Utopía

Capítulo 12.- Conociendo al Enemigo

Me desperté sobresaltada. Soñé con esa noche de nuevo. No era algo precisamente agradable verlo desde la perspectiva de una tercera persona, y recordar cosas que incluso había olvidado.

Me giré y vi la hora en el despertador: 07H07. Aless estaba hecha bolita a mi derecha, y Thom se había quedado dormido extendido al pie de la cama. Se veía incómodo dormir tan rígido, aunque suponía que así había sido toda su vida. ¿Sería verdad lo que dijo Alessandria? ¿Podía una madre no querer a su hijo? Yo siempre había querido conocer a mis padres y supongo que los había idealizado... ¿Y si no me querían? Aunque el director me había dicho que ya habían fallecido... Yo había salido de un laboratorio.

Thom siempre me había hablado muy orgulloso de su padre, pero no había mencionado ni una sola vez a su madre. ¿Cómo serían los míos? ¿Me habrían vendido a ese laboratorio? ¿Me secuestraron de pequeña y los asesinaron? ¿Por qué?

Me levanté con cuidado, para no despertar a ninguno y fui al baño. Me asusté al verme la cara, aún no me acostumbraba al reflejo del espejo con esos iris inyectados de sangre ni a un cabello morado oscuro. Me cepillé mi larguísimo cabello y me hice una trenza antes de salir al balcón. El cielo estaba muy nublado, haciendo que el día fuera frío y oscuro. Me resultaba un día solitario y triste, y permanecí ahí, dejando que el helado viento me rozara la cara, hasta que Moon vino conmigo.

La subí en mis brazos, era increíble como en apenas un día, ya medía el doble. Ella se acurrucó y se quedó dormida en mi regazo, cuando me senté contra el vidrio de la puerta.

Litch llegó unos minutos después para jugar con Moon, y unos segundos después salió Thom al balcón.

-Lo siento- dijo avergonzado mientras se estiraba y bostezaba-. No quería quedarme dormido…

-Tranquilo -le respondí sonriendo -. Tal vez deberías irte para estar preparado para tu reunión en el Concejo.

-¿Vas a estar bien aquí? -preguntó mientras hacía un círculo mágico haciendo que Litch se esfumara.

-Tampoco puedo salir- respondí poniéndome de pie.

-Prometo que voy a hacer todo lo posible para que no estés aquí- dijo muy serio sujetando mis hombros.

-Está- su mirada helada era muy seria y me dejaba sin palabras -… bien… Pero no importa si no lo logras.

-Awww- molestó Alessandria llegando a la puerta del balcón rascándose un ojo -… ¡Eres tan tierno, gusano inmundo!- Aless se lanzó para abrazarme, inmovilizándome por completo -Tu futuro es demasiado incierto y egoísta como para que te deje continuar -apenas podía ver el rostro de Aless encima de mi hombro, pero lo estaba amenazando.

-¡No me insultes, fantasma asquerosa! ¿Tú qué sabes?

-¿De qué hablas?- pregunté a la cabeza de Aless que ahora estaba a la altura de mi cintura, al lado de mi codo.

-No te interesa aún- respondió con una sonrisa enorme que mostraba todos sus dientes.

-¡No te atrevas a decir nada!- amenazó Thom.

-No se lo voy a decir- dijo soltándome -, pero es por su bien, no por el tuyo. Eres un ser demasiado egoísta como para intentarlo siquiera.

-¿El qué?- pregunté confundida.

-Nada- dijo arrastrándome a la habitación cuando estornudé -… Si no te vas ya, no la vas a ayudar en nada- le dijo a Thom sonriendo como un gato malicioso.

Thom se marchó dibujando un círculo neutro, arrojando una esfera celeste y un destello de luz.

-¿De qué hablas, Aless?- pregunté confundida.

-Me encanta cuando me dices así- dijo estrujándome e ignorándome por completo.

Por más que insistí, no me respondió. En lo que sí insistió, era en que entrenara, y me ayudó a memorizar ese gruesísimo libro, lleno de fórmulas químicas y diagramas anatómicos.

...................................

Al día siguiente, Aless se fue para ir a ver a su padre, dejándome sola...

Por el día, me paseaba por las instalaciones del colegio. Por fin me sentía tranquila, no sentía que nadie me miraba. Suponía que la que me vigilaba era Aless, y cuando ya la descubrí, todo volvió a la normalidad... excepto la nota. Tal vez podía descubrir quién era el autor de la nota si le preguntaba a Aless.

En las noches me encerraba en la habitación e intentaba memorizar el gruesísimo libro ignorando lo sonidos de pasos en los pasillos... Tenía que aprender a controlar ese poder de Vidente... y tenía que averiguar por qué podía usar 2 magias si se suponía que era una Pura... ¿y si podía manejar más?

Cerré el libro con un golpe, lo dejé a un lado de la cama y salté a vestirme con ropa deportiva.

Estaba dispuesta a lograr manejar más magias, pero necesitaba encontrar a esa fantasma sin rostro que estaba siendo mi guía... ¿Por qué no había podido hacerlo en el primer examen con el paquete de exploración?

Me paseé por cada rincón, desde el más amplio al más diminuto, pero no lograba ver nada en absoluto. ¿Cómo funcionaba la magia de Alessandria? 

...............................

Una sombra corriendo detrás de mí, me sacó de mis pensamientos. Respiré profundo e hice mis manos un par de puños para dejar de temblar. Odiaba eso, me daba miedo estar sola. Con Thom y Aless me sentía mejor, mucho más protegida, pero ya se me hacía demasiado difícil seguir así... Era adulta y debía avanzar, incluso en ese mundo en el que apenas estaba aprendiendo.

-¿Quién eres?- grité corriendo desde el gimnasio al santuario.

No recibí respuesta ninguna, y decidí quedarme en mi cuarto. Con Adri, Francis y Moon, me sentía un poco mejor. Mi puma ya medía lo que mi brazo de largo, y parecía que no quería parar de crecer. Aunque nadie me protegía formalmente, me sentía mejor, ahí en mi habitación, con mis 3 amigos peludos... Miré hacia la ventana. El frío invernal era tan fuerte, que las ventanas se empezaron a escarchar, todo estaba nevado, e incluso empezaba a enfriarse el cuarto.

Decidí bañarme para entrar en calor, y luego meterme a la enorme cama mientras leía. Lo hice por horas, ya me había memorizado un tercio del libro y me sentía orgullosa de mí misma, pero ya estaba cansada.




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