Universo League Of Leguends: La Leyenda Del Rey Lobo

Capitulo XXVIII: UNA  FIGURA EN LA OSCURIDAD.

Camino por el bosque con los ojos abiertos.

Se sentía mareado, extraño, parecía otra persona. El sonido del viento, el crujido gutural de los árboles, el silbido de algún ave que yacía posado en alguna rama lo saco de sus disquisiciones, pero en cuanto llegaba el silencio recordaba. Entre la neblina roja que lo envolvía recordaba a aquellos osunos, recordaba sus rugidos de furia y recordaba su propio rugido de furia: fuerte, iracundo. Recordaba los golpes, los lances, el tremendo corte que un osuno le aplicó en el vientre y como este corte se cerró de manera instantánea, como si una habilidad que tenía, pero que desconocía hubiera hecho efecto, luego recordó la expresión del primer osuno que había matado... El miedo, el terror, el pánico. Recordó que uno de aquellos osunos chilló de dolor antes de que él le arrancará la cabeza con las manos y que se abalanzaba sobre otro, y mientras más caminaba por el bosque recordó la sangre caliente que empezó a derramarse en su rubia cabellera, recordó su gruñido de furia cuando golpeó a otro osuno hasta matarlo. Siguió explorando entre aquella memoria difusa que se envolvía en la niebla rojiza y recordó a otro osuno. Uno más grande que los demás que se había lanzado a por él. Luego se vio a si mismo saltando de izquierda a derecha entre la vorágine de osunos que se habían lanzado a por él. Uno de aquellos osunos lo había golpeado con tal fuerza que su cuerpo salió volando por los aires como si tal cosa, hasta que impacto contra una roca que quedó hecho pedazos por el choqué. Recordó que diez de aquellos miserables se hecharon a reir. Se recordó a si mismo incorporándose del montón de rocas con una expresión de odio. Luego la niebla.

Vulvain cerró los ojos mientras intentaba recordar. Hacia un esfuerzo terrible por recordar. Necesitaba saber cómo había logrado vencer, que demonios había pasado, se detuvo, se sentó en un arbol derribada. Quizá aquel arbol derribado hubiera sido producto de su batalla en el bosque, contra el primer osuno. Ya no lo sabia. Se concentro por recordar. Entonces volvió a recordar: Se acordó de si mismo lanzándose a por él tercer osuno, recordó la expresión de sorpresa de aquella bestia cuando él, con una furia primigenia salió de los escombros de la roca y lo golpeó con tal fuerza que le arrancó parte del rostro y los ojos de la criatura se le salieron de las cuencas como pequeñas pelotas.

Vulvain se llevó las manos a la boca, cuando volvió a recordar a los otros osunos rugiendo iracundos. Entonces recordó su rugido, el viento a su alrededor se transformó en una tormenta, el viento atacó con él; tenía los dedos tensos como si en aquellos llevase garras y en ese instante recordó que atacó. Atacó con las manos desnudas y los dedos tensos, recordó cómo aquellos dedos atravesaron cuellos, carne y piel. Recordó que había mordido a uno de aquellos osunos en la pierna y a otro en el hombro, recordó los chillidos de angustia y el intento infractuoso de uno de aquellos osunos por escapar. Recordó cómo lo había perseguido como un lobo persigue a su presa, recordó cómo lo había derribado y como lo golpeó hasta matarlo, para luego arrancarle la cabeza de un tiron. Recordó la sangre en la nieve. Se recordó a si mismo rugiendo en los cielos, al tiempo que levantaba aquella cabeza, mientras el viento rugía con él. Recordó cómo empezó a comerse la carne de aquel osuno. Recordó como empezó a abrile el vientre para asi, comerse las vísceras, crudo, espeso, rancio.

Vulvain se llevó las manos a la boca al recordar todo aquellos. Por un instante, quizo olvidar. Olvidar todo lo que había hecho. Olvidar aquella expresión en su cara. Vómito nuevamente al recordarlo, vómito al recordar la sangre seca en sus manos, vómito al tener la sangre en su boca y en su rubio cabello, vómito al recordar. Vómito al recordar la matanza incontrolada.

"Que no me vuelva a ocurrir". Pensó mientras se limpiaba los restos de visceras y carne osuna que regurgitaba en la nieve.

Cuando se calmó, respiró hondo, se levantó y se dirigió directo hacia la tribu.

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Eyra corrió por el bosque.

Estaba tremendamente preocupada.

Hellie había llegado con una expresión de pánico a la yurta. Eyra recordó que había corrido para preguntarle que había pasado y donde se encontra Vulvain, mientras su hija llorando le había empezado a contar lo ocurrido en los bosques: No explicó detalles, pero el mensaje quedó fuertemente grabado:

"Un osuno nos a atacado, Vulvain se quedó para defenderme y ..."

La reacción de Eyra fue veloz, ágil, feroz. La curandera recordó que se había levantado con una rapidez increíble y que le había preguntado a Hellie donde habían ocurrido los hechos. Su hija solo le limitó a contestar, aunque asustada por la reaccion explosiva de su madre:

"Por la ladera de los Alpes, saliendo del ....."

"Del bosque".Había dicho Eyra interrumpiendo a su hija.

Y ahora se encontraba en medio de la noche con una espada de hielo oscuro que había adquirido en su época con la guardia helada, y corriendo con unos ojos negros como el azabache. Se detuvo justo en la ladera, una zona de árboles delgados, el area tenia un toque demoniaco, parecía que la arboleda crujía y se mecia; generando una salmodia extrañisima, rara. De pronto su alma de sagitar despertó; como una cazadora apunto de rastrear a su presa. Captó un sesgo extraño en el viento y luego se dirigió a un árbol para revisarlo; de improviso, se percató de que había un árbol derribado en el camino, supo que ahí se había efectuado una batalla de niveles colosales. Toco la magulladora del árbol y su aguda intuición le permitió entender lo que había ocurrido.

"Pelearon. Creo que el osuno aventó a Vulvain a este árbol."




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