Universo League Of Leguends: La Leyenda Del Rey Lobo

CapituloXXXIII: Vrianna, Un ataque por la espalda.

Vrianna cabalgaba hacían la dirección sur al mando de un contingente bien preparado y armado. Aun recordaba las órdenes de Sejuani.

---- Quiero que vayas al sur al encuentro con las tribus Avarosanas, entres en combate y retrocedas. No quiero discusiones, Vrianna. Tampoco una victoria. Solo lo que te he dicho.

Esas habían sido las órdenes de la matriarca, las palabras que aún pesaban en sus sienes y que se esforzaba por comprender.

"Entrar en combate y luego retroceder, no una victoria".

Vrianna era la mejor incursionista en toda la Garra Invernal, había invadido asentamientos y logrado hazañas increíbles, y lo más importante era que la confianza de la matriarca estaba puesta en ella y nada más que en ella. Y sin embargo, las órdenes de la matriarca no parecían de mucho sentido. ¿Porque enviarle a ella a una pantomima cuando parte de las fuerzas estaban detenidas por los Moretani en la frontera con el noreste Adriático? Si le hubieran ordenado que entretuviera a los Avarosanos hasta la última gota de su sangre, lo entendería. Sería sacrificarse para salvar el grueso de las fuerzas que vendrían más adelante, para proporcionar una victoria futura, pero aquellas instrucciones de la matriarca no tenían sentido. Un combate que terminará en una derrota apresurada no haría más que envalentonar los ánimos de los Avarosanos. ¿Para que? ¿Porque? En cualquier caso tenía claro que seguiría las instrucciones al pie de la letra. Si, quizá ese fuese el motivo por el cual la matriarca le había confiado aquella misión. Probablemente ningún osuno o jurasangre estaría dispuesto humillarse ante los Avarosanos. Vrianna negó con la cabeza intentando disipar su confusión, sus dudas. No lo consiguió, pero se mantuvo firme frente sus hombres y mujeres, dirigiéndose rumbo al sur, al encuentro de las aldeas Avarosanas.

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Seis días y seis noches llevaba la Garra Invernal en la margen derecha del Río Rhudan sin poder pasar y todo debido al temido y belicoso pueblo de los Moretani. Estos ya habían empezado a crear más trincheras en varios kilómetros del sector donde se asentaban controlando la margen izquierda del río, los barcos que Sejuani había obtenido en una incursión en los puertos del Imperio Noxiano, pero no eran capaces de atravesar el río y mucho menos de desplazarse sobre él. Los jefes de guerra de la Garra Invernal contemplaban cada vez más confusos como su matriarca ordenaba escaramuzas en pequeñas incursiones en un intento de golpear y desaparecer, varios grupos de hijos de la tormenta se adentraban en el río con los osunos para tener luego que retirarse a causa de las flechas, zaetas y todo tipo de armas arrojadizas. De aquella forma los Moretani se animaban más, y por el contrario las fuerzas de Sejuani se iban desmoralizando: cada osuno muerto, cada hijo de la tormenta ensartado por una jabalina, era vitoreado con gritos de júbilo por los Moretani quienes recientemente habían sido reforzados por alguns miembros de la Guardia Helada.

Sejuani quien observaba el incremento de fuerzas, se limitaba a cabalgar sobre Bristle en la orilla, dirigiendo aquellas escaramuzas y perdiendo su mirada en el sur, contemplando el cielo por momentos. La preocupación de desasosiego se apoderaba de los líderes de guerra. Además, para desason suya, Vrianna una de sus líderes de Guerra más temidas y respetadas, había sido enviada a misiones lejos de aquel sector, probablemente para detener el avance Avarosano.

Sejuani hecho un suspiro, aún seguía con la mirada puesta en el cielo, pensativa, silenciosa. De pronto detuvo a Bristle para poder observar el cielo. Frunció el ceño y se quedó quieta como un lobo diente helado. Se volvió entonces hacia sus jefes de guerra, hacia los osunos que estaban con ella y dio la orden de que todas las fuerzas al completo marcharán hacia el río. Quería que todas sus fuerzas excepto los mammuts, se lanzacen al río.

Los jefes de guerra, los osunos, y los hijos de la tormenta no entendían nada. Aquella maniobra era obviamente suicida.

---- ¡Acaso te has vuelto loca!--- Grito un osuno--- ¡Nos mataran!

Sejuani miro a la bestía con intensidad.

---- Cruzaras ese río.... Ahora.

El osuno miro el otro extremo del río y apretó los dientes. Los Moretani y los incursores de la Guardia helada los diezmarían primero desde sus trincheras con las flechas y las jabalinas para luego esperarlos en el otro lado del río, secos y bien pertrechados para atacarlos. Los hijos de la tormenta más veteranos, los que más años llevaban al servicio a la matriarca Sejuani no pudieron evitar comparar aquella situación con el enfrentamiento que tuvieron contra los Volkos en el Noroeste, cuando éstos fueron masacrados por los osunos al cruzar el río del mismo modo en el que ellos lo hacían. Sin embargo, pese a las dudas de la gran mayoría de osunos, ninguno pareció replicar o contrariar a la matriarca, y asi, osunos, hijos de la tormenta y guerreros se lanzaron al río inclemente con decisión y tenacidad.

Quizá la matriarca Sejuani que tantas victorias les había dado, había evaluado bien las circunstancias y aquella maniobra sería la única salida que les quedaba para no quedarse estancados y atrapados durante semanas hasta que al final la Guardia de Hielo, los Draklorns y los Moretani juntarán fuerzas en un ejército superior y acabaran con toda aquella comitiva.

Los Jefes Moretani y los guerreros de Guardia de Hielo vieron a los osunos y al resto de la Garra Invernal entrando en aquel río helado he inmisericorde. Los Draklorns rieron con gusto, aquello era lo que estaban esperando desde hacía días. A los ojos de la Guardia de Hielo aquella matriarca no parecía ser mujer paciente. Aquello sería la perdición de la Garra Invernal. Seguros de sí mismos los Draklorns ordenaron a los Moretani y Velites que salieran de las trincheras y se aproximaran a la orilla para coger mejores posiciones desde donde lanzar sus jabalinas y flechas. Aquello parecía a todas luces que iba a ser una matanza a gran escala. La Garra Invernal tendría que replegarse. Llevaban semanas haciendo acopio de dardos y lanzas. Creían tener suficientes, tantas como enemigos se adentraban en el río, con sus miradas fijas en los enemigos que se aventuraban en las aguas heladas. Aquel día sería una gran victoria para los Moretani y la Guardia de Hielo. Además, una victoria de esta envergadura generaría gran vocerío en la ciudad de la guardia helada, los Draklorns lo sabían, la Guardia lo sabía.
Mientras la Garra Invernal y los osunos se acercaban al extremo del río, con sus miradas fijas en el otro margen, los Moretani y la Guardia de Hielo no vieron unas pequeñas nubes de humo que iban ascendiendo por el horizonte, justo detrás de sus posiciones, en las colinas heladas que estaban a sus espaldas. No vieron tampoco a la Caballería de drüvasks que se aproximaba con Vrianna en la cabeza, y que habían cruzado más al sur el río, hacia tres días; los mismos días que había tardado en ascender hacia el Noreste, pero esta ves por la margen izquierda del río Rhudan para así, alcanzar a los Moretani por la espalda sin ser vistos, de modo que la retaguardia de los Moretani y la Guardia Helada cayeron en seco. Además, muchos guerreros de la guardia helada en su afán por causar daño a los osunos quedaron en una formación completamente vulnerable a la carga de la piara de drüvasks que se lanzaban rugiendo. La jefa marcada de Sejuani, una vez dado las señales de humo para indicar a su matriarca que ya se encontraban en posición y que en unos minutos se lanzarían a por los Moretani y la Guardia Helada, sonrio.




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