Unus Mundus "Conectados A Través De La Mente"

La segundaría 4

Mi padre había llegado quince minutos después de haberlo llamado. Durante ese tiempo me mantuve en una amena conversación con Elian, era incapaz de no poder estar hablando con él, además, me encontraba encerrada en un almacén y no es que hubiera mucho que hacer ahí. Cuando mi padre abrió la puerta junto con el conserje, pude notar su enfado, no era la primera vez que me encerraban y él venía a mí rescaté.

–Vamos con el director Ana.

No iba a poner objeción alguna sobre lo que dijo, además de que me encontraba cansada de los abusos. Cuando llegamos a la sala de dirección mi padre le pidió a la secretaria del director permiso para poder entrar, esta al dárselo, mi padre entro al descacho sin ni siquiera tocar. Sabía que se encontraba muy enojado por su comportamiento, encontrándonos al señor Martínez con unas hojas en sus manos.

–Lamento entrar de esta manera director Martínez, pero siento que el caso de mi hija es de suma importancia – el director dejo las hojas sobre su escritorio para poner atención a las palabras de mi padre.

–¿Qué ha ocurrido esta vez señor Jones? – el director señalo a las dos sillas que se encontraban delante de su escritorio para poder tomar asiento.

–Han encerrado a Anabeth por segunda vez en el almacén del gimnasio y lamento decirle que, si esto ocurre una vez más, me veré en la obligación de tomar medidas legales.

A papá nunca le temblaba la mano al hablar de la ley y como no, si era abogado de un buen bufete. Nadie más que yo sé lo inseguro que se siente al dejarme exponerme a la sociedad, sé que tiene miedo de dejarme libre en un lugar como este, teme cada día por lo que me llegue a pasar, este tipo de situaciones lo que logra es que desconfié una vez más en las decisiones que ha tomado. Me ha costado demasiado dejar que me permita estudiar en una segundaria publica, como para que tres niños sobre hormonados lo hagan dudar de su decisión.

–Ese tipo de cosas no serán necesarias, señor Jones – el director esta vez me miro a mí – Dime, ¿Cual eran los nombres de las personas que te han dejado encerrada?, Anabeth.

–Brando, James y André, los tres son integrantes del equipo de futbol.

–Bien, pasare el informe al entrenador, en vez de sus horas de entrenamiento harán trabajo comunitario en la biblioteca.

¡Bien! Saber que esas ratas sobre musculadas tenían que estar en la biblioteca ayudando, iba a ser una tertulia para ellos y un gozo para mí, iría a visitarlos de vez en cuando.

–Bien, espero que con eso aprendan la lección, no quiero volver a venir a la segundaria por este tipo de cosas director Martínez.

–Lamento mucho todo, Anabeth.

–No se preocupe director.

Después de todo lo que paso papá decidió que era mejor irme a casa, además de que solo quedaban unas horas de clases y el director no puso objeción hacia eso. Ya tenía una rutina semanal, que constaba de ir a la escuela, regresar a casa, luego dormir una siesta y luego dibujar lo que las imágenes me enseñaban. Porque si, las imágenes nunca paraban, pero ahora eran más suaves y me era más fácil visualizar, era como si mi software hubiera tenido una mejora.

Pero ahora veía algo distinto, hace unas semanas mantenía casi que las mismas imágenes. En este momento veía un largo pasillo y en él personas jóvenes caminando con cuaderno y mochilas. Empecé a analizar, no era mi segundaria, tampoco era un lugar conocido. Por lo que decidí despertar y dibujar el lugar.

Poseía varios dibujos parecidos, no del mismo lugar, pero si tenían el mismo concepto, personas caminando con artículos escolares. Eran tan repetitivas las imágenes que en la pared que se encontraba en frete de mi escritorio coloque cada uno de los dibujos, era como una investigación, pero decidí colocarlo con los demás, pronto tendría más dibujos que colocar y así podría saber cuál es ese lugar.




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