Quería gritar pero no podía. Friedrich se hacía más grande frente a mis ojos. Bueno, a mi espalda, y cuando el dolor paró, me salvó de golpearme contra el suelo sujetándome por los hombros.
-Listo- dijo satisfecho pero cansado, incluso se tuvo que secar el sudor con un pañuelo que sacó de su chaqueta.
Miré mi cuerpo, y me asombré de ver toda mi ropa colgando por ser muy grande alejándome instintivamente de Friedrich. Enseguida me di cuenta de que el director no había crecido, yo me había encogido.
-Necesitará esto- dijo sacando de su escritorio un carnet con mi foto.
-¿Cuándo...?
-Es su carnet de estudiante de la Academia- continuó ignorándome olímpicamente -, esto le permitirá entrar a mi despacho siempre que lo necesite- me entregó un colgante con un sol, una estrella y una luna menguante -, si necesita algo o tiene alguna pregunta puede preguntarme a mí o a cualquiera de los profesores.
Todavía no asimilaba que había regresado a mi cuerpo de 15...
-¿Por qué yo?- pregunté a punto de llorar sin saber que pensar.
-Usted es la heredera de unos poderes asombrosos. Nunca ha sido una humana común. Puedo afirmar que será la maga más ilustre de todos los tiempos, superando incluso a Utopía.
-¿Utopía no era el nombre de esta Academia?... y no sé usar magia.
-Utopía fue la maga más poderosa de todos los tiempos y es la patrona de esta Academia- noté algo raro en su voz mientras se volteaba hacía la ventana y veía el invernadero interno...
-¿Por qué soy tan valiosa?- pregunté desconcertada.
-Usted es la última descendiente de una importante familia.
-¿Mi familia?- por fin podría conocer algo de ellos.
-Sí, lamentablemente, todos han fallecido ya...
-¿Cuál es mi verdadero apellido?
- No puedo responder a eso- miró su reloj y regresó a mirarme con expresión condoliente -. Me temo, que ya debo retirarme, enviaré el almuerzo a su habitación- iba quejarme y protestar, pero con su mano en mi hombro, hizo que mi estómago se sintiera como si lo hubiesen lanzado muy lejos y devuelto a su sitio-. Sé que tienen dudas y quejas, pero las contestaré otro día- dijo mientras se desvanecía y me dejaba sola en mi habitación, confundida y mareada.
o-o-o-o-o
Después de bañarme y tomar un apetitoso almuerzo que apareció mágicamente en una bandeja sobre la cama, fui hacia el armario e intenté localizar el uniforme. La única forma de salir era graduándome... o por lo menos podría moverme libremente por el edificio mientras averiguaba cómo escapar.
Aún me daba recelo coger lo que había dentro de ese fabuloso armario, pero ¿era mío, no? Creo que era mi premio de consolación por quedarme secuestrada en la Academia contra mi voluntad.
Me puse ropa interior que estaba en un cajón, y me sorprendí que era parecida a la que yo me compraba. Fui al tocador y me puse crema y perfume y todo lo que encontré para probar. ¿Qué tanto habían averiguado sobre mí? ¿Cómo lo habían hecho? Aunque debía admitir que esto no estaba tan mal.
Encontré un libro sobre el escritorio al lado de un jarrón lleno de rosas doradas hermosas que olían delicioso. Dentro del librito que era de las normas del colegio, encontré mi horario y lo coloqué en la pared... miré el reloj y vi que aún faltaban varias horas para las prácticas, según eso, los alumnos ahora estaban haciendo tareas en la biblioteca. Empecé a leer las normas y algunas eran muy normales como: 《No correr en los pasillos》 o 《Apagar el móvil durante las clases》, pero otras eran como:《Está terminantemente prohibido usar magia durante las clases teóricas a no ser que el tutor encargado lo permita》 o 《No transformar a los compañeros en animales y/o criaturas distintas a su especie de origen》. Me salté una gran parte de hojas y llegué al 《Correcto uso del uniforme》. Entré al armario mientras leía y descubrí que el vestido se usaba en las mañanas, el traje de chaqueta en las tardes, y el short y la camiseta, únicamente, para educación física.
Me puse el traje de chaqueta y seguí leyendo un poco de una novela de las estanterías sobre una princesa guerrera que se traviste para ganar un Torneo, hasta que faltó media hora para las prácticas de la tarde. Bajé lentamente las gradas, observando a chicos que parecían normales conversando y riéndose como si los papeles que volaban o los animales de colores que jugaban con ellos fueran la cosa más normal de mundo. Cuando llegué al salón con teles y todas esas cosas para entretenerse, ya no me pareció tan grande, estaba atestada de chicos y chicas que vigilaban cosas, las quemaban, jugaban con mascotas, o simplemente veían una película; pero definitivamente, todos eran unos fenómenos.
¿Conoces esa sensación que sientes al no conocer a alguien en una fiesta mientras todos parecen disfrutarla al máximo? Así me sentí por un rato, ahí completamente incómoda mientras veía cómo el reloj avanzaba lentamente. Como si se estuviese riéndome de mí y yendo más lentamente a propósito.
De repente, una chica rubia de cabello corto y ondulado tropezó con mi pie y tiró los 9 libros que cargaba para caer encima de ellos.
-¿Estás bien?- pregunté algo preocupada -Lo siento.