Asentamiento de la Garra Implacable.
Entonces había llegado el séptimo día de aquella tortuosa semana.
Aquel día se habían reunido 300 hombres y mujeres para la gran incursión hacia los témpanos de hielo. La sucesora de la matriarca Gnauril, la futura matriarca Thenglir, estaba decidida a mostrar su valía en la batalla que decidiría el destino de toda la tribu. Thenglir lo sabía, sus seguidores lo sabían, sus valkirias lo sabían. Habían planeado aquel ataque desde hacia buen tiempo y a pesar de todo la duda y el miedo les roía las entrañas.
— Quiero que los berserker vallan en el flanco derecho, las valkirias vendrán conmigo en la línea frontal, y quiero que los arqueros estén preparados y con las flechas listas. No quiero fallos. Quiero que todos unten sus armas con veneno. ¿Les queda claro?
Justo en aquella ocasión se había hecho mención a las temibles Valkirias: terribles guerreras que habían sido el brazo armado más fuerte en la tribu, cada una de aquellas mujeres equivalían 10 veces al más fornido berserker de todo el norte helado. La razón por la que los berserker de la Garra Implacable no habían prevalecido al ataque lobuno era por una sencilla razón, las Valkirias no habían estado presentes. Aquellas mujeres tenían una experiencia en el combate cuerpo a cuerpo mas alla de lo inimaginable, aparte de eso, disponían de una agilidad y habilidad impertérritas con el hacha, espada o lanza, y aquellas características en su estilo de lucha las volvían guerreras temibles en el arte del combate cuerpo a cuerpo; eran hábiles, rápidas y sus espadas hechas de hueso podían atravesar la corteza de un árbol o una armadura con demasiada facilidad.
Cuando la sucesora de la matriarca Gnauril observo a las Valkirias, supo que en esta ocasión las cosas serían diferentes. Las Valkirias solo tenían que distraer a los lobos gigantes, mientras el resto de la comitiva les caerían por el flanco izquierdo y derecho. Pronto los lobos gigantes conocerían lo temible que podía llegar a ser la Garra Implacable.
Entonces, una presencia oblitero todo lo demás. Como un fantasma, como un espectro onirico de otra era, la matriarca Gnauril se hizo presente.
Thenglir apreto los puños, pues sabia que Gnauril podía cambiar de opinion y cambiar los planes de una inminente cacería a una de guarnición y ella temía eso, lo temía y sabia que Gnauril podía hacer que eso pasara, y mas, mucho mas.
«Ahora que pretende esta anciana». Penso apretando los dientes mientras observaba como su madre se desplazaba entre los guerreros ahi reunidos. Solo faltaba que su madre arruinara todo sus planes, que hubiera cambiado de opinion y que cancelara el ataque contra los lobos wargo.
Los guerreros ahí reunidos se arrodillaron cuando Gnauril, la matriarca anciana apareció de repente. Todos los jurasangre, los berserker, los hijos de la tormenta, y la misma Thenglir se hincaron de rodillas.
— Hijos míos. No tienen que inclinarse delante mío, y no deben hincar la rodilla ante nadie, ni ante nada, son hijos del gran padre, son hijos de la garra implacable y descendientes del Rey Lobo. —La matriarca de rostro afable sonrió.– Que está cacería sea un nuevo comienzo y que su eventualidad marque un nuevo rumbo en nuestro camino, un gran sacrificio por un bien mayor….. Así pues, hijos del lobo. Cazad, y que el Rey lobo os enseñe la lección más valiosa que nunca nadie en el Freljord os podrá enseñar.
Por un instante la matriarca permaneció en silencio, se había quedado quieta he inmóvil como una estatua. Gnauril ya no participaba en las batallas, ya no luchaba a mano armada, era demasiado anciana, pero era increíble su enteresa a esa edad: 100 años. Cien años de edad y la matriarca aun permanecía de pie, era increible. Y sin embargo, a pesar de su edad y el tiempo, sus palabras siempre daban aliento en el momento más inesperado. Pero nadie, absolutamente nadie, pudo prever las siguientes palabras que la anciana Gnauril pronunciaría.
— Hoy he presenciado el futuro de nuestra tribu. Y es un futuro lleno de esperanza y cambio. Es un futuro apartado del dolor, apartado del sufrimiento, apartado del odio, pero también es un futuro lleno de obstáculos y dolor. Veo ante a mí a grandes guerreras. — Se movió y señaló a las Valkirias, estás a su ves asintieron y soltaron vitores hacia su matriarca. Gnauril asintió—. Veo ante mis más leales jurasangre y a mi esposo, Harald, mi mas valiente de los Jurasangre y padre de mi hija, Thenglir.— Los jurasangre de Gnauril se irguieron altos como estatuas y la matriarca les asintió. Gnauril tenia la capacidad de hacer que todo se sintieran importantes.
Entonces se dirigió hacia su hija y Thenglir tubo la sensación de que su madre le miraba el alma, como si un lobo le atravesara con los colmillos.
— Veo ante mí a una matriarca.
Cuando Gnauril pronunció aquellas palabras el ambiente se silencio, incluso el viento ruidoso se apagó. Thenglir abrió mucho los ojos, parecía como si se le fueran a salir de las cuencas.
«¿Que?» Penso, con absoluto desconcierto.
—Hoy abandono mi puesto como matriarca.— Gnauril se quitó el amuleto del lobo que siempre tenía colgado en el cuello y se lo coloco a su hija.— Pido al espíritu del gran Rey Lobo y a la voluntad del Berkut que guíe tus pasos hija mía, pido al olvidado Rey lobo que guíe tu mente y tu espíritu, pido a mis ancestros que guíen a esta tribu y a sus miembros. Pero sobre todo os pido a todos ustedes que aprendan a "ver", así como yo vi.— Gnauril se acercó más a su hija, la tomo por los hombros, la irguió cuan alta era, y la besó en la frente. Fue un beso que solo una madre puede ofrecer a su hija o hijo, un beso de una ternura infinitas, para Thenglir todo se detuvo, debería haber sentido vergüenza en ese momento, pero en ese instante sintió amor. Amor por la familia, amor por su madre; fue algo extraño incluso para ella que no estaba acostumbrada a tales usos, pero a pesar de todo fue algo hermoso.— Hoy te entregó el legado de la madre de mí madre, hoy te entregó el legado de mi madre, la gran Aesith. Hoy te entregó el legado de mi tribu, que los dioses anteriores al Freljord guíen tu caminó, matriarca Thenglir. ¡Todos aclamad a nuestra nueva matriarca!