La noche fría me recordaba todo mi pasado, aquello que es difícil narrar o contar, el viento entraba por mi ventana, mi cigarrillo a punto de acabarse, mientras yo estaba sentada en la cama, voltee a ver al hombre que estaba a mi lado y todo lo que significó para mí esta noche, nada, absolutamente nada, todo era perdición y destrucción para un solo fin, complacerlo a el, a mi jefe, trabajar en esto no era fácil tenía que sacarle información a las personas sin importar nada, aveces me preguntaba ¿Hasta donde podía llegar? ¿Cuáles serían mis límites? Aun no lo sabía, pero pronto lo descubriría, el hombre abrió los ojos y entonces aproveche el momento, el estaba medio dormido, fuí rápido al mueble donde alzaba algunas cuerdas, agarre una y lo amarre, primero las manos una en cada lado de la cama al igual que los pies
—¿Con que quieres jugar?— dijo el viendo lo que hacía, me acerque a el provocando que sus ojos se podrán sobre mi, con deseo, a llegado el momento de poner fuerza ruda y actuar lo mejor posible, la gente es mejor en la noche es más fácil que revelen secretos a estas horas y que se pongan calientes con tan solo un roce
—Entonces Mars, dime para quien trabajas— mi mano empezó a recorrerlo desde su mejilla hasta su torso, ahí me detuve, tenía que actuar lo más sensual que podía, me acerque lentamente a su oído y le susurré
—Dime Mars— con la mejor voz posible, sentí como su piel se erizo y después seguí mi contacto hasta llegar a su pierna, estaba encima de el
—Eres tan traviesa— dijo el sin aguantarse las ganas de besarme, trato de hacerlo pero se no se lo permiti antes tenía que hablar, me volví a acercar lentamente pero está vez le di un pequeño beso en su mejilla antes de llegar a su oreja
—Primero habla Mars— el no se podía aguantar, de verdad esto funcionaba tan bien, el solo sonrió, sin que el lo pensará yo lo tenía inmóvil, el no podía hacer nada, ni siquiera podía atacarme, se quería hacer el duro, pero no podía, lo tenía tragando en la palma de mi mano, solo un roce más en su entrepierna lo hizo hablar, bingo
—Si te digo lo que quieres oír ¿Acabarás con mi sufrimiento?— Mars no estaba feo, era un hombre bien formado, su piel era bronceada, tenía unos ojos cafés claros que eran tan hermosos cualquier otra chica puede aver caído ante el con solo mirar sus ojos, sus cejas y pestañas eran perfectas, su cabello negro le daba ese toque rudo pero a la vez perfecto, todo en el era hermoso, sin embargo no era mi tipo, no me gustaba, admiraba su belleza, pero no era lo suficientemente guapo como para tentarme, una sonrisa salió de mi parte al recordar esa frase
—Depende, si lo que quiero oír es verdad, si es verdad cambiaremos de lugar— dije sabiendo que no era cierto, apenas el me dijera lo quequeria saber yo me iba a largar de este lugar, aún así tenía que seducirlo para que hablara
—Eres perversa Lulú— como me encanta mi trabajo, engañar, estafar, tener el control eso me gustaba, tener todo a mi dispocisión, tal ves si me voy a acostar con el o tal vez no —No te servirá de nada que yo te diga para quien trabajo, al fin el no es el jefe de mi organización y ¿Tu para que quieres saber eso?— dijo el, le estaba quitando mi efecto sensual a la situación, y si seguía preguntando tendré que pasar al plan b y a nadie le gusta el plan b
—Curiosidad, que tal si quiero meterme a trabajar con lo que tú haces, o simplemente quiero saber con quién trabajas— tenía que averiguarlo, era un encargo sentí como se empezaba a desesperar así que sonreí y le di otro beso muy cerca de su boca
—La curiosidad mato al gato— dijo desafiandome, oh Mars no sabes con quien te metes
—Y el gato mato a la curiosidad— le contesté un poco cansada de esto, tenía que acelerar el proceso así que empecé por quitarme la playera negra que traía, para quedar solo en sostén frente a el — tú decides a qué hora cambiamos— y diciendo eso, el no aguanto más y me dijo lo que quería escuchar
—Le llaman el Sir, pero en realidad se llama William— y ¡Bingo! Mi trabajo había terminado me levanté de dónde estaba me puse la playera y salí de la habitación, ignorando como gritaba a mis espaldas, en la sala ya me esperaba Gil, estaba sentado en el sillón individual viendo su teléfono, traía una camisa blanca y pantalones de mezclilla un poco ajustados, sus tenis blanco le daban ese aire de joven rico, su cabello era castaño y sus ojos cafés,
—Listo, puedes encargarte de el, iré con el jefe— le dije, el siempre se encargaba de los hombres con los que trataba, a decir verdad el es como un hermano para mí, desde que lo conocí siempre a sido muy bueno conmigo y nunca se a tratado de aprovechar de mi, desde que lo conozco siempre me ha ayudado y si no fuera por el quizás ya estuviera muerta
—Wow nuevo récord Carrie—
—Lo se soy magnífica, bueno pues ahorita vengo— le dije saliendo por la puerta principal de mi casa, tome mi querido Bentley gris y me diriji al bar donde se encontraba mi jefe, por fuera estaba un poco lleno de motos de diferente tamaños y colores, el estaba ahí lo sabía por su carro negro estacionado afuera del bar, revise mi atuendo, traía shorts y mi playera negra, salí del auto y la brisa de la noche me dio la bienvenida, me diriji a la parte de atrás del auto y abrí la cajuela para sacar un suéter negro, mire la puerta y por segunda vez me puse nerviosa, no sabía el por qué, mis pasos estaban un poco lentos pero seguros apenas entre al bar y todos los de ahí me vieron por unos segundos, después voltearon a otro lado
—Pero miren lo que nos trajo el viento— dijo el con su acento italiano tan marcado, yo solo lo vi sentado en una de las mejores mesas de este pequeño lugar y junto con el dos personas, solo pude identificar a la persona de su mano derecha era Lux no era difícil identificarlo, se distinguía por su cicatriz en el cuello el cual la convirtió en un tatuaje una bella rosa, aún no sabía por qué se había tatuado una rosa, me daba miedo preguntarle, me acerque a mi jefe, un señor un poco subido de peso, piel clara pelo negro y ojos negros, el no tenía remordimiento por las cosas, a el solo le gustaba que se le cumpliera lo que el decía sin ningún pretexto, era el más temido de está región y uno de los mejores negociantes del país
—Jefe tengo el nombre— dije sin mirarlo a los ojos era algo que a él le molestaba mucho
—Perfecto, eres la mejor, lo sabes Carrie, es por eso que quiero que te sientes en mi mesa— eso me sorprendió no estaba vestida como tal para sentarme en su mesa, nunca me dejaba hacer eso, y nunca intente hacerlo, todo lo que le decía se lo decía a solas y de pie, me senté frente a el y en ese momento pude ver bien a la otra persona un joven de unos 22 años, su pelo era negro pero tenía mechas azules que le quedaban perfectas, su rostro estaba muy bien formado, sus ojos también eran azules así que supuse que eran pupilentes no podía ser tan perfecta su cara, sus labios rojos, este hombre si me tentaba, traía una camisa blanca y en su silla había un saco negro supuse que era de el, el me miró como si también me analizará
—Carrie el es Jonh mi hijo, el próximo heredero de todos mis negocios y tú próximo jefe—
Al decir eso me sorprendió, Jonh? Mi jefe? Mierda, sin saber por qué me puse nerviosa, cruce mirada con el y con esos ojos electrizantes que erizaron mi piel enseguida, aún no sabía que iba a suceder pero sabía que no estaba preparada para lo que venía.