Una vez en Sirenia, se instala la familia Croniel, excepto Lierur, quien se quedó con las ninfas. La noche avanza lentamente. La luna apenas se acerca al horizonte. La preocupación aumenta en toda Urania; la erupción del volcán parece más cercana a cada momento, y un incendio se ha desatado en las cercanías de la montaña.
Una notable incomodidad se siente por parte de algunas sirenas —sobre todo Talía—, y los elfos, sátiros y Ok han estado apenas unas horas en la isla. Ella no tolera a ninguno de ellos. Están alegres por la llegada de la guardia del bosque y la futura reina, quien traerá consigo la restauración de la Barrera. El volcán volverá a dormir y no habrá más humanos en la isla.
Para Vennehelael, la llegada de Mirage le ha devuelto la esperanza. Al ver sus hermosos ojos azul turquesa, que brillan con inocencia, refleja una incomparable paz. Ahora tiene que estar con sus padres; la seguridad de ellos es importante. No quiere arriesgar a su hermana y padre a una peligrosa exposición a la luz solar. Hureral se preocupa en exceso por que Vanna y Sisath estén prácticamente a la intemperie, con un amanecer tan próximo.
—Pronto, Vennehelael —dijo apresurada—. Debemos hacer un refugio para tu padre y hermana.
—Madre, ten calma —respondió él, sujetando suavemente las manos de la rubia en un intento de confortarla. Su madre lo miró enternecida.
—Hermano, no te preocupes por nosotros —intervino Sisath, serena, abrazando a su padre.
—Vayan a la cueva que está cerca —dijo Seira, preocupada. La condición de los elfos es lamentable.
—Ok, vayan con ellos. También Urn —repuso amable Ligia, que también comprende lo que está pasando.
—Gracias —dijo Hureral sonriendo, conteniendo las lágrimas. Se conmovió por la amabilidad de las sirenas.
—Lo llevaré a la cueva. Pronto amanece —comentó Ok, preocupado. Los elfos asintieron, sintiéndose más tranquilos.
El centauro condujo hasta la cueva. En el interior había una laguna poco profunda, ya que la marea estaba bajando, dejando más espacio para ellos. Tendrán que salir al atardecer, antes de que llegue la luz del sol.
En el palacio, Mirage, Taiga y Loreto conversan en el interior. La morena necesita algunas explicaciones, y Loreto no quiere revelar lo que ocurrió entre ella y Og, motivo por el cual Lierur lo reemplazó. Fueron algunas revelaciones inesperadas. A Mirage le sorprendió que la castaña le ocultara algo tan importante. Siendo honesta, Taiga no quiso que se enterara así, pero no hubo tiempo para contarle. La castaña desconocía cómo estaba Urania desde que Raven falleció, y Mirage debe reponerse a ello y realizar la ceremonia.
—Taiga, ¿cuándo tenías planeado decirme lo que pasó con Raven? —preguntó Mirage, inexpresiva, cruzando los brazos. Se siente decepcionada. La castaña bajó la mirada.
—Espera, no es lo que importa —intervino Loreto, preocupada. Lo que pasa la tiene triste.
—Mirage, fue muy triste lo que pasó con ella —respondió Taiga, respirando profundo.
—No puedo creer que no me dijiste —exclamó Mirage, desesperada, posando una mirada acusadora sobre ambas ninfas.
—Te contaremos todo en cuanto salvemos mi bosque —dijo Taiga, suplicando. Ella asintió, pero aún seguía molesta.
—También debes recuperar el diamante —comentó Loreto, apenada—. Se perdió en la laguna Aqua.
—¿Cómo pasó? —cuestionó la castaña, sorprendida. No tiene tiempo para esto.
—Creo que no me creerás si te lo digo —comentó Loreto, mirando la loza del piso.
—Solo eso me faltaba —comentó Mirage, poniendo los ojos en blanco. Cree que está a punto de perder la cabeza.
Hubo un enorme silencio. Las tres solo se miraban. Algo cambió entre ellas; la confianza se perdió. Secretos revelados que hirieron su alma. El incendio se extiende rápidamente por el bosque. Los animales están en peligro. Lierur y Og entran desesperados. La situación se está descontrolando.
—Señorita, el incendio crece en el bosque —dijo alarmado Og.
—Dejen de discutir y ayuden —pidió frustrado Lierur.
—Yo creo que ustedes deben hablar —intervino Loreto, pensativa—. Yo me encargaré del incendio.
—Iré con usted —dijeron al mismo tiempo el elfo y el centauro. Loreto asintió; cuanto más ayuda, mejor.
Ellos se fueron al bosque para combatir el incendio. Loreto hace uso de su magia, tratando de sofocar el fuego con agua, mientras que Lierur y Og ponen a salvo a los animales. Vennehelael deja a su familia segura en la cueva de la isla y regresa al palacio para tratar de ayudar.
—Mirage, te prometo que te diré lo que sé —continuó, con tristeza, ante la mirada furiosa de la morena.
—Bien. Espero que lo hagas —dijo Mirage, indignada. Caminó hacia afuera, donde estaba la laguna.
Taiga la siguió hasta allí. La morena se quitó su sudadera gris y sus tenis blancos, parada en la orilla de la laguna. La castaña la observó atónita, porque ella intenta recuperar el diamante.
—Mirage, espera —dijo, sujetando su brazo—. No tienes que hacerlo ahora.
—Dices que voy a restaurar la barrera —respondió la morena, alejándose de Taiga, lista para saltar.
—Tenemos que hablar —se acercó y la abrazó. No quería que siguiera enojada con ella.
—El castaño dijo que no hay tiempo para esto —refutó seria Mirage—. Quiero salvar tu bosque.
La castaña se alejó sonriendo. Mirage saltó al agua fría y nadó hasta el fondo, donde el diamante se encontraba abandonado desde que Raven falleció. La última vez que restauró Urania, ella pidió que lo llevara allí. De alguna forma, sabía lo que pasaría con Raven. Mirage regresó a la superficie con el diamante. Vennehelael llegó cuando Mirage salía de Aqua, con el diamante en las manos. Ella estaba agitada y Taiga se acercó para ayudarla a salir del agua.