.
Noroeste Baltico, novena estacion
Estación de helada, Junto al rió Sigva.
Y tras aquellos dos meses, el escaso verano había llegado a su fin.
El cielo se había cebado con una enorme nube negra que anunciaba el final de una estación y el inicio de otra; las primeras nevadas empezaban a empapar el suelo de aquella basta región en el Noroeste. Sin embargo, a pesar del cambio, y a pesar de todo lo acaecido, los informes no se habían dejado esperar.
Justo después de terminar de elaborar el puente para cruzar el río Sigva, Thenglir recibió los mensajes de todos y cada uno de sus exploradores en la región: Los informes de que la matriarca Sejuani había logrado cruzar los Alpes, se había hecho presente en la Yurta de la Matriarca de los Garra Implacable.
La Matriarca Thenglir, meditaba.
La confirmación de que la Garra Invernal y su matriarca, Sejuani, habían conseguido su objetivo, cruzar los Alpes, no dejaba de sorprenderla. Estaba claro que las tribus Avarosanas y los aliados de la matriarca Ashe se encontraban ante una enemiga diferente a cuantos se habían encontrado anteriormente; pero, aun así, a pesar de las circunstancias, Thenglir albergaba gran confianza en los planes que había elaborado y en la destreza de sus fuerzas para derrotar a Sejuani. Su Padre Harald iba camino al este báltico, rumbo al Ebro para cortar los suministros de Sejuani, y ella misma por su parte había juntado un poderoso ejército para poder enfrentarse a la Garra Invernal y frenar el avance de su matriarca. Era el momento de poner los planes en marcha, de dar las órdenes pertinentes. Además, el enfrentamiento entre las dos turmas: la Garra Implacable y la Garra Invernal, junto al Sigva y al bosque que se extendía en el otro extremo del rió, fue claramente favorable a las fuerzas de la matriarca Thenglir, y eso había subido la moral de sus fuerzas. Sobre todo de los refuerzos que la matriarca Ashe les había ofrecido: Las fuerzas de Vrynna y Thorva estarían desplegadas en el ala izquierda y derecha. Ambas habían pedido que se les concedieran aquellas posiciones. Thenglir se los había concedido.
En un primer momento, la matriarca de la Garra Implacable pensó en hacer avanzar a todas sus fuerzas y hacer que cruzasen el río, pero, pensándolo bien, concluyó que sería mejor y más conveniente hacer una salida de reconocimiento. Todo esto para evitar emboscadas. Eso implicaba juntar a más de dos mil quinientos jinetes de Elnuks combinando a un tiempo la rapidez de movimiento y una fuerza de disuasión poderosa; la Garra Invernal tendría que pensárselo bien antes de atacarlos. Vio a las fuerzas de Vrynna y Thorva colocarse en los flancos izquierdo y derecho, y aún así no pudo evitar sentir una extraña sensación de desconcierto. ¿Por qué pedían aquellas posiciones? Negó con la cabeza. Sin embargo, al final, decidió avanzar con sus Valkiryas como infantería ligera y dejar a Vrynna y Thorva como Turmas de refuerzo; aparte de ellas dos tenía a una tercera turma de volkos y celtiberos que en caso de que algo saliera mal este tercer contingente entraría en calidad de apoyó para reforzar las fuerzas de Vrynna y Thorva, y más importante aun, apoyar a la matriarca.
Thenglir, acompañada de su escolta de Valkirs e insubres, se situó en la zona central del bosque, de esa forma, la matriarca podía pasar revista al conjunto de turmas que se llevaba consigo. La matriarca se dio la vuelta y vio a Vulvain en el otro extremo del río Sigva. El joven Vulvain se encontraba en el otro lado del puente cabalgando junto a un grupo de Jinetes de Elnuk. A su lado estaba Hilda Lelia y al otro lado estaban Erickson y Utrikson, sus amigos mas cercanos.
Thenglir asintió. Había tomado la decisión de que el destacamento perteneciente a Vulvain quedará al otro extremo del puente como retaguardia, y que, a su señal atravesarán el río. La matriarca quería que Vulvain estuviera próximo a la primera línea de los combates para que pudiera ver la dureza y la crueldad de la guerra; pero quería evitarle el peligro inminente que suponía entrar en combate directo al principio de una batalla, cuando el desenlace de la misma estaba a punto de ocurrir.
-----
Hilda Lelia y su turma de hombres y mujeres empezaron a formar.
Aquellas fueron ordenes de Vulvain. Muchos de los presentes estaban furiosos y contenían su furia al ver a su joven líder encabezando la marcha. Varios de ellos veían confirmados sus peores temores, la matriarca no enviaria al joven Vulvain en la primera línea de combate, sino que Vulvain y el resto de la turma estarían de espectadores, observándolo todo desde la retaguardia. Sabían que aquel día no habría gloria. Serian la cuarta turma después de los Volkos y los Celtiberos, y peor aun, después de aquellas dos cretinas: Vrynna Y Thorva.
-----
La matriarca Thenglir ordeno que el primer destacamento de jinetes de Hilda y Vulvain cruzasen el puente. Las quince naves que sostenían el enorme puente se balanceaba de izquierda a derecha cuando los elnuks atravesaban el río. Las criaturas notaban los troncos vibrando bajo sus pezuñas, varias de ellas se habían puesto nerviosos, pero el puente se sostenible, manteniéndose firme ante el peso de las criaturas.
Mientras los destacamentos de la turma de Vulvain cruzaban el río, estos iban informando al otro lado para prepararse y estar atentos por si la Garra Invernal los intentaban sorprender por algún flanco o punto ciego del sector. La matriarca Thenglir, sabía que éste era uno de los momentos mas delicados de toda la operación.
Vulvain ordenó que las turmas de jinetes avanzaran, siguiendo el curso del río. Y así lo hicieron. El valle de hielo estaba en silencio, y el bosque que se cernía ha unos 800 pasos de distancia también parecía estarlo. No se oía el silbido de un pájaro, y si bien el invierno era más intenso en aquella estación, aquello solo logro incomodar más a Vulvain. Tenia un mal presentimiento del desenlace de aquella batalla.