Universo League Of Leguends: La Leyenda Del Rey Lobo

Capitulo XIII: Lagrimas de Rabia y Dolor

Bosque de Ihvur, primer estación,

Aquella tarde, el viento siempre gélido y cambiante se había tranquilizado, apagado. Ahora era un viento suave, cálido y por algún extraño motivo: acogedor.

Era como si la presencia de aquel joven salvaje hubiera apaciguado una cercana tormenta de invierno. Los árboles, siempre meciéndose de izquierda a derecha ahora estaban… Quietos, todos y cada uno de ellos estaban tremendamente quietos. El bosque se había sumido en una tranquilidad absoluta, en un silencio un tanto extraño, para la curandera.

«El bosque esta demasiado….. Callado.» _Pensó mientras miraba a su alrededor con cierta cautela, atrás el joven lobo la miraba.

El joven salvaje la seguía algo impaciente; empezó a gruñir, le incomodaba el abrigo de elnuk que su nueva captora le había proporcionado, le incomodaba las botas, le incomodaba todo. Por el, hubiera ido desnudo sin importarle el frió que acaecía en aquella tortuosa estación, pero las ordenes de Thenglir y la muy anciana Gnauril eran claras; Eyra estaba obligada a meter a aquel muchacho en el mundo humano, a transformarlo en un hombre, sin importar las consecuencias. Ese había sido el trato que había hecho con la matriarca y su madre, y mas aun, con la Tribu. ¿Pero? ¿Como volver civilizado a un joven que había vivido toda su vida como un salvaje? Aquello parecía un trabajo casi imposible. Casi… Sin embargo, otra duda atenazo su mente. ¿Como iba a enseñarle a escribir en runas y como demonios le iba a enseñar a leer? Era una misión casi imposible.

Su primera opción era….

La verdad es que no había una primera opción que tomar. ¿Había una siquiera? No sabia por donde empezar. Quizá si empezaba por lo mas básico…. Pero como hacerlo. Lo básico era leer y escribir. Eso era, cuando llegase a casa quizá podría empezar con algunas cuantas escrituras básicas y palabras sencillas; ya se había percatado que aquel joven salvaje aprendía con rapidez, así que no le resultaría difícil enseñarle lo mas básico, pero aun así la duda atenazaba su alma, no sabia como reaccionaria aquel joven si no asimilaba algo con rapidez, ya había visto la frustración en su gesto cuando se esforzaba al hablar o pronunciar una palabra, no quería enfrentarse a algo que no pudiera controlar, pero por donde iban las cosas, aquello le decía que ese seria el único camino viable.

Luego, casi de improviso, como si de algo repentino se tratara, el joven lobo se detuvo.

Eyra se volteo y se percato que el muchacho se desviaba del camino, y se dirigía hacia otra zona, guiado por un olor que ella no era capaz de captar, pero que su joven acompañante captaba con mucha reticencia.

El joven, curioso por aquel olor tan agradable que había aprendido a captar en su época como cazador con la manada de Lobos Gigantes corrió con una voracidad y un ansia de matar, comer y devorar. Podía percibir los latidos de una criatura cercana en el sector, así que corrió como una agilidad imparable, aquella era el hambre de sangre que el había aprendido en su vivencia con los temibles wargo; justo en ese momento aquel instinto volvió a activarse como un golpe, como un tirón que le hubiera impulsado a correr.

Eyra con evidentes muestras de frustración y preocupación lo persiguió y por un palmo de segundo estuvo apunto de perderle el rastro, aquel joven tenia una velocidad y una agilidad que ella no se esperaba que tuviera, pero lo alcanzo. Al final el joven salvaje termino en una cabaña desconocida que debía pertenecerle a una pareja recién unida en casamiento, alrededor de la cabaña había una treintena de elnuks jóvenes, hembras en su mayoría. El joven lobo cerniéndose y escabulléndose entre el ramaje se disponía a lanzarse sobre uno de los elnuks, embestirlo y devorarlo, pero antes de que lo hiciera Eyra lo detuvo.

Poniéndose delante de su captor la curandera había empezado a negarle la comida, confrontando así, al joven salvaje.

— Ni se te ocurra.— Dijo Eyra con un rostro que mostraba a todas luces su desacuerdo.

El joven lobo le gruñó y luego intento formular una palabra que más que palabra parecía una forma de replicar.

— Aparg…. ta …ta t… te. Mi… Mi….. Comida.— Al muchacho parecía costarle formar una simple palabra, pero el mensaje había quedado claro.

Eyra no se aparto, se mantuvo ahí, firme, parada frente al joven salvaje que la miraba con rabia y furia asesina.

— No…. Nos vamos al bosque, ahora. Ya te di de comer en la cabaña.

El joven solo le respondió con un gruñido.

—M...M..MMM…. Mi …. Pr…. Pre…. Presa…. Co…. Comida.

Eyra negó con la cabeza.

— Ya te di de comer. No voy a permitir que te pases del exceso. ¿Créeme no te gustará verme furiosa?

El joven lobo volvió a gruñir mirando a Eyra y al elnuk más cercano que se le disponía como primera presa, solo era cuestión de moverse con rapidez; la criatura, es decir, el elnuk bufó, rebuzno y miro al joven salvaje con nerviosismo.

Entonces en un acto instintivo, producto de muchas cacerías el joven salvaje se lanzó con rapidez hacia el elnuk más cercano con un aullido que eclipsó a un rugido poco humano. Eyra quien se encontraba más cerca se movió lo más rápido que pudo y cálculo sus siguientes movimientos. Cuando el joven salvaje salto, dejo una pequeña abertura abierta y la curandera uso ese pequeño y casi diminuto error para lanzarse a por él. Al final ambos: curandera y salvaje terminaron impactando en pleno lance, el uno contra el otro y, cayendo en la nieve que amortiguo su caida, y con una rapidez, producto de una vida pasada en la guardia de hielo y en los niños del hielo, Eyra actuó con rapidez y antes de que el joven lobo reaccionara rodeo su mano derecha en el cuello del joven salvaje, acto seguido enroscó sus piernas casi en la altura de la cintura del muchacho para inmovilizarlo.




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