Universo League Of Leguends: La Leyenda Del Rey Lobo

Capitulo XIV: Un Nuevo Amanecer

Tras el repentino escape del joven salvaje y la subsecuente media paliza que Eyra había recibido por parte de este ultimo, la curandera se había dedicado a buscar a su joven y desarrapado atacante por todo el bosque, mas no lo encontró; lo único que hallo fue una extraña soledad, seguido por un silencio que la acompaño por todo el recorrido. Aquella era una soledad fría como la oscuridad exterior. El bosque que se extendía ante ella, era como un páramo desolado, los arboles, el sonido del viento y algún que otro graznido de cuervo parecían emitir una extraña salmodia que ha hacia cada vez mas molesta, y la curandera miro a su alrededor con cierto aire de reticencia. Era como si aquel bosque estuviera cantando una salmodia melancólica, era como si los arboles estuvieran cantando. Cantando.

Desesperada por todo aquello se dirigió directamente hacia el asentamiento con la esperanza de encontrar a Thenglir y explicarle lo ocurrido, pero para su sorpresa se había encontrado con Gnauril. La anciana ex matriarca de la tribu y asesora de la actual matriarca había recibido a Eyra con cierta extrañeza y había empezado a preguntar el propósito de su visita, a lo que Eyra se vio obligada a responder con la verdad y nada mas que la verdad. No le quedaba otra opcion. Relato lo sucedido desde el inicio hasta el final. Al final, fue Gnauril quien delibero todo aquello, asintió para si y observo con estoicismo a Eyra.

— ¿De modo que se perdió en el bosque?— Inquirió Gnauril.
— Yo…—. La curandera se interrumpió, vacilante. — Fue mi culpa…. No debí dejar que las emociones me dominaran. Debí mantenerlo en control y....

Gnauril negó con la cabeza, acto seguido le hizo un gesto a la curandera para que se calmara. Sin embargo, había en sus ojos una mirada llena de reprimenda.

— Esta haciendo mal su trabajo, Eyra. Iré a buscarlo, pero sola. No quiero que me sigas.

Eyra asintió y luego mirando alrededor de la yurta de Gnauril se percato de que Thenglir no estaba junto a su madre y acto seguido, no pudiendo aguantar la curiosidad pregunto:

— ¿Disculpe que la importune, gran madre Gnauril?

La anciana que preparaba todo lo necesario para su búsqueda por el bosque de Ihvur se volvió para mirar a Eyra.

— ¿Que ocurre?

— ¿Su hija? ¿A donde se dirigió?

—Mi hija se dirigió a los témpanos de hielo; dijo que quiere cumplir una promesa que le hizo a una vieja bruja y al cadáver de la loba blanca, en este preciso momento esta trayendo el cadáver de la madre de aquel joven lobo que adoptamos. Quiere darle una ceremonia de despedida, para congraciarse con el joven.

Eyra frunció en ceño sin comprenderlo del todo. Mas bien, habían muchas cosas que no comprendía. No comprendía de donde habían sacado a aquel joven salvaje. No comprendía el cambio de actitud de Thenglir, no comprendía nada de nada.

— La nueva Thenglir que vi hace unos días…. Era muy diferente a la mujer pedante y arrogante que conocimos en el principio. ¿Que cree que halla pasado?

Gnauril sonrió como una madre orgullosa.

— No lo se, pero estoy segura de que muchas cosas se han vuelto raras en la tribu, desde la llegada del joven lobo. Es mas, creo que su llegada y la muerte de la loba blanca han cambiado de lleno la actitud de mi hija, no se exactamente que fue lo que ocurrió en los témpanos, mi hija no me hablo mucho de eso, pero… Lo que sea que le halla pasado… Me siento agradecida.
Eyra asintió con una sonrisa.

— Thenglir sera una buena matriarca. Lo presiento, hubo un tiempo en el que tenia mis dudas con respecto a ella y a su mandato, pero creo que sera una gran matriarca—. Dijo Eyra con tono conciliador.

Gnauril solo se limito a asentir y con una sonrisa se retiro de su estancia.

——

En el bosque de Ihvur.

Ya habían pasado 2 horas.

Gnauril se encaminaba hacia los baldíos. Los baldíos eran montículos de hielo de donde surgía el río Racken que se conectaba a las demás corrientes heladas, y que a su vez conectaba con el sigva, era por así decirlo, el segundo inicio de una de las fuentes de agua en el norte helado, y que por pura suerte había caído a manos de La Garra Implacable. Está era la razón del por que Sejuani y los sacerdotes ursinos habían querido amalgamar a la tribu. Esta fuente de agua podía abastecer a una tribu por años, milenios, decenios y también por la abundante cantidad de tierras y suministros que en la perspectiva de Sejuani eran fértiles para cultivos. Era cierto que de aqui a un tiempo la Garra Invernal se había dedicado a saquear y ver arder a un millar y centenar de tribus, pero la sobrepoblacion en el Freljord estaba llegando a tal extremo que la unica manera de subsistir era sacrificar ciertas vidas. Esto ultimo le hizo replantear un sin fin de posibilidades. Sin embargo, estaba el tema de los ursinos y su alianza con la Garra invernal, y solo por eso había desechado la idea de una alianza con Sejuani. La anterior matriarca sabia que el destino de la Garra Invernal era la perdición. O quizá no, había una infinidad de posibilidades. Ya mas tarde pensaría en todo aquello
Después estaba el espinoso asunto de una invasión por parte de la garra Invernal, esto ultimo podía suceder. Sin embargo, Los osunos que habían intentado ingresar habían muerto congelados debido al enorme río que rodeaba la región. Aquella era una cierta ventaja.

Gnauril sabía que aquel río era una gran defensa. Sin embargo le preocupaba el puente. El puente había sido construido por su madre,la gran Aesith, quien con mucho esfuerzo y sacrificio había logrado formar un pasaje hacia el otro extremo del río y proporcionado una vía segura para todos los viajeros y extranjeros que quisieran aprender sobre los viejas costumbres que según se decía el Rey Lobo les había heredado a la tribu, pero por supuesto eso había sido hace mucho tiempo. Ahora nadie quería aprender, nadie quería escuchar la sabiduría de un mito olvidado. Sin embargo, Eyra había sido una excepción. La mujer había querido aprender todos los secretos de la medicina tradicional. Eyra era una gran aprendiz, recordó su primera enseñanza, recordó como ella la gran Gnauril le había enseñado los secretos de las plantas y como buscarlas, los nombres, las formas y las estaciones en las que se debía usar una planta en específico. La gran curandera de los Garra Implacable era por mucho la mejor de todo el Freljord, lo que la magia de los sacerdotes escarchados, peregrinos de la Guardia de Hielo y enviados de gran Señora de Hielo, Lissandra, no podían curar; Eyra podía, aunque eso requiriera de tiempo y la paciencia dignas de una tortuga. El arte de la curación tradicional era regalo del rey lobo o eso era lo que le decía el viejo Floki.




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