Urania

Capítulo 8

En el mundo humano, Mirage y Taiga regresaron de Moléstron a la pequeña cabaña cerca del bosque para descansar y curar a la castaña. Lograron llevar consigo al rubí. Solo falta el zafiro, que se encuentra en una profunda laguna en medio del bosque suizo. Ahora Taiga solo quiere descansar. Mirage cura sus heridas y la cubre con una manta. La castaña siente que ya está cerca de Urania. Solo una piedra más y pronto volverá a casa. Para Mirage, la ansiedad y el nerviosismo crecen porque pronto irá a un nuevo lugar. Aún no se siente capaz de gobernar. Al día siguiente, las jóvenes despiertan temprano para desayunar.

—¡Buenos días! —saludó Mirage con alegría.
—¡Buenos días! —respondió Taiga, todavía adormilada. Había tenido una tranquila noche. Sus poderes regresan poco a poco.
—¿Cómo te encuentras? —dijo Mirage mientras servía té.
—Bien, Mirage —se levantó y se dirigió hacia la mesa con una sonrisa.
—Tenemos la esmeralda y el rubí —comentó Mirage. Se siente alegre por Taiga. Aunque no sabe cómo será Urania.
—Sí. Ahora iremos por el zafiro. Está en una laguna dentro del bosque —explicó Taiga.
—¿Sabemos qué habrá en la laguna? —indagó, con curiosidad y temor, la morena.
—Aún no lo sé —respondió Taiga sin cambiar de actitud.
—Bien, vamos por la piedra —dijo Mirage con una sonrisa.
—Debemos ser valientes —comentó Taiga. Miraba a su amiga Mirage con calma. Sentía paz porque pronto volvería.

Mirage siente incertidumbre por lo que sucederá. Desconoce lo que encontrarán en la laguna. Se preocupa por Taiga; intuye que algo realmente malo ocurre con ella. Aunque Taiga se muestra fuerte y decidida en la misión, la reunión de las piedras no solo es para poder regresar a Urania. Se trata de que descubran en ellas el valor y la nobleza que se requieren para vivir allí, para proteger y cuidar de cada uno de los habitantes.

—Mirage, es importante que entiendas que, al llegar a Urania, debes ser capaz de lidiar con los elfos y las sirenas —explicó Taiga. Sabe de las diferencias que existen entre las razas.
—Entiendo. Quieres que unifique a las razas —dijo ella, un poco pensativa.
—Sí. Raven las mantenía tranquilas, siempre y cuando nosotras no fuéramos a Sirenia.
—¿Qué pasaba con los elfos? —preguntó curiosa. Siente fascinación por todo lo que escucha.
—Con ellos pasa una situación más complicada —dijo Taiga. Ella no tiene ningún plan. —Ellos quieren el bosque. No solo buscan cuidarlo, sino obtener el control absoluto, hasta donde yo sospecho.
—Comprendo a dónde llega la cuestión —comentó Mirage. Aún desconoce la magnitud del problema, pero buscará una solución.

Después de desayunar, una vez guardadas las piedras en un lugar seguro, partieron de regreso al bosque para ir hasta donde se encuentra una profunda laguna que se ve de color verde esmeralda. El fondo es poco visible por la profundidad. En ella, una piedra sobresale por su color. Es azul y brilla como una estrella sumergida en el agua, esperando ser rescatada. Se trata del zafiro. Taiga será incapaz de ir por ella, incluso de ser apoyo. A Mirage parece no afectarle el que se encuentre allí.

—Mirage, estamos por obtener la última piedra —expresó la castaña, observando la laguna.
—Es una bella laguna —dijo Mirage sonriendo.
—Y muy profunda —replicó Taiga con temor.

Ambas, paradas en el borde de la laguna, sabían que buscar la última piedra sería lo más difícil que tendrían que hacer para poder irse a casa. Pero no suponía que tendría que superar su fobia a las profundidades. Le resulta imposible pensar en ello. Tampoco quiere dejar que Mirage lo haga sola.

—¿Te encuentras bien, Taiga?
—No, Mirage —respondió ella temerosa—. Tengo un problema.
—¿Qué ocurre? Me puedes comentar —dijo Mirage, sujetando la mano de Taiga.
—Está bien —dijo la castaña. Respiró profundo—, pasó hace tiempo. Cuando era más joven, antes del festival, las sirenas se estaban reuniendo en la laguna junto al Palacio —Taiga contenía las ganas de llorar.
—Tranquila —abrazó fuerte a la castaña—. ¿Qué fue lo que pasó?
—Estaba sola allí y Talía fue la primera en hablar conmigo. Estaba sentada en una roca en la orilla —dijo la joven, aferrándose a su amiga—. No sé con qué intención lo hizo. Ella me sumergió en la laguna. Dijo que jugáramos, pero trató de ahogarme.
—Eso fue tan cruel —le dijo, aún abrazadas—. Cuando esté en Urania, la mencionada sirena tendrá un castigo.

Siguieron abrazadas por un momento más. Taiga se sintió protegida y supo que Mirage sería tan sabia como Raven. Ahora importaba más sacar la piedra de la laguna, ir al fondo de la laguna por ella.

—Mirage, tenemos que ir por la piedra —dijo Taiga, alejándose de la morena. En su mirada aún se notaba el miedo.
—Iré yo. No te preocupes —acarició la mejilla de la castaña. Trató de calmarla. Ella le sonrió.

Así fue como Mirage se dirigió hacia la laguna. Nadó hasta donde estaba la piedra. Se sumergió profundamente para alcanzar al zafiro. A mitad del camino, Mirage regresó a la superficie para respirar e intentarlo de nuevo. Le tomó algunos minutos llegar a la piedra. La joven ya no tenía aire en sus pulmones cuando la alcanzó. No podía desesperarse ni entrar en pánico; eso significaría la muerte. Mantuvo la calma, tomó la piedra y se paró en el lecho, impulsándose de nuevo con todas sus fuerzas hasta salir a la superficie.
A Taiga le llenaba de ansiedad la tardanza de Mirage. No podía imaginar qué ocurría o por qué se demoraba tanto. Caminaba desesperada en la orilla. Desde donde estaba, la vida de Mirage estaba en peligro. No se perdonaría si ella moría en el intento. Se llenó de remordimiento y, decidida, saltó al agua. Aún llena de miedo, pensaba solo en su amiga y que tenía que ayudarle. Justo en el instante en que Mirage salió para tomar una gran bocanada de aire, llenando sus pulmones con fresco aire de la montaña.




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