de tierra.

—Hay mucho monte —dijo Derek.

—¡Oh vamos! Sera divertido. —se puso en camino —vamos.

—Hay que ir —dijo Sofía.

Derek se rasco la cabeza y camino detrás llegando al inicio de la subida —espera. Cuidado con el canal de agua. —Sofía lo noto y salto para cruzarlo —sígueme —continuo Derek llegando a un pequeño camino de una persona entre el monte —sujétate de mí.

Ella lo sujeto del buzo y subieron hasta la cima, la luz de la luna podía iluminar muy bien este camino tortuoso —tardaron mucho —dijo Margarita.

—Silencio. Tu puedes volar —dijo Sofía cansada y molesta.

Derek rió —acabas de compartir un momento especial con ella. Enojarse.

Sofía abrió los ojos. Sintió ese sentimiento hacia Margarita que solo rió —entonces ahora estamos más conectadas. —dijo Margarita.

—¡Af…! Quiero descansar. Recuerdo que subí esta misma pendiente, por el camino de la cancha de allá, a los ocho años —señalo el lugar.

—¿Cierto? Estudiantes en el mismo colegio. En qué curso estabas —pregunto Derek.

—Estaba en quinto “B” cuando me retire del colegio.

—¿Quinto “B”? —dijo Derek sorprendido —tu asiento no era frente del escritorio del profesor. El asiento número cinco.

—Sí. ¿Cómo lo sabes?

—Estuve en quinto “B” en ese mismo asiento, cuando llegué al colegio. Si bien recuerdo había un corazón tallado ahí.

Sofía lo miro sorprendida —yo lo talle durante un recreo.

—Yo puse mi nombre dentro del corazón.

Compartieron miradas, al momento que pensaban si esto tenía algo que ver y luego miraron a Margarita —¿crees que?

—La razón por la que puedes ver a Margarita, es porque yo escribí mi nombre en el corazón que tallaste y como yo puedo ver a Margarita.

—Tenemos una conexión. Ahora lo entiendo. Debido a esto puedo ver a Margarita, desde el primer día que llegue al colegio.

—¡Hey! Lanzamos piedras al rió desde aquí —dijo Margarita feliz.

Derek y Sofía la miraron sonrientes —hagámoslo —dijeron juntos.

Tomaron unas piedras del suelo, retrocedieron unos pasos atrás perfilándose, sujetando con fuerza las piedras. Las lanzaron a la luz de la luna en dirección al rió. Las tres piedras brillaron con la luz lunar y la primera piedra cayó cerca de los juegos infantiles de madera, la segunda entre las ramas de los árboles y la tercera caer en el rió y se produjo ese resplandor del rió del otro lado.

—Lo vieron —dijo Margarita contenta por ver por segunda vez ese acontecimiento. La primera vez fue con Derek.

—¿Qué fue eso? —pregunto Sofía sorprendida.

—El rió del otro lado. Es el rió en el cual despertamos ese día —respondió Derek.

—Aunque solo era el resplandor del agua —dijo Margarita.

Sofía dio un paso hacia delante —ustedes han vivido una experiencia extraordinaria.

—Puede que si —intervino Derek —cuando cruzas este plano, llegas a un sitio diferente al de tu último momento. Se te muestra un camino para ir hacia el otro nivel.




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