Témpanos de Hielo, octava estación.
La incursión hacia los témpanos de hielo había sido cruel, sanguinaria y feroz.
Los lobos gigantes habían arrasado con la linea frontal, al tiempo que la enorme loba blanca defendía a su camada con fauces y garras. Todo aquel que osaba interponerse o acercarse en su camino moría, tenia flechas en el enorme lomo, pero a pesar del veneno, a pesar de la sangre y de la cantidad brutal de flechas, la fiera parecía no tener dificultades para seguir luchando.
En esos instantes, Thenglir, matriarca de los Garra Implacable y lider indiscutible de aquella incursión se encontraba lejos del sector donde se hallaba la enorme alfa de la manada.
La matriarca se encontraba exhausta, la lucha se había extendido por dos horas y los arqueros estaban perdiendo las flechas ante el avance enloquecido de los Wargo, a pesar de que varios estaban envuelto de proyectiles innumerables que les tapaba todo el cuerpo. Al final, solo quedaron 5 lobos de los 20 que habían al principio. Aquel combate daba la impresión de ser una batalla eterna y sin un final preciso, había momentos en los que la balanza parecía cernirse sobre la tribu, y otros, en los que la balanza se volcaba de manera inexorable sobre la manada de lobos gigantes. A pesar de la inferioridad numérica los lobos wulfar o mejor conocidos como wulfen luchaban con la determinación, la ferocidad y la unidad de una tribu en todo su esplendor.
Thenglir se percato y con mucho acierto, que aquello no era cacería cualquiera. Aquello era una guerra. Una guerra por la supervivencia, lo que había empezado como una emboscada, había terminado transformándose en una horrenda matanza para los propios atacantes.
Aquello, había transmutado en una guerra, y lo que al principio había sido un golpe represivo que acabaría con los lobos gigantes se había transformado en una masacre para los propios atacantes; los 5 lobos restantes empezaron a separarse de la gigantesca loba blanca y habían masacrado a los arqueros, cada uno de ellos había muerto de maneras diferentes. Ademas, para empeorar las cosas un viento invernal había llenado el escenario de un espesor blanquecino permitiendo a la enorme loba blanca camuflarse entre la nieve y el ambiente. De repente como si un espectro se hubiera manifestado entre las filas de Thenglir, la enorme loba blanca salio de entre la nieve, abriendo las fauces, rugiendo como una posesa se lanzo sobre la cara de una de las valkirias, acto seguido la sacudió hasta arrancarle la cabeza, se lanzo a por otra, pero esta ves, el resto respondió ante el ataque.
Thenglir fue la primera en lanzarse, ataco con sus dos únicas hachas embuidas con un pequeño fragmento de hielo verdadero y las valkirias la siguieron con un rugido ensordecedor, la enorme loba se lanzo a por las guerreras y dio comienzo a una batalla que solo tenia un resultado posible, la muerte de la venerable loba y la consecución victoriosa de la matriarca en jefe. Los atacantes incrustaron sus lanzas envenenadas en el cuerpo de la loba, pero esta prosiguió, aun no se veía al Joven-lobo por ninguna parte, quizá estuviera en algún otro sitio, ya se vería. Los arqueros estaban acribillando a la enorme loba blanca con saetas, flechas gruesas y todo tipo de armas arrojadizas. La venerable wulfen luchaba con sus ultimas fuerzas, peleaba como una madre que defendiera a sus hijos, a su alrededor habían lobos muertos, algunos decapitados, otros aullando y agonizando, los 4 lobos restantes que habían estado con ella estaban muertos, habían muerto en un vano intento por defender a su madre y justo cuando el enemigo caería sobre la loba blanca un rugido feroz, brutal y de una furia asesina, ensordeció todo el escenario, el joven lobo al que tanto estaban esperando apareció.
El salvaje, rugiendo como una bestia, se lanzo a por una de las valkirias y la derribo, luego le arrebato la lanza a una de las valkirias que aturdida por el reciente y represivo ataque del joven salvaje no había podido sostener su arma por mucho tiempo. El joven-lobo por su parte arrojo el enorme proyectil hacia otra arquera que habia dirigido sus proyectiles hacia su dirección, quizá con la posibilidad de neutralizarlo. Fue entonces, en ese momento cuando el joven salvaje envuelto con una fuerza que no debería ser normal en un joven de aquel tamaño y edad, levanto a otra valkiria que estaba tendida en el suelo y la aventó sobre la matriarca. La valkiria salio volando por las aires dando giros como una muñeca rota.
Thenglir vio como el cuerpo de su guerrera de élite era lanzado como si no fuera mas que un trapo sucio e intento esquivar el lance efectuado, pero fue demasiado tarde. Demasiado tarde. El cuerpo de su compañera cayo sobre ella derribandola. Escucho otro rugido y los gritos de sus demás valkirias, algunas estaban siendo derribadas por el mocoso, otras simplemente asesinadas.
El joven-lobo saltaba de un lugar a otro, mordía yugulares, mordía narices, esquivaba flechas, esquivaba tajos que habrían matado a cualquier jurasangre con años y años de entrenamiento, por un momento el ambiente se lleno de rugidos y gritos de furia y frustración. Varios jurasangre de la anterior matriarca, la gran Gnauril, habían intentado acometer al mocoso enloquecido que se movía de izquierda a derecha, y que había empezado a matar a diestro y siniestro a sus hermanos de armas.
Entonces en un momento de descuido alguien se lanzo por su espalda y lo tumbo al suelo, el resto de berserkers hicieron lo mismo y solo así habían logrado con mucho esfuerzo contener al demente.
El joven-lobo se sacudía, al tiempo que gruñía como un animal herido, pero no derrotado. La mayoría de las valkirias habían sido victimas del ataque del joven salvaje que se estremecía y se retorcía en un vano intento mpor safarse del agarre de sus opresores. Alguien lo golpeo, pero el joven-lobo no se inmuto y en ves de mostrar miedo mostró una expresión de inminente desafío. Aullaba y rugia mientras su mirada se posaba en los hombres que tenia a su alrededor, intento morder a uno, pero alguien le lanzo una cadena pesada y lo inmovilizo otros dos lo tumbaron al suelo he intentaron meterle grilletes para inmovilizarlo con totalidad, pero el joven lobo, araño el rostro del cabrón que lo acometia por las manos. El jurasangre grito de dolor, mientras la mirada de su joven atacante se hacia errática, como la furia de un berserker en su estado mas álgido.