Intenté abrir los ojos, pero ese simple movimiento era en extremo doloroso. Mi boca estaba amarga, sentía mucha sed y necesitaba un baño de urgencia. Me senté con cierto esfuerzo en la cama, me dolía demasiado la cabeza, me rasqué los ojos, me estiré y cuando empecé a enfocar la habitación, me recorrió un sentimiento de pánico al no reconocer nada...
La habitación era amplia, luminosa y cálida; las paredes irregulares eran de piedra color crema y se juntaban en un pico como en el interior de una iglesia; los muebles obscuros le daban un toque elegante: un amplio escritorio con su silla, un librero y dos puertas estaban a mi derecha; a la izquierda, se encontraba un enorme balcón al que se accedía por una puerta de cristal que ocupaba casi toda la pared y había un cómodo y hermoso diván apoyado en el cristal; al frente de mí, había seis repisas que formaban una especie de "V", debajo de ellas, había dos baúles en los extremos y un tocador en el centro con un enorme espejo donde me podía ver en una cama enorme de sábanas y mantas muy suaves de color blanco, un enorme cuadro de un paisaje que podría jurar nunca haberlo visto antes, pero me resultaba familiar con ese atardecer rojizo y morado...
Me levanté por la urgencia de mi vejiga y terminé de observar lo que había en esa habitación. El suelo estaba cubierto por una alfombra con el mismo sello de 8 lados con la estrella de la tarjeta del director. No dejaba de temblar buscando por un baño, pero las únicas puertas que habían eran 3.
Fui a la que estaba en el otro lado de la cama cerca del balcón, pero esa puerta doble al lado de una de las mesillas de noche con una lamparita de lectura que se encontraban a ambos lados de la cama era un descomunal armario del tamaño de mi cuarto en Londres, con alfombra blanca y cientos de prendas y zapatos en las paredes... Si no hubiese sido por el dolor que sentía en mi bajo vientre, seguramente hubiese hechado un vistazo un poco menos apropiado para ver esas cosas que no me pertenecían.
Nunca en mi vida había tenido suerte, y mis necesidades fisiológicas me urgieron a elegir la puerta que estaba en la pared del librero, que me llevó a un oscuro pasillo el doble de largo del cuarto del que había salido pero la mitad de ancho, estaba hecho de piedra negra con vetas tornasoladas mucho menos planas y trabajas que las del cuarto, y según avanzaba, veía que tenían unos hermosos reflejos verdes, celestes y rosados. Me giré sobre mí misma cuando estuve cerca de una barandilla plateada con un diseño hermoso de flores retorcidas en círculos, pero a parte de dos escaleras descendientes, sólo había dos puertas: por la que había salido y otra cerrada a la derecha. Llamé a la otra puerta, pero nadie respondió. Decidí abrirla, pero era otro cuarto, del mismo tamaño que el mío aunque tenía muebles diferentes y un enmoquetado rojo muy llamativo.
Cerré la puerta sintiendo que estaba allanando la habitación de alguien más, y un poco avergonzada, volví al cuarto del que había salido antes de que me vencieran mis ganas de ir al baño. No sabái dónde estaba, pero al menos no me sentía tan mal si me quedaba en el cuarto en el que había despertado. Por suerte, ya sólo quedaba una puerta, y gracias al cielo, era un baño.
Ya estando un poco más tranquila después de sentarme en ese poco sencillo baño de vidrio, cerámica blanca y aluminio, me puse a pensar en todo.
Mi hermano me había advertido de gente peligrosa, ¿serían esos seres que se convirtieron en monstruos en frente de mis ojos? No podía ser, Nathan no sabía nada de magia, ¿verdad? Entonces Friedrich, ese viejo chiflado me había salvado... Pero si él sabía de magia y la había usado conmigo... ¡Eso no tenía sentido! Dijo que era un viaje interdimendional, tal vez era un alien y no un hechicero... Tal vez estaba perdiendo la cordura, era imposible que hubiese llegado a otra dimensión, ¿verdad?
Ahora la pregunta crucial aquí era: ¿cómo volvía con Nathan?
Me levanté del baño y me aseé en el lavamanos con un elegante grifo automático. Tenía el aspecto de una verdadera loca, con mi cabello con forma de nido de ratas, restos de baba seca en mi mejilla... esperaba que sólo fuese baba mientras recordaba que había vomitado hacía poco... ¿qué hora era?, tenía ojeras moradísimas bajo mis ojos, una mancha aún más oscura en mi pómulo izquierdo y mi ropa estaba súper arrugada.
Me arreglé lo mejor que pude y empecé a investigar, los libros de la pared derecha eran algunos de mis favoritos, junto con otros que no conocía en lo más mínimo y se veía gruesos y pesados, pasé de largo del escritorio donde había hojas y un poco de material escolar: pinturas, rotuladores, bolígrafos, tijeras, entre otras cosas que no llamaron mucho mi atención; en el tocador encontré botellitas y recipientes de colores, y acercándome un poco más, vi que eran perfumes, cremas y lociones, de las que había visto en tiendas y comerciales, pero nunca me había atrevido a comprar por el precio ridículo de un contenido casi inexistente; las estanterías tenían algunas novelas románticas que me encantaba leer y algunos muñecos de peluche muy bonitos... como los que tenía en mi habitación... Era como si me hubiesen espiado y llenado ese cuarto con mis cosas favoritas, me dio miedo y salí al balcón.
Me maravillé y mareé en partes iguales al observar la vista: una torre enorme de estilo gótico europeo con arcos y agujas, incluso gárgolas esculpidas en la torre frente a mí. Si mi vista no me engañaba, la construcción del frente tenía 8 pisos y yo estaba a la misma altura del último balcón... así que estaba en un octavo piso. Claramente, salir por el balcón no era una salida válida si quería volver con Nathan.
En la parte de abajo, en el centro, había una fuente que no podía ver bien pero el jardín interno se veía espectacular, como un mini jardín de Versalles; en la parte de la derecha desde mi balcón veía un hermoso campo de césped verde, y un poco alejado, observaba algunas pistas de deporte; a la izquierda en cambio, después de otra porción generosa de césped verde muy bella, había lo que parecía un laberinto de plantas muy bien cuidado... si necesitaba escapar, me vendría bien sacarle una foto a aquel laberinto...