Urania

Capítulo 3

El tiempo transcurre, y el humano, con la ayuda de Raven, ha encontrado una forma de regresar a su mundo. La reina se ha reunido con sus hermanas, quienes la reciben felices. Sin embargo, Raven muestra un ligero cambio tras la partida del humano. La reina tiene un semblante triste, pero con un brillo en la mirada.

Las estaciones pasan, y luego de tres, cuando el otoño está sobre el bosque, los árboles pierden su follaje. En el Palacio, la reina se encuentra delicada. Sus hermanas están con ella, pero nadie sabe lo que ocurre. Raven está embarazada y pronto dará a luz. Esa tarde, el humano ha vuelto y se ha quedado con Raven. Ha estado a su lado unas horas, y luego ha permitido que Taiga y Loreto ayuden a la reina en el parto.

Al amanecer, Raven ha dado a luz a una hermosa niña. Taiga y Loreto están impactadas; sus manos tiemblan. Ambas solo habían presenciado partos en la naturaleza. Todas están agotadas, y deciden descansar para reponerse de la sorpresa.

El humano se ha quedado con la reina todo el día y no ha dejado que nadie más las visite. Al anochecer, la reina duerme, y las guardianas se encuentran en la laguna. El humano ha salido del Palacio con rumbo desconocido, y en sus brazos lleva a la bebé. Nadie se enteró de lo ocurrido. Las guardianas se fueron a sus hogares a seguir descansando, ya que habían tenido un día muy ocupado.

A la mañana siguiente, Loreto y Taiga van a ver a la reina y a la futura reina. Ambas entran en la habitación donde se encuentra Raven.

—Buenos días, Raven —saludó Loreto, asomando la cabeza por la puerta entreabierta.

—Hola, Loreto, pasa —respondió amable la reina, con el rostro pálido y enormes ojeras—. ¿Taiga está contigo?

—Sí —respondió efusiva la otra guardiana, abriéndose paso hasta entrar a la habitación—. Queremos verte y a tu hija. ¿Cómo te sientes?

—Un poco cansada —dijo Raven con un suspiro—. Mi pequeña está en la cuna.

Loreto se acercó a la cuna para observar a la pequeña, pero la cuna estaba vacía. Avisó a sus hermanas de la desaparición de la bebé, lo que alarmó a las otras guardianas.

—¡Raven, la niña no está! —dijo en voz alta Loreto, mientras removía las frazadas, pero no encontró a la bebé.

Raven trató de levantarse como pudo para corroborar lo sucedido, aunque no lo logró porque se encontraba agotada. Taiga se quedó con ella para tratar de tranquilizarla.

—Calma, no te alteres. Tal vez el humano la llevó afuera. Iré a buscarlos —dijo la castaña con serenidad, intentando calmar a su hermana.

—Sí, ve a buscarlo y trae a mi hija de vuelta.

Taiga salió apresuradamente en busca de Og. El centauro debió haber visto al humano con la niña. Raven estaba desesperada porque no tenía a su hija con ella, y Loreto trataba de consolarla. Taiga reunió a todos, desde los elfos hasta los sátiros, para preguntar por el humano. La reina estaba desconsolada, y las guardianas también. Taiga sospechaba que el humano se había llevado a la bebé.

—¿Alguien de ustedes ha visto al humano? —Taiga se sujetó fuertemente la falda de su vestido.

—Durante la noche, cuando la luna estaba alta en el cielo, vi al humano marcharse con prisa —dijo el centauro Og.

—¿Alguien más lo vio? La pequeña ha desaparecido, creo que se la llevó. Ahora no sé cómo decirle a Raven.

—¿Cómo que la pequeña? —preguntó Hureral, levantando una de sus rubias cejas.

—La hija de Raven —respondió Taiga con pesar.

—Hay que buscarlo. Tal vez lo encontremos —dijo el sátiro, decidido.

Los elfos solo observaron la triste situación de las guardianas. La familia de elfos se ha mantenido al margen, ya que no les agrada que los humanos lleguen a los bosques de Urania. Taiga asintió ante la idea de Urn. La guardiana del bosque fue a hablar con la reina, quien estaba con Loreto, muy triste por la ausencia de su hija.

Han pasado varios días, y Raven, cada vez más triste, al borde de la muerte, pidió hablar con sus hermanas.

—Loreto, Taiga, es necesario que me ayuden; solo las tengo a ustedes —dijo la reina con gran tristeza. Sus ojos estaban rojos por las lágrimas.

—Haré lo que me pidas. Te ayudaré, pero necesitas recuperarte —dijo la guardiana del lago, limpiando las lágrimas de sus mejillas.

—Raven, por favor, no sigas en ese estado. No quiero que te pase nada —Taiga lloraba desconsolada.

—Queridas hermanas, hemos compartido tantos momentos llenos de dicha y armonía, pero estoy segura de que mi tiempo ha llegado —titubeó Raven—. Loreto, quiero que cuides bien de Urania, del bosque y de los animales, y trata de mantener la paz con los elfos. Taiga —miró a la ninfa de cabello castaño—, ve, busca al humano y trae a mi hija de regreso para que sea la reina.

Las guardianas lloraron, sabiendo que la reina no se encontraba bien y que ahora Urania estaba en peligro. Esa noche, la reina falleció, y la barrera mágica que rodeaba Urania se debilitó. Al día siguiente, Taiga partió en busca del humano que se había llevado a la futura reina, mientras Loreto se quedó a cargo del trono. En el mundo humano, Taiga se encontraba sola, en un lugar totalmente diferente y opuesto a lo que ella conocía, tan frío y cruel ante los ojos de la guardiana del bosque.




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