Universo League Of Leguends: La Leyenda Del Rey Lobo

Capitulo XI: HELLIE

Abrió los ojos y con ello le llegó una tremenda pesadez.

Las horas previas a su confinamiento en aquella yurta habían sido exhaustivas. Recordaba la lucha, recordaba el rostro ceñudo de aquella mujer, y sobre todo recordaba la golpisa que había recibido por parte de la misma. Claro, esa paliza también había llegado por parte suya. Su ira se había descargado como una avalancha; era como si la fuerza de su manada se hubiera manifestado y hubiera lanzado a gritos su fuerza descomunal. La pelea con aquella mujer cuyo nombre era Thenglir había obliterado todo lo demás, se levantó y hecho a un lado el manto de lana de elnuk que tenía sobre él. Apretó los dientes mientras su agudo sentido del oído era capaz de captar el rebuzno de los elnuks mas jóvenes, el rugido de los guerreros y más que todo el griterío de los niños jugando y cantando. No entendía lo que cantaban: era algo de un guerrero y un troll llamado Trundle, algo de una puerta y un escudo, y de un imbécil con bigote.
El resto de la música le pareció estúpido, no entendía las risas, nada de eso le parecía gracioso, lo único que quería era irse, largarse, quizá lejos.

Entonces, para su extraño sentir, empezó a darse cuenta que alguien le había puesto ropa, alguien le había vendado las heridas y le habían hecho un corte de cabello. Su melena antes alargada era ahora una lóbrega cabellera que le llegaba hasta los hombros, olía a una esencia que no pudo identificar y con rotundidad se dio cuenta que se había bañado o que almenos le habían lavado la cabeza con alguna hierba.

observo la yurta en la que se encontraba, era ordenada, habían hierbas y medicamentos de todo tipo, mas allá como a unos 3 metros de distancia había una especie de tina con agua caliente. Se salio de la cama en la que había estado recostado y acto seguido se dirigió hacia la tina, se sostuvo en cuatro patas como un lobo y empezó a andar; a cada paso que daba podía sentir un aroma distinto, había algunos que le agradaban y habían otros que eran sencillamente desagradables. Quizá después se dedicaría a explorar la yurta a lujo y detalle, ahora su único objetivo era llegar a aquella tina, había un olor en particular, un olor familiar. Olía ha……ha una manada. Olía a Hogar. Sin embargo, recordar eso le trajo algo de nostalgia.

Entonces llego a la tina, se irguió en sus dos patas y se llevo el hocico a aquel vertedero de agua, olía a esencias, muy agradable. Luego noto que quería beber aquello, alargo la lengua y empezó a beber, pero al primer sorbo se dio cuenta que aquella agua era amarga e insípida. Arrugo la cara y se hecho para atrás gruñendo, beber aquella agua había sido lo mas asqueroso y le entraron ganas de derribar aquella tina, pero otro olor llamo su atención. Aquel olor fue tan familiar y repentino que de inmediato dejo de lado la tina y se fijo en el espacio de un vertedero, mas bien parecía una olla; el olor que pudo captar fue tan vivido y agradable, que impulsado por un instinto fruto de sus cacerías, que en un momento empezó a avanzar con rapidez, en aquella olla había comida, se lanzo sobre la olla y de improviso la mordió, de pronto pareció que la carne dentro de aquella salio disparada de su respectivo orificio.

El joven lobo confundido empezó a observar aquella olla de piedra como un aferrimo enemigo, pero lo dejo de lado cuando observo la enorme carne que se le disponía en su delante: Primero se acerco y empezó a manotear la humeante carne como un lobo que revisara que no hubiera nada fuera de lo común, después empezó a olisquear, y por ultimo empezó a engullirlo. El joven salvaje comió el trozo medio hervido de carne y empezó a piafar y gruñir mientras lo hacia; aquella carne no era insípida, como la carne de varios ciervos que había devorado en el pasado. Aquella carne era tan deliciosa que empezó a devorarla con voracidad, con ganas. Fue entonces, que en un preciso instante que duro aquel recuerdo, cuando creyó escuchar pasos dentro de la yurta. Alguien estaba en la yurta con el y lo espiaba.

Una ves mas, como en el principio, agudizo sus sentidos, soltó la carne y a cuatro patas empezó a gruñir y rugir, como un lobo defendiendo su comida. Con el rabillo del ojo empezó a captar un leve movimiento, y entonces, con una agilidad fruto de varias cacerías salto sobre su presa. De inmediato creyó escuchar el chillido de una niña. El joven lobo cayo sobre ella y la niña pataleo para liberarse, pero el joven salvaje la tenia bien sujeta.

— No me mates.— Dijo la niña asustada, con los ojos abiertos de par en par.

El joven lobo solo le contesto con un gruñido.

La niña se retorció para soltarse, pero el agarre del joven salvaje fue tan recio que pareció que una roca se hubiera sujetado en los delicados brazos de la niña. La niña intento gritar, pero el miedo le corto la voz. Ambos, Freljordiana y joven salvaje se quedaron mirando por minutos. entonces en un movimiento casi perceptible el joven salvaje la soltó y volvió a su rutina de volver a engullir la carne medio devorada.

Hellie, si, la niña, se quedo ahí por cuestión de 10 segundos, pensando en la acción imprudente que había cometido. Aquel movimiento prácticamente ágil y veloz la había aterrorizado. ¿Era ese un movimiento de cacería? Esa emoción tan intensa en su corazón, seguido con aquel hundido en el estomago ¿Era aquello miedo?

Hellie sopeso sus convicciones y se percato de que era así como el miedo atenazaba a una persona normal, si ese chico hubiera sido un lobo gigante ella hubiera sido una niña muerta. De pronto se percato de que aquel joven que la había atacado estaba devorando los restos de carne que le habían quedado para el resto del frió invierno, intento moverse para evitar que el joven devorara mas, pero no podía moverse, se quedo ahí, mirando como el salvaje comía y comía.

Era increíble, ya se había comido toda una pierna de ciervo y aun le quedaban ganas de comer mas, aquel muchacho tenia un hambre voraz. Hellie, empezó a percatarse de que si se acababa la carne ella seria la siguiente comida o eso era lo que pensaba.




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