Universo League Of Leguends: La Leyenda Del Rey Lobo

Capitulo L (50): La Batalla en el Rio Bruhkvar.

Decius se levantó aquella mañana helado por el frío y sobresaltado por un griterío que sobrevenía desde las afueras del campamento. El fuego se había apagado y el viento gélido del amanecer venía acompañado de aguanieve. Born se acurrucaba en el suelo estirando su manta con sus manos en un vano intento por cubrirse desde la cabeza a los pies aun cuando la extensión de la lana era insuficiente.

Decius se esforzaba por entender qué ocurría. Al igual que él, muchos Hijos del Hielo se estaban levantando sorprendidos por los gritos que venían del exterior de las empalizadas. Las sagitares empezaron a dar órdenes para que todos se levantasen y se preparasen para salir a combatir: la Garra Invernal había hecho avanzar a sus jinetes y estaba acosando la zona en la que la Guardia de Hielo se había fortificado.

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Arx Asdrubalis se había levantado apenas hacía diez minutos y, tras una rápida reunión con las sagitares al mando, decidió lanzar a todas sus fuerzas al completo contra la Garra Invernal y, no contento con eso, ordenó que se dispusiesen a todos los yetis para seguir a los jinetes que intentaran huir de la carga inicial.

—¡La Garra Invernal y su matriarca van a entender hoy con quién están luchando! —dijo Arx Asdrubalis, sus ojos brillantes, con fulgor en sus pupilas y ansia en el corazón.

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Decius agarró un pedazo de pan que tenía guardado de la noche anterior y se puso a morderlo con avidez. Estaba muerto de hambre y el frío no hacía sino agudizar esa horrenda sensación de vacío de su estómago, pero la sagitar de su turma le conminó a dejarlo señalándole amenazadoramente con la espada.

—¡No hay tiempo para el desayuno, hijo del hielo! —Dijo la sagitar—. ¡Órdenes del Draklorn! ¡Todos preparados para combatir! ¡Ya comerán después de la batalla!

Aquello enfureció a Decius. De lo único que se había alegrado de su ingreso en la turma era de que al menos podía comer con cierta regularidad, pero desde que lo habían desplazado al noroeste baltico, estaba aterido por el frío y ahora además le negaban la comida.

—Déjalo —dijo Born tomando su hacha y preparándose para el combate que se avecinaba—. Está claro que hoy no nos van a dar nada para comer hasta que hayamos acabado con unos cuantos osunos, así que, cuanto antes acabemos con ellos, antes comeremos. Vamos, sigeme.

La determinación de Born consoló un poco el ánimo de Decius y ambos se pusieron el casco, la coraza y la armadura al completo, algo que era lo que podían permitirse unos velites de fuerzas auxiliares, y cogieron sus espadas.

—¡Vamos allá de una vez! —concluyó Decius con una ansia feroz en la mirada.

Born, quien lo observaba con atención, asintió. Decius le recordaba mucho a un héroe de la época anterior a las tres, se parecía mucho al poderoso Sigurd, uno de los mayores héroes de la época. Born asintió, aquel joven, aunque extranjero, tenia la determinación de una leyenda.

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En el otro extremo del campamento, la turma ya estaba formada y dispuesta para salir. Vulvain y Hilda Lelia estaban sobre sus monturas. No se decían nada pero intuían que algo no encajaba. Sin embargo, el Draklorn ahí presente tenía el mando absoluto, al menos hasta que la matriarca Thenglir se recuperase y no se podían discutir las órdenes del Draklorn al mando, y menos en medio de un ataque enemigo.

Los Yetis de la Guardia de hielo salieron al trote del campamento y al minuto empezaron a correr en dirección a la Garra invernal. A quinientos pasos de las fortificaciones, los contingentes de ambos ejércitos se enfrentaron en un combate duro bajo el viento y el aguanieve del invierno de Liguria. La turma de Vulvain seguía a los Yetis como mando de primera linea para reforzar a las criaturas.

Vulvain hirió a un par de jinetes drüvask y Hilda Lelia hizo lo propio con otros dos, uno de los cuales cayó al suelo malherido. La Garra Invernal empezó a replegarse. Arx Asdrubalis, quien también había entrado en la batalla dio orden de seguirlos y de que los Yetis restantes que estaban en los flancos izquierdo y derecho como fuerzas de refresco salieran del campamento y siguieran a su vez a la caballería drüvask que escapaba.

Los jinetes drüvask y lobos gélidos de seis patas huían por una llanura, lo que dio seguridad al Draklorn, ya que sus fuerzas sólo temían las zonas boscosas donde los ligures de la región presentaban con frecuencia emboscadas que causaban numerosas víctimas entre los velites. Por el contrario, un avance por terreno llano y despejado era algo que los los velites y los yetis no temian. Había un bosque, pero los jinetes de drüvask se alejaban de él acercándose al río. Al llegar al mismísimo río, los jinetes espolearon sus drüvasks para cruzarlo al galope por una zona por la que se podía vadear al ser de aguas poco profundas. La caballería de la Guardia de Hielo hizo lo propio y el Draklorn al mando ordenó que la infantería de asalto siguieran los mismos pasos.

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Decius entró en el río.

Pronto el agua le cubrió primero hasta la cintura y, al llegar al centro del río, hasta casi los hombros. Por algún extraño motivo la corriente no era fuerte y el frió pareció desvanecerse, pero la temperatura del agua estaba tan baja que sintió como si hasta sus propios huesos se congelasen por dentro. Se fijó en Born, que se mantenía tranquilo, incólume. Los yetis que los acompañaban tambien estaban tranquilos, pero avanzaban con rapidez.

Al salir del río Bruhkvar, los velites estaban temblando y apenas tenían fuerza para mantener sus armas en la mano. Sólo la caballería de Falkirs, que apenas se había mojado hasta las rodillas, parecía estar en condiciones razonables para el combate, pero ya no había tiempo para retroceder o replantear la batalla. Al llegar a la llanura al otro lado del río la Guardia de Hielo y los Yetis comprendieron exactamente lo que les esperaba. En la distancia Arx Asdrubalis, gran sacerdote escarchado y vencedor contra los osunos vio al ejército de la Garra Invernal dispuesto para el combate. Aquella había sido una trampa, y los Yetis, los Velites y las sagitares y el propio Draklorn habían caído redondos en ella.




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