Despertó, está ves por segunda ocasión.
Como en el principio, sus sentidos agudos se abrieron y de improviso, lo primero que sintió fue la calidez de la cama, luego empezó a captar otra calidez; era la calidez propia de una persona, empezó a sentir un hundido en la parte derecha de la cama en la que había sido colocado y entonces olfateo, curioso, sospechoso. ¿Quien estaría con el? Escuchaba a la perfección los sonidos de una exhalación seguidas por una inhalación. Luego alguien se removió de su cama, el un poco asustado se movió haciéndose para atrás.
Entonces visualizo un pelo de color rojizo, un rostro lleno de pecas color marrón. Era ella, la niña a la que había estado a punto de matar. El joven gruño nuevamente dando a relucir unos dientes filosos, volvió a gruñir recordó el extraño mareo, pero esta vez no se dispuso a atacar, en su fuero interno si que quería, pero se controlo. Luego una voz lo sorprendió:
— Ya veo que despertaste.— Dijo la curandera, mientras le llevaba una tentadora porción de carne.
El joven salvaje sorprendido por aquella repentina aparición se volteo para observar a su nueva captora, la mujer debía tener sus 35 años de edad pero parecía de 25. Bueno, para ser precisos, el joven no sabia nada de edades, pero podía identificar cuando una carne era joven y otra vieja, sobre todo por el olor de la piel; cuando una persona tenia la carne joven esta emanaba un aroma suave y delicioso, pero cuando alguien ya era mayor esta persona emanaba un aroma que podía llegar a ser amargo. Era lo mismo cuando probaba la carne, pero como sea, aquella mujer en su delante lo había sorprendido, el joven salvaje con evidentes muestras de desasosiego miro primero la carne y luego a ella. Era evidente que el joven lobo estaba sopesando sus acciones, el joven estaba decidiendo entre lanzarse a por el cuello de de la mujer o arrebatarle aquella carne.
Al final puso su hambre y escogió la carne. Con un movimiento rápido y feroz le arrebato la carne a su captora con una brusquedad y voracidad inhumanas, luego empezó a devorar.
La curandera sonrió haciendo un asentimiento.
—- Buen perro.—- Dijo con un tono sardónico en la voz.
El joven lobo la miro, con cierto aire de ironía y pudo captar un gesto burlón en los ojos de la mujer. Sin embargo, no pudo entender lo que decía, así que lo dejo pasar por alto y se concentro en la carne que tenia en la boca.
— ¿Y bien? ¿ya no sientes mareos?
El joven lobo la miro y gruño. Era evidente que aquel joven salvaje no entendía nada, solo sabia decir:
«Te matare o te haré pedazos».
Quizá aquellas fueran las únicas palabras que conocía. Así que Eyra se hecho a reír.
— Pero que tonta, que hago hablando con alguien que ni sabe pronunciar bien una oración….. Pero, creo que puedo corregir eso.— Eyra dio una palmada y su hija, Hellie, despertó.— Tu arriba, que no tengo tiempo para tus frecuentes desmayos, tienes trabajo que hacer. tienes que ayudarme con los preparados, infusiones y lo demás.
— Mama es muy temprano.— Se quejo su hija tapándose con el pelaje de elnuk
La niña que había estado dormida al lado del joven lobo se desperezo y emitió un bostezo que fue cortado de inmediato cuando se percato de que a su lado estaba aquel chico salvaje que lo había atacado.
Hellie de improviso se puso pálida, y se movió despacio de su cama. Eyra, quien era muy cuidadosa le hizo una seña a su hija para que se moviera con lentitud, su hija asintió con los ojos muy abiertos, por primera ves se movió con tremenda cautela mientras el joven salvaje la veía con atención. El joven parecía entre soltar la carne o quedarse mirando a Hellie, la niña con evidentes muestras de desesperación empezó a sudar por el nerviosismo, ella sabia que aquel chico podía moverse con una velocidad atroz y atraparla para luego despedazarla, o lo que sea que hicieran los salvaje de su tipo; la niña se movió despacio dando un arrastre por segundo, cada movimiento era calculado y cuidadoso. Al fin llego al borde de la cama y bajo los pies despacio, se movió suavemente mientras que de reojo no dejaba de mirar al joven salvaje que a su vez la miraba y gruñía.
Al final se dejo tropezar con un cierto aire de brusquedad, y allí tirada se puso los zapatos con una cierta rapidez y luego se levanto lentamente. Ya parada empezó a percatarse que el chico salvaje le había dejado de hacer caso y seguía en su asunto de mordisquear el hueso que su madre le había entregado al joven salvaje.
— ¡Vamos, muévete y deja de hacer un maldito drama!—- Exclamo Eyra.
Hellie asintió y corrió hacia su pequeña sala de estudio, era una zona donde habían varias plantas: Muérdago, valeriana, siafax y algunas raíces venenosas como la raíz de pantano. Era muy evidente que Hellie estaba un poco exasperada por la repentina sorpresa de estar al lado del que había sido casi su asesino aquel extraño 19 de Enero de aquella infausta mañana, la niña demasiado asustada para contestar, demasiado conmocionada para reaccionar se dedico a trabajar con nerviosismo en las diversas plantas y raíces congregadas en el estudio separado. Sin embargo, a Eyra le divirtió aquello, claro, sabia que lo que había ocurrido a su hija hacia unos momentos había sido peligroso, pero tras haber pasado la tensión sonrió, casi quería reírse por la cara exasperada y sorpresiva de su hija, pero se contuvo.
Luego de un par de segundos el joven salvaje soltó su hueso rendido y estuvo apunto de echarse a dormir, pero Eyra le negó la oportunidad. Con un movimiento de una vara de madera que tenia en las manos le aplico un golpe en la cabeza; el joven salvaje cerro los ojos por el leve dolor y a su vez le respondió con un gruñido, como queriendo preguntar: «¿A que a había venido todo aquello?».
—Tu no dormirás hasta que terminemos con el trabajo, me ayudaras en algo. Tengo pensado algo para ti y creo que me seras de mucha utilidad. ¿Podrás? ¿Después de todo la comida no es gratis? Ademas, ya me hacia falta la mano de un hombre para esto, sobre todo para la clase de trabajo que haremos.
El joven lobo la miro con desconcierto y luego hizo un sonido entre un aullido y piafido extraño, que se escucho como un: