Untalented

13. El tío Karl

Karl de Lucah era el mejor amigo de Stephen Robinson desde la preparatoria. Se conocieron cuando fueron asignados como compañeros de habitación en la prestigiosa academia Jefferson, en donde las hazañas del dúo, se hicieron legendarias.

Ambos poseedores de una mente brillante no tardaron en hacerse de un prestigioso nombre. Stephen era el genio informático y Karl un as en electromecánica, una combinación ganadora. Sin importar sus múltiples compromisos, seguían siendo inseparables. Se visitaban cada que podían y Karl siempre pasaba las fiestas junto a los Robinson, por demás está decir que él quería a Carly como si fuese su propia hija. Desde que se enteró del embarazo de Amanda se propuso ser el mejor tío que alguien pudiese querer, y vaya que lo cumplió. Guerras de lodo, películas hasta muy tarde, visitas al parque de diversiones y muchas cosas más, formaban parte del arsenal de Karl. Todo por hacer feliz a la niña de sus ojos.

—Perdón, creo que me está confundiendo. No soy un mayordomo —Intentó explicarle al excéntrico hombre.

—No tienes de qué avergonzarte, cuando estaba en secundaria también tuve un empleo de medio tiempo. Cuidaba el jardín de mi abuela, cree un suero para que sus plantas crecieran más y no se marchitaran. Me despidió después de eso porque mi suero acabó con todas las plantas del vecindario. Así es como entendí que la química orgánica no se me daba bien. Pero eso es una historia sin importancia. Ahora quiero ver a mi niña —se abrió paso con dirección a la habitación de Carly. En el camino se quitó el saco y lo dejó sobre un pequeño sillón en la estancia— Guarda mi abrigo —pidió siguiendo su camino—. Sé cuánto dinero hay en los bolsillos —gritó cuando estaba en el segundo piso de la casa de los Robinson.

Andrew, quien seguía de pie junto al umbral de la puerta, tenía una expresión indescifrable. Lo acababan de confundir con un mayordomo y ese hombre no le dio ni la más mínima oportunidad de hablar. Por otro lado, Carly tenía cada vez más sentido para él. Tomando en cuenta la íntima conversación que habían mantenido minutos atrás, la vez que conoció a sus padres y lo poco que había podido ver de aquel personaje responsable del nombre de ella, era como si las piezas de un rompecabezas de pronto encajaran frente a sus ojos.

—¡¿Quién te hizo esto?! —Aquel grito le indicó a Andrew que el tío Karl ya había visto el tobillo de Carly.

—No es nada, solo está un poco hinchado —La pelirroja intentaba tranquilizarlo.

—¡¿Un poco?! —Antes de que el hombre entrara en un ataque de pánico, Andrew decidió intervenir.

—Un médico ya la ha visto, le dieron analgésicos y recomendó reposo —dijo el muchacho.

—Eres un mayordomo eficiente. Le diré a Stephen que te aumente el sueldo.

—Tío Karl, Andrew no es un mayordomo, es mi amigo —pronunció junto a una pequeña risa.

—Me alegra que te hagas amiga del servicio. Aunque me parece bastante raro que Stephen haya contratado un mayordomo, ya sabes, no le agradan mucho ese tipo de cosas. Cuando le sugerí contratar un chofer, me salió con su clásico discurso de «somos personas normales y no necesitamos esas excentricidades». Si me dieran una moneda por cada vez que he escuchado esas palabras, ya le hubiese ganado en el top de Forbes.

Era una tradición que, cada año, cuando la famosa publicación daba a conocer el top de hombres más ricos del mundo ambos amigos hicieran una pequeña apuesta. La última vez el tío Karl tuvo que dar una conferencia de prensa vestido de castor.

—No, Andrew es un amigo de la escuela. No es ningún mayordomo, está aquí porque no quería que me quedara sola —explicó ella.

Luego de escucharla, Karl volteo a ver al muchacho, entrecerró los ojos y lo inspeccionó de pies a cabeza, haciendo que éste se inquietara.

—Lamento mucho la confusión —se aclaró la garganta—. No quiero parecer descortés, pero tengo que hablar de un asunto muy importante y privado con mi sobrina.

—No hay problema, nos vemos el lunes —Andrew se despidió, feliz de poder salir de la incómoda situación.

Cuando se oyó la puerta de la entrada cerrarse y el tío Karl estuvo seguro de que el joven se había ido ya se volvió hacia Carly.

—Usted, señorita, me va a escuchar—señaló a la pelirroja— ¡Tenías a un muchacho a tu habitación! ¡¿Qué crees que dirán tus padres si se enteran?! —dijo molesto, luego su expresión cambió de enojada a preocupada— ¡Y ahora soy tu cómplice! Yo estuve aquí y encima le di mi abrigo para que lo guardara. Le he fallado a tu padre, y al padre de tu padre y a toda la familia Robinson. Le he fallado hasta a esos microrganismos que evolucionaron y se convirtieron en tus ancestros. —Iba de un lado a otro lamentándose.

Carly había leído que en casos como aquel era bueno darles una cachetada a las personas para que éstas se tranquilizaran, pero en vista de que no podía ponerse de pie opto por usar su bolsa de hielo por segunda vez. No era un método ortodoxo, aunque dio resultado. Karl se detuvo y también dejó de parlotear cosas sin sentido.

—No es lo que estás pensando, es solo un amigo —aclaró.

—Eso dijo mi secretaria y acabo de firmarle un permiso de incapacidad por maternidad.

—¿Silvia está embarazada?

—Sí, será un niño. Me mandó las fotos del ultrasonido, es precioso. —Sacó su teléfono para mostrarle a Carly dichas fotos—. Aunque no logro distinguir si este es su pie o su cara... ¡No me cambies el tema, jovencita!

—No te estoy cambiando el tema, te dije la verdad. Andrew es un amigo de la escuela, papá lo conoce. Se quedó conmigo porque me lastimé el tobillo y debo estar en reposo —Intentó explicar una vez más.

—¿Eso significa que no tengo que darte La charla? —cuestionó esperanzado.

—No, no es necesario. Estoy intentando hacer más amigos. Ya sabes que Madison se mudó hace poco.

—Y ni quien la extrañe —la interrumpió él.



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En el texto hay: amistad chica y chico, talento, romance amistad

Editado: 31.10.2022

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