Utopía

Capítulo 7.- Maldito Thomas

-¿¡Tienes una prometida a los 15!?- no me lo podía creer.

-Sí. Magdalene Von Reich, es la heredera de la casa Reich. Son elementales de plasma, aunque ella no puede fusionar elementos aún...

-¿Y te vas a casar? ¿Así? ¿Sin más?

-¿Qué otra opción tengo?- dijo levantando sus hombros -Si no lo hago, decepcionaré a mi padre, y no podría llegar al Concejo sin su aprobación.

-Entonces... ¿sólo te importa el poder?

-¿Qué puede haber más importante?- estaba confundido, en su cerebro era su única opción.

-La felicidad- respondí sonriéndole -, la libertad... creo que esas dos cosas son lo más importante en esta vida.

Se sorprendió abriendo los ojos como platos y se quedó callado un buen rato. Apartó la mirada y abrazó sus largas y delgadas piernas.

-¿Tú por qué estás aquí, plebeya?- me sorprendí de que volviera a hablar, aunque lo dijo entre sus rodillas.

-No es nada importante- dije muy avergonzada de mí misma.

-Yo te conté lo mío, ahora te toca a ti- dijo mirándome con cara de asesino.

-Está bien- suspiré -... desde un comienzo, no quería ir al baile.

-¿Por qué?- me miró como si estuviese loca.

-No sé... tuve el presentimiento de que algo iba a ir mal- estornudé y antes de poder continuar, Thomas me dio su chaqueta -... pero hace frío, tú...

-Soy un elemental que controla el hielo- dijo peinando su flequillo -, el frío no me hace nada- dijo súper orgulloso de sí mismo -. Ves- me puso sus tibias manos en las mejillas, para demostrarlo.

-Gracias- dije sonriendo cuando me puse la chaqueta del traje de Thomas, olía a algo que recordaba, pero no podía identificar... pero era un olor muy agradable.

-¿Y qué pasó con el mal presentimiento?- preguntó regresando a verme ya no tan aburrido.

-Bueno, ¿conoces a Celeste?- se quedó pensando un momento -¿La Vidente de segundo año?

-Sí, esa chica que siempre lleva una coleta alta, es pecosa y muy molesta.

-No seas grosero- dije dándole un empujón amistoso.

-Me lo pide la chica que me acaba de golpear- respondió sarcástico.

-Bueno, disculpa- dije riendo y sacándole la lengua -. El caso es que ella, con otras chicas, me dijeron que fuéramos al baile, y pues... para convencerme empezó a leerme las cartas, y no es que yo crea en esas chorradas, pero algo de lo que me dijo, me asustó... en realidad, fue parte de lo que no me quiso contar. Se asustó y se fue corriendo con sus cartas... el caso es que me dijo que tenía que ir al baile obligatoriamente, porque el resto de mi vida dependía de ello- dije levantando los brazos y moviendo los dedos dramáticamente.

-De acuerdo- deduje que había sido algo raro incluso para él, por su asentamiento de cabeza y mirada a la luna.

-¿Y qué hecho transcendental ocurrió allí abajo, para que vinieras y gritaras que eras penosa perturbando mi diálogo interno?

-¡Es muy vergonzoso!- exclamé mientras me sonrojaba y me cubría la cara en mis rodillas.

-Juro que si no me lo cuentas, mañana preguntaré e iré expresamente a mi pupitre, que te lo adjudicaste sin ningún permiso, y me reiré en tu cara hasta que inicien las clases.

-¿Era tu sitio? No lo sabía, como sólo me miraste mal y no pronunciaste palabra...

-No sabía como ibas a reaccionar. Tal vez me llamaras fascista o me gritaras que nada es realmente de mi propiedad aquí... ¿Quién sabe?- dijo un poco molesto.

-Siento haberte gritado en el comedor- miré mis dedos mientras jugaba con ellos -. Es sólo que me enojó mucho tu actitud con Esme. Siento que no eres tan mala persona hablándote... Tal vez un poco egocéntrico y sobrado, pero puedo darme cuenta que no es tu culpa...

-Si sabes lo que te conviene, te alejarías de tu amiga Esmeralda- se apretó el brazo y regresó a mirar el horizonte -. ¿Qué pasó en el baile?

-Pues... había estado bailando con Niel, y cuando llegué a la mesa donde estaban las chicas, Maritte me preguntó si pasaba algo entre los dos, y bueno... Niel es muy guapo y muy caballeroso, y divertido...

-Sí, sí- dijo sacudiendo su mano -. Todas las chicas dicen que Niel es maravilloso, pero no es más que un estúpido payaso.

-Deja de menospreciar a todos- le golpeé ligeramente con el codo -. Bueno... Maritte me preguntó y le dije que no había nada entre los dos, luego me preguntó si le iba a besar y le dije que no... y se dio cuenta, no sé cómo, que aún no he besado a nadie... el caso es que empezó a reírse a carcajadas y le grité que qué tenía de malo no haber besado a nadie, pero justo paró la música y todos los presentes regresaron a verme y empezaron a burlarse... Siempre tengo mala suerte- añadí entre mis rodillas.

A mi lado, Thomas empezó a reírse a carcajadas.

-No te rías- dije más roja pero sin levantar mi cara de mis piernas.

-Es que- seguía riendo -... es que pensé que eras más madura. La gran Elizabeth- era muy sarcástico y dramático -, la que tiene el mayor poder en la historia de la Academia, la única que puede hacer el Círculo Mágico de Utopía, a la que llaman heredera de la Gran Maga, la única capaz de regañarme... ¡Vamos! Aunque juzgues sin conocer, no seas nadie, o seas una grosera sin modales- eso sobraba -, ahora eres una pura de la clase A, estás por encima de todos los que se burlaron de ti- era raro recibir un halago de él -. Nunca dejes que los que estén por debajo de ti, te hagan sentir menos de lo que eres.

-Gracias- estaba muy sorprendida de su madurez, a pesar de que se había comportado como un niño con berrinches cuando llegué.

-De nada- respondió apoyando su cara en las rodillas mirando al horizonte.

Me tumbé en el tejado y miré un rato las estrellas hasta que estornudé de nuevo.

Thomas se estiró y miró su reloj, que por cierto, se veía demasiado caro.

-Son las 11 y 7- bostezó y me ofreció su mano -. ¿Quieres bailar?- preguntó con un bonito guiño de ojos - Pero esta vez no me pegues. Tengo un morado en mi pierna- dijo señalando su muslo mientras se reía -, pero que conste que YO gané.




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