El pantano de los Olvidados.
Entre Etonia y Liguria.
Skarbrant observaba como la Garra invernal se retiraba. Entre aquellas filas habían Mammuts, jabalís y osunos. Asintió para sí observando a las criaturas. Sobre todo fijo su mirada en los osunos y en los chamanes ursinos. De modo que esos eran los osunos de los que sus exploradores hablaban. Los adoradores del semidios ursino Volibear.
— Interesante.— Susurro, al tiempo que se llevaba una mano al mentón y se rascaba la corta barba que le quedaba.
En su época no habían criaturas semejantes, habían peores, los Nauglir, lo Valaraukar de fuego, los Ethari. De improviso se puso a pensar en los Ethari, se parecían mucho a los osunos, pero más mutados y llenos de corrupción. Quizá aquellas criaturas ursinas habían llegado después de la gran purga que Vianna de Roca Gris, en Formenost, eso hacía muchos eones. De improviso recordó que había una facción en el norte que estaba demasiado mezclada con lo salvaje, los autari los llamaban los cambiapieles, quizá aquellos osunos y chamanes ursinos eran el producto de aquella tribu perdida y olvidada, mucho de la vieja era y el viejo mundo se había perdido con el paso de los eones. Aparte de eso pudo ver en aquellos osunos una extraña reverencia hacia su matriarca. Eso era interesante, según sus exploradores y los espías más acérrimos de su orden, el Freljord era una sociedad matriarcal y esta matriarca en específico había hecho estallar una guerra entre las regiones del este, del oeste y del sur. Eso era bueno, mientras menos supieran de ellos, mejor. Ya después iniciaría sus planes de conquista, por ahora habria que ser paciente, y que la guardia de Hielo y los Ursinos se mataran entre ellos. Pensó en los años anteriores, en los eones que había permanecido en el destierro, desde que Vianna de Roca Gris lo hubiera derrotado; de no haber sido por el amuleto de Aurog que tenía ceñido en los ropajes la estocada de aquella maldita mujer lo habría matado para siempre, en su lugar el amuleto le había dado un pase de vida extra. Mientras divagaba entre el pasado y el presente uno de sus exploradores se hizo presente y le dio los informes del sector:
— Mi temido señor, todo está dispuesto, nuestros augures han instalado las barracas entre árbol y árbol, y los carnotauro están recogiendo a los mammuts fallecidos en el pantano. El viejo Erenlich solicita el cadáver de los mammuts para sus....
Skarbrant alzo la mano y se hizo el silencio. El explorador trago saliva.
— Solo te dije que me dieras información importante, el viejo Erenlich puede estar matándose con los carnotauros si quiere. ¿Dime? ¿La Guardia de Hielo que daba caza a esta….. matriarca, se han adentrado?
Hubo un largo y tendido silencio, los demás norses ahí reunidos, miraron al explorador con cierto aire de desdén, si tardaba más tiempo de lo esperado la cabeza del mensajero volaría por los aires. Al fin, el explorador informo lo que había estado guardando en su memoria y lo que de verdad importaba:
— Los demás exploradores han confirmado una comitiva de 2000 Hijos del Hielo, recién llegados de la ciudadela de la Guardia Helada, están internándose en el pantano.
Skarbrant asintió, se quitó el caso y mostró una sonrisa increíblemente siniestra.
— Comprendo, eso es bueno ¿y quién los lidera?
Los ojos purpura de Skarbrant brillaron con un halo siniestro, en su frente había la marca de los nueve caminos del caos que brillaba con intensidad.
Los Norses retrocedieron, no asustados, sino en signo de reverencia.
— Los lidera un Draklorn llamado Maalcrom.
Skarbrant asintió, acto seguido se echó a reír, el gran R'ylieh estaba de su lado. El gran Dios de las profundidades disformes estaba con ellos y les favorecía con un rico manjar. Sus hombres querían acción y su dios y el destino se los ponía en bandeja.
— Perfecto—. Dijo y entonces rápido, sagaz, voraz, se dirigió hacia sus propios hombres— preparen a las compañías, díganle al infeliz de Erenlich que tendrá muchos cadáveres para meter en ellos a sus demonios espectrales. —Se volteo para ver al explorador que entre curioso y aguardante esperaba las ordenes de su temido señor.— Hay que darle la bienvenida a Maalcrom. ¿No crees?
Y habiendo dicho aquello, se colocó el casco y dio las ordenes pertinentes. El resto de sus hombres rieron.
— Bien, bien , bien. Que los pestilin y Nurgeletes vayan con los Voatos como infantería ligera, preparen jabalinas y ballestas, quiero un ataque preciso, necesito a una comitiva de izquierda y derecha, los emboscaremos en el camino principal del pantano, y cuando de la señal, no lo verán venir. Maten a los que puedan, si es posible tráiganme la cabeza del Draklorn, eso completaría la colección que ya tengo desde que llegue esta mísera tierra fría.
Los 13 generales ahi reunidos asintieron en señal de que entendían y empezaron a desplegarse para dar las órdenes a sus unidades desplegadas en el bosque. Los Votaos empezaron a movilizarse hacia los árboles, y los Nurgeletes, gordos y mugrientos empezaron a moverse con velocidad y desplegarse en el camino principal, para luego hundirse en las profundidades del pantano. Todo estaba dispuesto.
Skarbrant asintió satisfecho, poco a poco las piezas de su plan estaban tomando forma, poco a poco su ejército se estaba formando, sus demonios espectrales. Pronto incluso el propio rey brujo Mordekaiser caería también en la trampa, pronto todos servirían al verdadero amo de la creación y él estaría en la epitome.
Mordekaiser controlaba el Ochnu'um, pero los Norses controlaban idiomas más viejos y antiguos que aquel idioma mundano. Pronto las piezas de su enorme plan se cimentarían y el Freljord sería el mejor punto de partida. Por fin el rival eterno de los vigilantes movía las piezas de un enorme y complejo tablero, en las que solo los mortales formaban parte de un pequeño casillero. En el norte septentrional le llegaban informes de que Moloch a costa de su vida había logrado desterrar a Volibear al Plano espiritual; no era lo que él quería, pero ya era algo, una molestia menos. El semidiós de los Ursinos tardaría 7 años en regresar al plano físico, habianleyes universales y dimensionales que Volibear no podía violar, por muy poderoso que este último pregonara ser.