Universo de Imagination #1. La Era de las Bestias.

Capítulo 3. Parte 2.

Universo de Imagination. La Era de las Bestias (Erol Bestial)

 

Volumen 1: Campeonato Sub Menor de Konor.

 

Capítulo 3. Parte 2: La Recompensa Millonaria Por La Cabeza De Egrex. ¡El Team Egrex y el Team 10 Se Encuentran Durante la Inscripción!

 

El recorrido trazado de un día por el Camino del Tiempo llegó a su fin cuando se detuvieron delante de lo que antes era el Pueblo Valentía.

 

Nada estaba erguido delante de los ojos de los presentes, solo había una gran hacinación de humo diseminado por el aire a manera de neblina opaca.

 

Los presentes se mantuvieron alejados de la destrucción catastrófica. Cuando la neblina de humo se había disipado en el aire a causa de una fuerte brisa, los escombros de las construcciones se comenzaron a ver diseminados por todas partes. Habían quedado algunas construcciones medias erguidas, pues eran construcciones que fueron erigidas para la protección del pueblo, como el Cuartel General. Algunos árboles que estaban plantados cerca de los límites del gran pueblo habían quedado medio dañados, algunos pulverizados completamente, esos fueron algunos de los tantos árboles que fueron alcanzado y pulverizado con solo las chispas que había brotado la secuencial explosión aunque estuvieran muy lejos del estallido, y otros con daños casi perceptible, pero los árboles que estaban dentro de los lindes del pueblo se unieron a la ceniza de la destrucción.

 

El Maestro Escorp se agazapó al ver un trapito quemado, que pertenecía sin duda a un niñito, y lo tomó para examinarlo. Su corazón se compungió. No solo este niño inocente feneció por manos de personas sin corazón, muchos lo hicieron.

 

Frunció el ceño.

 

—¿Quién pudo ser tan osado para desaparecer completamente del orbe a todo este pueblo? —inquirió el Maestro Escorp con el resquemor brotándole como humo—. ¿Acaso no tuvo corazón para no tener compasión al menos con los niños y las mujeres?

 

—Alguien que posee una poderosa y muy destructiva Bestia a su poder, supongo; y alguien que también tiene el corazón muy manchado de maldad—respondió Reinor con seriedad; no podía evitar contener la rabia que brotaba de su interior al ver toda esa destrucción. Desde lo profundo de su corazón se sentía muy culpable de no estar presente para poder darle protección al menos a las mujeres y a los niños.

 

—Tiene toda la razón, mi Señor Bestkage—una voz se hizo presente detrás de sus espaldas.

 

Nadie se osó a volverse para conocer al dueño de la voz, así que esperaron que se colocara a su lado mientras proseguía en su interrupción repentina.

 

Así lo hizo.

 

—El nombre del entrenador que causó todo este daño en menos que canta un gallo es Egrex, el Terror de los Elfes—prosiguió mientras señalaba a dónde estaba el gran desastre.

 

—¿Egrex? —preguntó Reinor con la duda—. Ese nombre lo he escuchado en algún lugar, pero no recuerdo donde.

 

—Ese es el sobrenombre que representa la personalidad maquiavélica del niño demonio del Clan Nove de Konor, Zer Nove, hijo del finado Pukage del Pueblo Valentía, Zerav Nove.

 

—¿El niño demonio? —exclamó Reinor con desconcierto al reconocer el nombre del niño demonio del Clan Nove—. ¡Maldita sea! ¿Vosotros no se habían encargado de ese ser tan malévolo?

 

—¿Cómo podemos encargarnos de un humano que fue apoyado por el jefe de la organización dedicada al mal más peligrosa de todas?

 

—¿Qué quiere decir con eso, Bestkage Bruno?

 

El hombre, llamado Bruno, Bestkage de la Aldea Lion, poseía la Capa del Bestkage, que una parte de ella cubría sus hombros en forma de cuadrado, mientras la otra caía sobre su espalda hasta descansar sobre sus tobillos. Su cabello era amarillo y largo. Sus ojos eran azules y su tez clara, al igual que su piel. Su catadura era seria.

 

Bruno en ese momento estaba en compañía de cinco guardaespaldas, su comandante y veinte soldados más.

 

—Nos enteramos después del escape repentino de nuestro peligroso prisionero que el Jefe de los Iluminatys fue el principal sospechoso detrás de la huida de Egrex de nuestras prisiones—comenzó a esclarecer—. Era algo muy difícil de creer, pero lamentablemente sucedió. Desde ese momento tuvimos que tomar rápido carta sobre el asunto y esparcir casi todas nuestras tropas por todo el sur y el este de Orem en busca del rastro de nuestro expuesto prisionero encomendado, pero nunca dimos con ninguna pista. No obstante, la destrucción del Pueblo Valentía nos ha dado una pista muy clara de cómo es nuestro peligroso enemigo y como podemos cacharlo en la raya hasta que siga cometiendo actos como estos.

 




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