Universo League Of Leguends: La Leyenda Del Rey Lobo

Capitulo XXIX: Después de la noche, Olor a sangre y muerte.

Y lo primero que sintió fue una punzada en el pecho, después el dolor en si mismo, seguido por una extraña sensación. Un hielo punzante se le clavó en el corazón y al final despertó. Abrió los ojos de golpe y al final del sueño solo vio a Hellie. Esta se encontraba muerta. Muerta. Luego despertó y la vio a ella. A Hellie.

---- Hola Vulvain----. Lo saludo, al tiempo que entraba lentamente a la Yurta.

Vulvain solo se limitó a mirarla.

---- ¿Donde esta Eyra?--- Inquirió.

Hellie demoró en contestar, estaba centrada preparando una infusión. Hubo un silencio, precedido por el viento y el rechinar de dientes de su pequeña hermana.

---- Fue a ver a la matriarca y creo que al maestro de armas.

Vulvain se levantó con rapidez cuando escucho la palabra maestro de armas. Harald se enfadaría con él por su tardanza.

---- Maldición, el adiestramiento...... Voy a llegar tarde,--- dijo entre dientes, al tiempo que daba un brinco de la cama para vestirse. Sin embargo, Hellie lo detuvo justo en la salida.

Se paró justo delante de él, con las manos cruzadas, mirando a Vulvain con reproche.

---- No Vulvain, no irás a ningún lado. No hasta que mamá venga. Quizá no quieres acordarte, pero ayer tuviste una mala experiencia con un osuno y puede que físicamente estés bien, pero mentalmente....

Entonces Vulvain abrió los ojos de golpe, como si una serie de recuerdos le hubieran inundado de improviso. Cerró los ojos con cierta lentitud y luego se hizo para atrás, se toco la cabeza con sus dos manos, mientras los recuerdos, la sangre y la matanza se hacían presentes en su memoria. Se hizo para atrás tambaleándose, mientras las oleadas de recuerdos se intensificaban. Fue ahí, que se percató, con crudo pesar, que no podría ir de esa manera a los adiestramientos. El sonido de las espadas, los gritos de Harald solo le harian mal, al menos de momento. No podía ir mientras tuviera aquella descarga de frenesí extraño que le embargaba la mente. De improviso, se sintió, extraño, como si no fuera el mismo.

"Otra vez esta sensación. Tengo que controlarme."

Hellie quien ya había terminado su infusión se acercó a Vulvain y le llevo directamente a la cama.

---- No seas testarudo. Tonto. Vamos.

Vulvain la miro con cierto aire de angustia, hace unos momentos había tenido un sueño de Hellie muerta, se sacudió la cabeza, no debía pensar en eso, se enfoco en la compañía de su hermana, y poco a poco aquella angustia fue eclipsando en una sonrisa un tanto socarrona. Al menos agradeció que Hellie le sacara de aquel sopor que de pronto empezó a envolverlo. Eso le alegro.

---- Ahora no te muevas. ¡Por los tres Reyes Guerreros, ayer estabas tan mal oliente!

Vulvain dejo de sonreír.

"Gracias Hellie, tu pequeña discreción hace que me sienta seguro de mi mismo", pensó mientras su hermana corría hacia la infusión que había preparado.
La vio desplazándose de izquierda a derecha, apareciendo y desapareciendo. Alzó un ceño cuando de improviso la vio aparecer por detrás de él.

----Ten,--- dijo----. Tomatelo con calma. Te hará bien.

Vulvain recibió el vaso y lo acerco a su nariz para olisquear. Olía a….. Valeryana.

---- Valeryana.

Hellie asintió.

---- Tomatelo, te va a relajar. Necesitas quitarte la basura de ayer y esto te hará olvidar. Además tienes que ayudarme a desmontar la tienda de hierbas, así que no te demores demasiado.

Hellie sabía que tenía que mantener la mente de Vulvain ocupada en otras cosas que no fueran la espada y la guerra. Sabía que esa era única manera de que su hermano pudiera olvidar aquella sangre y el mal olor que había cargado la noche anterior. Vulvain miro la infusión y luego apretando los dientes se la tomo de un tirón, como si de un vaso de vino se tratara, luego inspirando fuerte se levanto de la cama en la que había estado sentado y empezó a ordenar las plantas junto a Hellie.

Una vez terminado los que haceres domesticos hicieron mas cosas: Levantar las maderas, asear la piel de la cama en la que dormían, bromearse, era interesante pasarla con Hellie. Aunque aveces fuera una niña severamente estricta, eso ultimo siempre le había sorprendido, Hellie era lo mas parecido a una Eyra en miniatura. Habían momentos en las que le recordaba a ella, cuando estaba molesta o en ocasiones furiosa; podría decirse que Hellie tenia un carácter muy parecido, y no podría decirse que no. Eso era lo que sucedía cuando eras hija de una mujer que había sido en una vida anterior dura, recia y una guerrera preeminente. Vulvain supuso que eso era bueno, por que en el futuro eso le serviría a su hermana, para defenderse de los intermitentes achaques que le propusiera el destino.

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Bosque de Auvidus, Via Irvinah.

---- Espero que no me hallan traído aquí por las puras. No deje el adiestramiento con mis muchachos solo para que me mostraran alucinaciones.

Eyra y Thenglir lo miraron con cierto aire de reproche, pero al final siguieron avanzando. Sabían que con palabras no convencerían a Harald de aquella verdad que habían presenciado, de hecho sabían que no podían convencerlo con palabras
Harald solo hecho un suspiro y pensó que toda aquella caminata era una perdida de tiempo, pero al final le siguió el juego a su hija quien al final habia terminado convencida por Eyra.

La curandera de la tribu se había dirigido aquella mañana a la cabaña de Thenglir para contarle lo acontecido a la matriarca. Justo, y para mala suerte del maestro de armas, el, también había estado ahí cuando escucho suso dicha información. Thenglir quien al principio no se sentía compelida a creer en la historia fantasiosa de la curandera había pedido a Eyra que le mostrase la zona donde supuestamente Eyra había encontrado el cadaver de un osuno.




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